Buenas Nuevas de Gran GozoSample
LA REALIDAD FINAL ESTÁ AQUI
Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos, ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre. —Hebreos 8:1–2
La navidad es el reemplazo de las sombras con la realidad.
Hebreos 8:1–2 es una clase de resúmen. El punto es que el sacerdote que intermedia entre Dios y nosotros, y nos recon- cilia con Dios, y ora por nosotros a Dios, no es un sacerdote ordinario, débil, pecador y mortal como en los días del Antiguo Testamento. Es el Hijo de Dios—fuerte, sin pecado, con una vida indestructible.
No solo eso, Él no ésta ministrado en un tabernacúlo ter- renal con todas las limitaciones de espacio y tamaño y desgasto ocasionado por insectos y ladrones y agua y sol. No, el versículo
2 dice que Cristo está ministrando por nosotros en aquel ver- dadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre. Éste es el tabernáculo verdadero en el cielo. Éste es el que arrojó una
sombra sobre el monte Sinaí para que Moisés lo copiara.
Según el versículo 1, otra gran cosa de la realidad que es mejor que la sombra es que nuestro Sumo Sacerdote está sen- tado a la diestra de la Majestad en el cielo. Ningún sacerdote del Antiguo Testamento pudo decir eso jamás.
Jesús se relaciona directamente con Dios Padre. Jesús tiene un puesto de honra al lado de Dios. Él es amado y respetado infinítamente por Dios. Está con Dios constantemente. No es una sombra como lo son las cortinas y los tazones y las mesas y las velas y los mantos y las borlas y las ovejas y las cabras y las palomas. Ésta es la realidad final: Dios y su Hijo interactuando en amor y santidad para nuestra salvación eterna.
La realidad final es la relación de las Personas de Dios, obran- do entre sí respeto a cómo su majestad y santidad y amor y justicia
y bondad y verdad serán manifestadas en un pueblo redimido.
Scripture
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Lecturas Diarias para el Advenimiento por John Piper.
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