Pablo

Renuncia y entrega

Reflexión:

Pablo, antes llamado Saulo, era un perseguidor de los cristianos, cegado por la falta de fe. Sin embargo, Dios, en su infinito amor, lo transformó a través de la intervención de Ananías, dándole una nueva identidad y misión como apóstol de Cristo.

Así como Ananías fue enviado para transformar la vida de Saulo, convirtiéndolo en Pablo, un gran mensajero lleno de fe, esta transformación no fue fácil. Pablo nos enseña la importancia de renunciar a nuestra vieja naturaleza y seguir la voluntad de Dios en todo momento.

Qué aprendemos como seguidores de Jesús, así como Pablo:

1. Confianza y obediencia.

Pablo, aun estando prisionero y enfrentando el peligro de muerte, recibió ánimo de Dios para continuar su misión. A pesar de la dificultad, Pablo mantuvo la calma y siguió adelante, sabiendo que estaba en la voluntad del Señor.

La obediencia, como la de Ananías, muestra que, incluso al impactar a una sola persona, se pueden cosechar grandes frutos para el reino de Dios. Es crucial escuchar y seguir la voz de Dios.

2. Misericordia en las iglesias.

El objetivo de Pablo era ministrar a las iglesias, orando e intercediendo por ellas, ya que son el cuerpo de Cristo. A través de sus cartas, a pesar de su situación, Pablo resaltaba la importancia de las iglesias para el reino de Dios y la necesidad de mantener la unidad y la estructura en comunidad.

3. Sellado en nueva identidad.

La identidad que Dios nos otorga nos libera de la condenación, haciéndonos herederos junto con Cristo. Sin embargo, esto implica participar de su sufrimiento y usar todo nuestro cuerpo como un instrumento para hacer lo que es correcto, siempre para la gloria de Dios.

4. Renunciar a tus deseos, temor a Dios:

Seguir a Cristo implica renunciar a nuestros propios deseos y formas de pensar. Resistir es permanecer firmes en nuestra fe, sabiendo que el temor de Dios es el principio de la sabiduría, guiándonos a vivir de acuerdo con Su voluntad.

Oración:

Señor, te pido por cada una de nuestras vidas, que sea glorificada para Tu reino. que levantes una iglesia apasionada, y comprometida. Haznos hijos entendidos y obedientes a Tu voluntad.

Fortalécenos en las batallas y persecuciones, que Tu palabra sea ese alimento para avivar nuestros espíritus, que calme toda tormenta en la tempestad, que seamos levantados y venzamos esa batalla, porque, así como Tú venciste al mundo, nosotros como hijos queremos ser levantados como un estandarte en Tu nombre, para Tu gloria y mantenernos en santidad hasta la eternidad.

Que nuestras acciones y actitudes te adoren en espíritu y verdad, que todo te alabe y eleve esa fragancia al cielo, toma Tu lugar en nuestro corazón. Amén.