Y...¡Adoremos!Sample
“Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel?” (Ex. 3:11).
¿Qué está pasando en Éxodo 3? LñEs cuando Dios llama a Moisés. Estamos en este proceso de Moisés, imagínense a un hombre que, de pequeño, fue criado por su madre israelita y, en su etapa adulta, por el pueblo egipcio. Tenía alguna idea de Dios, pero prevalecía una mezcla de creencias, ya que había vivido en la casa del faraón, rodeado de los ritos y las costumbres extrañas de los egipcios. Este pobre hombre, creo yo, tenía una mezcla de pensamientos en su cabeza. De pronto, llega a esta zarza ardiente.
Dios lo llama (v. 4-11): Cuando Dios vio que Moisés se acercaba, le gritó: "Detente". Moisés contestó: "¿Qué pasa, Señor?". Dios le dijo: "No te acerques más. Quítate las sandalias porque estás en mi presencia. Yo soy el Dios de tus antepasados, soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob". Al oír esto, Moisés no se atrevió a mirar a Dios y se cubrió el rostro. Pero Dios continuó diciéndole: "Sé muy bien que mi pueblo, Israel, está sufriendo mucho porque los egipcios lo han esclavizado. He escuchado sus gritos pidiéndome ayuda y he visto cómo sus capataces los maltratan. Por eso he venido a liberarlos del poder egipcio. Los llevaré a una región muy grande, tan rica que siempre hay abundancia de alimentos: es Canaán. Así que prepárate, pues voy a enviarte a hablar con el rey de Egipto para que saques de ese país a mi pueblo".
Moisés contestó: "¿Y quién soy yo para ir ante él y decirle que voy a sacar a los israelitas?". Dios le dijo: "Yo estaré contigo en todo momento, y para que sepas que soy yo quien te envía, te daré una señal: después de que hayas sacado a los israelitas, todos ustedes me adorarán en este mismo lugar".
Me gustaría que, en este punto de la reflexión, pudieras hacer una oración, teniendo en mente que solo Dios puede restaurar la esperanza, ya que Él conoce lo que realmente necesitamos.
Entonces, como les digo, imagínense la confusión de Moisés. Traten de ponerse en sus zapatos. Imaginen lo que este hombre estaba pensando cuando Dios lo llama en ese momento y le dice: "Tú vas a hacer esto. Ahí hay una necesidad, y yo te voy a usar a ti. Te daré un propósito para tu vida". En medio de su confusión, imaginen a Moisés pensando: "Ok, Dios, pero ¿quién soy yo?". Y lo interesante es descubrir que los propósitos de Dios no dependen de nosotros, ni de quiénes somos, ni de nuestra historia, ni de nuestras luchas, ni de lo que hay en nuestra esencia. Lo que importa es que Dios nos promete: "Yo estaré contigo". Y esto es algo que quiero que recordemos y pensemos como primer punto: Dios nos ha prometido que estará con nosotros. No importa quiénes somos, ni nuestros logros, ni siquiera nuestros esfuerzos. Él prometió que estará con nosotros, que nunca nos dejará, que nunca nos abandonará. "Ciertamente, Yo estaré contigo en todo momento". Esto era lo primero que Moisés necesitaba entender.
La segunda parte dice: "Te daré una señal de que soy yo quien te envía: cuando hayas sacado a mi pueblo de Egipto, todos ustedes me adorarán en esta montaña" (v. 12).
A veces pienso que Dios es un "personaje" (lo digo con amor y respeto) porque a veces nos pide cosas que no entendemos. Si me pongo en los zapatos de Moisés, después de escuchar el mandato del Señor, yo le interrumpiría y le diría: "Un momento, un instante, Señor… Yo necesito saber hoy que Tú me estás enviando. Gracias porque sé que vas a estar conmigo, pero necesito la señal hoy, no cuando vuelva a este lugar con Tu pueblo para adorarte". ¿No pensarías lo mismo? En una situación como esta dirías: "¡Wow, gracias, Señor! Pero, ¿cuál es la señal?". Y Dios nos responde: "Después. Después de que hayas sacado a los israelitas, todos ustedes me adorarán en este mismo lugar".
¿Y sabes a qué conclusión llegué con todos mis planteamientos? Dios no quiere que yo juzgue Su fidelidad de acuerdo con mis propios parámetros o según cosas que me pueden frustrar. Si me has enviado Tú. En nuestra lógica no deberían existir los "porqué". Porque el llamado de Dios se basa en Su fidelidad, no en la nuestra. Él es quien estará con nosotros y nos acompañará en nuestra misión. Si Él nos escogió y nos llamó, no lo hizo para dejarnos tirados a la mitad del camino y Él sabe muy bien que en el proceso habrá momentos donde si su llamado sobre nosotros fuera juzgado por algún fracaso momentáneo, todos tendríamos razones para tirar la toalla en algún momento. Pero, Dios porque tú no actúas de esa forma.
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Moisés contestó: "¿Y quién soy yo para ir ante él y decirle que voy a sacar a los israelitas?". Dios le dijo: "Yo estaré contigo en todo momento, y para que sepas que soy yo quien te envía, te daré una señal: después de que hayas sacado a los israelitas, todos ustedes me adorarán en este mismo lugar".
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