Yo hago nuevas todas las cosasعينة

El final de los tiempos es un tema que me apasiona. Leer los últimos capítulos del Apocalipsis es como hacerse un “spoiler” de una película que ha durado miles de años. Especialmente, hay unos versículos que capturaron mi atención y mi corazón en relación con el devocional que hemos trabajado los 4 días anteriores, que deseo compartir con ustedes como cierre de este mini peregrinaje por la Vida.

Cuando Juan se encuentra con la visión del Cielo y Tierra Nueva en apocalipsis 21, menciona cosas muy interesantes respecto de nuestra posicion en el cielo, incluyendo que vamos a tener sed."

Espera un segundo, ¿cómo es que en el cielo vamos a tener sed? ¿Como que en el cielo vamos a tener necesidades?

Para mí, toda esta escena, es la más grande maravilla y misterio de toda la eternidad.

La Vida que hemos recibido en Cristo, sin duda, es victoriosa sobre el dolor y los efectos del pecado en nuestro cuerpo y alma; pero su efectividad completa siempre estará en RECREARNOS en el Espíritu y que nos sea dado algo TOTALMENTE NUEVO, no mejorado.

La vida golpea, sin duda, pero si creemos en las Buenas Nuevas de Jesús, sabemos que incluso en nuestras debilidades y flaquezas, en nuestros traumas y temores, en nuestras ansiedades y momentos de desesperación, su Espíritu operará a nuestro favor, transformando nuestro ser en alguien que, hasta el momento, posiblemente no hemos visto.

La imagen de Jesús llamándonos a beber en la eternidad, es el recuerdo eterno que nunca dejaremos de depender de Él ni de su Vida. Esta nueva creación, en esta dimensión como en la de la Nueva Jerusalén, necesitamos la impartición de su fluir en nuestro interior, aunque estemos en el mejor momento o en nuestro peor escenario, jamás podremos dejar de depender de Él.

No se trata de nuestra mejor versión, no se trata de nuestra versión parchada ni mejorada, se trata de lo NUEVO de Dios en nosotros que vive en dependencia eterna del Padre. Y que, confiamos, seguirá en ese aprendizaje de dependencia. Porque de eso se trata: No yo (lo viejo), sino CRISTO (lo nuevo).