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JUAN 3

3
Diálogo de Jesús con Nicodemo
1Había un líder entre los fariseos, llamado Nicodemo, 2que fue a visitar a Jesús durante la noche y le dijo:
– Maestro, reconocemos que has venido de parte de Dios para enseñarnos, porque nadie puede hacer las señales que tú haces si Dios no está con él.
3Jesús le respondió diciendo:
– En verdad, en verdad te digo, el que no nace de nuevo, no puede vivir, tampoco experimentar el reino de Dios.
4Nicodemo le contestó a Jesús:
– ¿Cómo puede un hombre, siendo viejo, nacer de nuevo? ¿Acaso puede entrar por segunda vez al vientre de su madre y nacer?
5– En verdad te digo, si alguien no nace del agua#ὕδατος (júdatos), sustantivo neutro, tercera declinación, caso genitivo singular, viene del nominativo ὕδωρ (júdor), traduce: agua. En las culturas antiguas circundantes a Israel, en sus diversos mitos religiosos, creían que el agua era un ser vivo que generó la existencia del mundo; todas las cosas existían por el agua. Entre los mitos del medio Oriente tenemos la Epopeya de Gilgamesh, la epopeya mesopotámica asiria de Enuma Elish y algunas otras literaturas que describen y sustentan la idea del agua como principio creador y también purificador. Hay muchos relatos bíblicos y extrabíblicos que sostienen que la procedencia del cosmos es a través del agua, inclusive la preexistencia del agua antes de la creación. En el relato de Gn. 1, se describe como un principio creador, mientras que en Gn. 7, la narración del diluvio ejerce en el sentido de purificación. Este relato del diluvio describe que los hombres habían pecado tanto que Dios limpió-purificó la tierra a través del agua. Por lo cual, entendemos que, en el Evangelio de Juan, el agua tiene una connotación de transformación, fertilidad, purificación y conversión. y del Espíritu, no puede entrar al reino de Dios. – Le dijo Jesús.
6Lo que es nacido de la carne, carne es; lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.
7Jesús le dijo:
– No te sorprendas por lo que te dije: es necesario nacer de nuevo y de lo alto.
8El viento sopla a donde quiere, y se escucha su voz, pero no se sabe de dónde viene, ni hacia dónde va; asimismo es todo aquel que nace de nuevo en el Espíritu.
9Respondió Nicodemo:
– ¿Cómo pueden suceder esas cosas?
10Le replicó Jesús y dijo:
– ¿Tú eres un maestro de Israel y no conoces estas cosas? 11En verdad, en verdad te digo, lo que conocemos hablamos, y lo que hemos visto testificamos; pero les cuesta mucho recibir nuestro testimonio. 12Si les cuesta creer en las cosas terrenales, ¿cómo van a creer las cosas celestiales? 13Nadie ha subido al cielo sino el que descendió del cielo, y este es el Hijo del hombre. 14Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así también es necesario que sea levantado el Hijo del Hombre, 15para que todo el que cree en Él, tenga vida eterna.
El amor sacrificial de Dios
16En efecto, de tal manera amó Dios al mundo, con amor sacrificial#ἠγάπησεν (egápesen), verbo en voz activa, modo indicativo, tiempo aoristo, tercera persona del singular, traduce: amó sacrificialmente. Viene del verbo ἀγαπάω (agapáo), etimológicamente la palabra se forma de dos raíces: 1. El afijo ἀγ (ag) que significa “yo” y 2. el morfema απω (apo) que viene del verbo ἀπάγω (apágo) y significa clavar un puñal, sacrificar, incomodar, desacomodar. La palabra ágape, desde este análisis, sería dejar de ser yo para que el otro sea, desacomodarme yo para acomodar al otro, morir para que el otro viva, hace referencia al amar sacrificialmente., que entregó a su Hijo, el Unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, sino que tenga vida eterna.
17Porque Dios no envió a su Hijo con el propósito de juzgar al mundo, sino para salvarlo por medio de Él.
18El que cree en su Hijo no es juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no creyó en el nombre del Hijo único de Dios.
19Este es el juicio de condenación: que la luz ha venido al mundo, y la humanidad amó más las tinieblas que la luz, porque la humanidad siempre practicó las malas obras.
20Porque el que practica la maldad, odia la luz y no la busca, porque no quiere ser reprendido por las obras de su maldad.
21Pero el que vive la verdad siempre está en la luz, con el propósito de que Dios se manifieste en sus obras.
Jesús y Juan el bautista
22Luego, Jesús y sus discípulos llegaron a la región de Judea, donde se quedaron un tiempo y comenzaron a bautizar.
23Juan bautizaba en Enón, cerca de Salim, porque allí había mucha agua y la gente acudía para bautizarse, 24pues Juan no había sido encarcelado todavía.
25Entonces hubo una discusión de los discípulos de Juan con un judío sobre la purificación.
26Vinieron donde Juan y le dijeron:
– Maestro, el que estaba contigo al otro lado del Jordán, de quien tú mismo diste testimonio, está bautizando y todos están yendo hacia Él.
27Juan respondió:
– Ningún hombre puede recibir algo, si no le es dado desde el cielo. 28Ustedes son testigos de lo que dije:
– Yo no soy el Mesías, sino que he sido enviado antes que Él. 29El que tiene la esposa es el esposo; pero el amigo del esposo, que está con él, se alegra mucho al escuchar la voz de felicidad del esposo, así me siento yo al estar al lado del Mesías. 30Es necesario que yo disminuya para que Él crezca.
El que viene del cielo
31El que viene del cielo está por encima de todos; el que está en la tierra, es de la tierra, y habla cosas terrenales; pero el que viene del cielo es superior a todos. 32Lo que ha visto y escuchado en el cielo, de esto testifica, pero su testimonio, nadie lo acepta. 33El que acepta y vive su testimonio, confiesa que Dios es verdadero. 34El que Dios envió, es Palabra viva de Dios; pues el Espíritu Santo no es limitado.
35El Padre ama a su Hijo, y todo lo entregó en sus manos. 36El que cree en su Hijo tiene vida eterna; pero el que no cree en su Hijo no verá la plenitud de vida, por el contrario, la ira de Dios caerá sobre él.

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