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Jeremías 3:1-5

Jeremías 3:1-5 NVI

»Supongamos que un hombre se divorcia de su mujer, y que ella lo deja para casarse con otro. ¿Volvería el primero a casarse con ella? ¡Claro que no! Semejante acción contaminaría por completo la tierra. Pues bien, tú te has prostituido con muchos amantes, y ya no podrás volver a mí —afirma el SEÑOR—. »Fíjate bien en esas lomas estériles: ¡Dónde no se han acostado contigo! Como un beduino en el desierto, te sentabas junto al camino, a la espera de tus amantes. Has contaminado la tierra con tus infames prostituciones. Por eso se demoraron las lluvias, y no llegaron los aguaceros de primavera. Tienes el descaro de una prostituta; ¡no conoces la vergüenza! No hace mucho me llamabas: “Padre mío, amigo de mi juventud, ¿vas a estar siempre enojado? ¿Guardarás rencor eternamente?” Y mientras hablabas, hacías todo el mal posible».