«Cómo ser confiado sin ser arrogante»Sample
«Hablar la palabra de verdad»
Puede pedir a Dios que en ningún tiempo quite de su boca la Palabra de verdad. ¿Sabía que esta es la única ocasión en la cual la frase «palabra de verdad» aparece en el Antiguo Testamento? La hallamos cuatro veces en el Nuevo Testamento. En Santiago, se nos dice que somos renacidos por la «palabra de verdad». Nos recuerda el plan que Dios tiene de tornar a sus hijos en gente como Cristo.
Pablo, también nos dice que nuestra salvación, fue el resultado de haber prestado atención a esta «palabra de verdad». Esta palabra no desaparece cuando aceptamos a Cristo. Nuestra relación con ella continúa. La relación, que el salmista demuestra tener con la Palabra de Dios, es la misma relación que Pablo nos dice, que debemos desarrollar.
El Nuevo Testamento, es perfectamente consistente con los preceptos del Antiguo Testamento. Si vamos a la segunda epístola de Pablo a los corintios, vemos la otra ocasión en que la frase aparece, la cual tiene la misma aplicación de hacer y hablar la Palabra de verdad. Empezaremos con 2 Corintios 6:1, que puede compararse con el consejo que Pablo dio a los filipenses de ocuparse en su salvación. Al igual que nosotros, los filipenses necesitaban involucrarse haciendo las misericordias de Dios que habían recibido.
Frecuentemente escuchamos que se usa el versículo 2 en invitaciones evangelísticas, cuando se urge a las personas a tomar una decisión por Cristo hoy, porque «he aquí ahora el día de salvación». Sin embargo, el contexto tiene que ver con la necesidad que los corintios tenían, de ocuparse en su salvación al poner la Palabra de Dios en sus bocas para poder anunciar el día de salvación.
Pablo señala la importancia de nuestro ministerio y la necesidad de mantener nuestra integridad al pasar por las muchas pruebas y dificultades que se hallan en el camino. Obsérvese que en este pasaje la «palabra de verdad» es un recurso clave que Pablo usa para seguir adelante. Sus bocas se habían abierto con la palabra de verdad en sus lenguas. Sus corazones se habían ensanchado. Olvídese de sus temores y debilidades personales. ¿Está dispuesto a pedir a Dios que nunca quite de su boca la palabra de verdad? Él le dará oportunidades de testificar, que usted ni se imagina. Cuando, por su gracia, vence sus temores y empieza a hablar la palabra de verdad, hallará que esa sensación de confianza vuelve a su vida. Nuevamente, entre más hable, más confiado se sentirá.
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Jesús tomó a un grupo de doce hombres comunes y los discipuló. Sus trasfondos y personalidades eran variados. Pedro no temía actuar ni hablar, sin embargo siempre hacía y decía lo que no debía. Los demás apóstoles aparentemente tenían personalidades un tanto más calladas. La mayoría de ellos probablemente carecía de experiencia como oradores. Pero con el paso del tiempo, todos se tornaron en ministros poderosos de la palabra de verdad. ¿Cómo lograrlo sin ser arrogante?
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