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¡Obedece O...!Sample

¡Obedece O...!

DAY 3 OF 6

“Roboán fue a Siquén porque todos los israelitas se habían reunido allí para proclamarlo rey” (1 Reyes 12:1).

Qué interesante es ver que este es el primer relato o registro de la Biblia acerca de Roboán, hijo de Salomón, de quien no sabemos nada, es decir, la Biblia guarda silencio respecto a su juventud, sus pasiones o intereses. La Biblia nos dice que, Jeroboán y toda la asamblea de Israel fueron a ver a Roboán y le dijeron: «Su padre nos impuso un yugo pesado. Alívienos usted ahora el duro trabajo y el pesado yugo que él nos echó encima; así le serviremos a usted» (Vrs. 3 y 4).

Tal como le pasó a su padre al asumir el reinado, cuando le llevaron el conflicto de las dos mujeres prostitutas que reclamaban como suyo al niño de tres días de nacido, el cual resolvió con sabiduría (1 Reyes 3:16-28), Roboán también se vio enfrentado a una situación en la que debía desempeñarse como rey y demostrar su prudencia.

Aparentemente, era una situación muy sencilla: el pueblo de Israel se estaba quejando porque les habían impuesto un tributo. Le decían a Roboán: «Su padre nos ha colocado un impuesto muy difícil de pagar, es muy oneroso. ¡Tenemos que pagar para mantener el reino!», reclamaban. Ah, pero no se estaban quejando porque la nación se había llenado de templos paganos e idólatras, esto último parecía ser algo menos importante.

¿Por qué no se preocupaban por eso? Porque cuando uno está bien, su mayor valor es su bienestar. Eso nos pasa a todos; cuando estamos bien, creemos que el valor supremo, el valor absoluto, el objetivo final, el logro por encima de todas las cosas, es nuestro bienestar.

Vivimos en una sociedad, que está muy centrada en el ser humano. Cada día nos estamos volviendo más egocéntricos; es decir, el centro es el orgullo del hombre. El centro es: si yo me siento bien, entonces yo tengo mis derechos. ¡Ah!… Si tú te sientes bien allá, ese es tu reino, pero aquí mando yo, ¡en mi reino! Así estamos hoy: no buscamos el bienestar de la humanidad, buscamos el bienestar propio, mi bienestar, mi condición, mi situación. Lo triste es ver que esto también está pasando en el pueblo cristiano.

La pregunta que surge en este punto es: ¿Qué pasa cuando tú estás bien? Cuando tienes todo cubierto y resuelto, cuando estás disfrutando de tu máximo logro, ¿qué pasa contigo y tu relación con Dios? La respuesta parece ser muy sencilla; dejamos de orar y de buscar a Dios. ¿No te pasa a ti lo mismo, que cuando estás bien o tienes todo resuelto crees que no debes buscar a Dios? Pero es justo lo contrario; la Biblia nos insta a buscar y a honrar a Dios en todo tiempo, tanto en los buenos como en los malos tiempos (Ecl. 7:14-17).

Durante esta época el pueblo de Dios había llegado a unos estándares de bienestar muy altos. Y, por eso, ellos veían el bienestar como su valor máximo. Para poder entender un poco más de esta realidad, comparemos ambos reinados.

El reinado de David fue un reinado de conquista. Fue un reinado de expansión. Fue un gran reinado donde había muchos soldados, y donde el mismo David andaba con la espada ceñida en el cinturón. Era un tiempo cuando se hablaba mucho de la guerra, y la guerra implica un sacrificio para todo el mundo: para las familias, para los soldados, para la economía. En los tiempos de Salomón estaban en una situación de bienestar y de paz con las naciones vecinas enemigas.

En el reinado de Salomón, el bienestar costaba dinero, y el bienestar se convirtió en el valor supremo. Pero en el reinado de David, las batallas le habían costado sangre y fatiga al pueblo y a los soldados. ¿Cuántas veces se quejaron delante de David por esa situación? Nunca se quejaron porque sabían que estaban batallando por sus vidas, sus familias y su territorio; es decir, por la promesa de Dios. Pero ahora que tenían bienestar, sí se quejaban frente a Roboán.

¿Qué tal nosotros? ¿No crees que nos parecemos al Israel del tiempo de Salomón? Cuando tenemos bienestar, cualquier pequeña amenaza que aparece en el horizonte, se convierte en el motivo para quejarnos antes Dios. O cuando vemos algo que está amenazando nuestro bien mayor, decidimos que es el momento para que busquemos a Dios.

Dios debe ser nuestra verdadera prioridad todos los días de nuestra vida, no olvidemos que nuestro destino final no es este mundo, aquí estamos de paso.

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About this Plan

¡Obedece O...!

La verdadera obediencia se revela y se prueba en los momentos difíciles. Cuando las circunstancias son favorables y todo va bien, obedecer puede parecer fácil y natural. Sin embargo, cuando enfrentamos desafíos, tentaciones o situaciones adversas, es cuando nuestra obediencia a Dios se pone a prueba de manera real.

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