¿Gracia o Hipergracia? Discerniendo un Evangelio VerdaderoSample

DÍA 1: El regalo inmerecido

Comencemos estableciendo las bases de la gracia. La Palabra de Dios declara con firmeza en Efesios 2:8-9 que somos salvos por gracia, no por obras, para que nadie se gloríe. Este mensaje es el corazón del Evangelio. La gracia se define como el favor inmerecido de Dios hacia nosotros. No la merecíamos ni podíamos comprarla, pero Él la otorga libremente como un acto de amor. Romanos 3:23-24 nos muestra el problema y la solución: todos hemos pecado y estamos destituidos de la gloria de Dios, pero, por Su gracia, somos justificados gratuitamente. Esto revela que la gracia es la respuesta divina a nuestra necesidad más profunda.

Muchas veces, intentamos añadir méritos personales a la salvación, pensando que nuestras buenas obras o disciplina espiritual nos hacen “más dignos” de recibir la gracia. Sin embargo, la Escritura subraya que es Dios quien toma la iniciativa y nos alcanza. Juan 1:16-17 enfatiza que la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. Es en Su persona y obra redentora que experimentamos el regalo inmerecido de la salvación.

Es crucial recordar que no somos salvos para seguir viviendo igual, sino para ser transformados de adentro hacia afuera. La gracia nos salva, pero también nos llama a una nueva vida. Si bien la gracia se nos da gratuitamente, no significa que carezca de valor. En realidad, tuvo un costo altísimo: la muerte de Jesús en la cruz. Entender esto nos lleva a valorar y honrar la gracia en nuestra vida diaria.

La mentalidad de “sumar esfuerzos humanos” a la gracia, para merecerla o incrementarla, puede llevarnos a un tipo de legalismo sutil, que termina alejándonos de la libertad que Cristo compró para nosotros. La gracia, cuando se entiende en su plenitud, no fomenta pasividad ni conformismo. Al contrario, nos impulsa a responder con gratitud y obediencia, amando a Dios con todo nuestro corazón.

Hoy, reflexiona en lo que significa que tu salvación es 100% un regalo de Dios y 0% un logro propio. Esa comprensión liberará tu corazón para descansar en la obra consumada de Cristo.

Aplicación práctica

Tómate unos minutos para agradecer a Dios por Su gracia. Haz una lista de al menos tres áreas de tu vida en las que veas claramente Su favor inmerecido y alábalo por ello.