MARCOS 1:35-45
MARCOS 1:35-45 BLP
De madrugada, antes de amanecer, Jesús se levantó, salió de la ciudad y se dirigió a un lugar apartado a orar. Simón y los que estaban con él fueron en su busca y, cuando lo encontraron, le dijeron: —Todos están buscándote. Jesús les contestó: —Vayamos a otra parte, a las aldeas cercanas, para proclamar también allí el mensaje, pues para eso he venido. Así recorrió toda Galilea proclamando el mensaje en las sinagogas y expulsando demonios. Se acercó entonces a Jesús un leproso y, poniéndose de rodillas, le suplicó: —Si quieres, puedes limpiarme de mi enfermedad. Jesús, conmovido, extendió la mano, lo tocó y le dijo: —Quiero. Queda limpio. Al instante le desapareció la lepra y quedó limpio. Acto seguido Jesús lo despidió con tono severo y le encargó: —Mira, no le cuentes esto a nadie, sino ve, muéstrate al sacerdote y presenta la ofrenda prescrita al efecto por Moisés. Así todos tendrán evidencia de tu curación. Pero él, en cuanto se fue, comenzó a proclamar sin reservas lo ocurrido; y como la noticia se extendió con rapidez, Jesús ya no podía entrar libremente en ninguna población, sino que debía permanecer fuera, en lugares apartados. Sin embargo, la gente acudía a él de todas partes.