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Jonás 1:4-10

Jonás 1:4-10 NVI

Pero el SEÑOR lanzó sobre el mar un fuerte viento, y se desencadenó una tormenta tan violenta que el barco amenazaba con hacerse pedazos. Los marineros, aterrados y a fin de aliviar la situación, comenzaron a clamar cada uno a su dios y a lanzar al mar lo que había en el barco. Jonás, en cambio, había bajado al fondo de la nave para acostarse y dormía profundamente. El capitán del barco se le acercó y le dijo: ―¿Cómo puedes estar durmiendo? ¡Levántate! ¡Clama a tu dios! Quizá se fije en nosotros, y no perezcamos. Los marineros, por su parte, se dijeron unos a otros: ―¡Vamos, echemos suertes para averiguar quién tiene la culpa de que nos haya venido este desastre! Así lo hicieron, y la suerte recayó en Jonás. Entonces le preguntaron: ―Dinos ahora, ¿quién tiene la culpa de que nos haya venido este desastre? ¿A qué te dedicas? ¿De dónde vienes? ¿Cuál es tu país? ¿A qué pueblo perteneces? ―Soy hebreo y temo al SEÑOR, Dios del cielo, que hizo el mar y la tierra firme —les respondió. Al oír esto, los marineros se aterraron aún más y, como sabían que Jonás huía del SEÑOR, pues él mismo se lo había contado, le dijeron: ―¡Qué es lo que has hecho!