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Propóstito Eterno

DAY 3 OF 5

Ahora vamos a ver tres palabras para que seamos conscientes de cómo podemos llevar a cabo el propósito eterno.

En primer lugar: Propósito.
Su propósito eterno es la razón de nuestro llamado. Un solo propósito, pero con diferentes llamados o funciones. Romanos 8:28 nos enseña: “Y sabemos que Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien de quienes lo aman y son llamados según el propósito que él tiene para ellos.” Su propósito eterno es la razón de nuestro llamado.

Ahora, como usted bien sabe y lo hemos dicho, ¿cuándo fuimos nosotros llamados? En la eternidad, desde antes de la fundación del mundo. Hoy, por la gracia de Dios, usted y yo estamos respondiendo a ese llamado. Fuimos escogidos desde antes de la fundación del mundo, y es necesario que lo entendamos. A nosotros nos ha llamado el Dios eterno, el que creó absolutamente todo, aquel que no tiene a nadie por encima de él. Él decidió llamarnos a usted y a mí para que colaboremos y le sirvamos. Y fuimos llamados conforme a su propósito.

No hemos sido nosotros quienes hemos llamado a Dios o quienes hemos invitado a Dios para que forme parte de nuestros planes. Ha sido él quien nos ha llamado a nosotros. Mucha gente se sentiría privilegiada si le llamaran a trabajar para el presidente de algún país. Nosotros hemos sido llamados y escogidos desde antes de la fundación del mundo para servirle al Rey de Reyes y Señor de Señores, al Creador de todas las cosas. Y eso es un privilegio. Fuimos llamados conforme a su propósito, no al nuestro, personal o particular.

En segundo lugar: La Iglesia.
Su propósito eterno es ejecutado por la Iglesia. Efesios 3:10-11: “El fin de todo esto es que la sabiduría de Dios, en toda su diversidad, se dé a conocer ahora, por medio de la iglesia, a los poderes y autoridades en las regiones celestiales, conforme a su eterno propósito realizado en Cristo Jesús nuestro Señor”.

Debemos entender que nadie tiene ni derecho ni autoridad legal para colaborar con el propósito eterno, sino la Iglesia. La Iglesia es el instrumento que Dios ha decidido escoger para que su propósito eterno se lleve a cabo en la tierra. Como sabemos, la Iglesia es el cuerpo de Cristo. Entonces, nosotros somos los representantes de Cristo aquí en la tierra. El único Cristo que, por ahora, mucha gente verá en la tierra es el Cristo que habita en nosotros, su Iglesia (Colosenses 1:27).

En tercer lugar, lo que necesitamos entender del propósito eterno es que es inmutable. El propósito eterno de Dios es inmutable. Hebreos 6:17 dice: “Por eso Dios, queriendo demostrar claramente a los herederos de la promesa que su propósito nunca cambia, confirmó con un juramento esa promesa”.

Dios confirmó con un juramento esa promesa, lo que significa que su propósito es inmutable. Dios no es un Dios cambiante. Dios no es reactivo. Él ha establecido un propósito eterno y no hará nada fuera de ese propósito. Hay gente que piensa que Dios debería reaccionar cuando un país o un gobernante decreta leyes a favor del matrimonio homosexual, y que debería castigar al gobernante o al país. Pero Dios no es reactivo. O hay quienes piensan: "Ves, Kenneth, mi hijo ya ayunó, ora y va a la iglesia, ¡Dios debería sanarlo de su enfermedad!". Pero Dios no es reactivo a nuestras acciones, ya sean buenas o malas. Si bien es cierto que Él es misericordioso y puede obrar de acuerdo con su justicia, Dios no es reactivo y no funciona de acuerdo con nuestros aciertos o desaciertos. Dios ha establecido un propósito eterno y no hará nada fuera de ese propósito.

El propósito de Dios nunca cambia. En pocas palabras, Cristo es el todo y en todo. Ese es el propósito eterno de Dios. Y es porque Dios lo decidió así. El Padre lo decidió por su buena voluntad. El Padre decidió reunir y reconciliar todas las cosas en Cristo.

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About this Plan

Propóstito Eterno

El poder orar y tener comunión con el Padre es un privilegio que se nos ha otorgado. Estar en Cristo es un privilegio. Lo que produce el avance en la madurez espiritual es precisamente entender esto: todo lo relacionado con la vida de Cristo en nosotros es un privilegio. Eso es gracia. Por tanto, estudiar las Escrituras es un privilegio, servir es un privilegio, amar a los demás es un privilegio.

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