Refrescando a OtrosSample
"Cuando llegué a Troas para predicar el evangelio de Cristo, aunque se me abrió puerta en el Señor, no tuve reposo en mi espíritu por no haber hallado a mi hermano Tito; así, despidiéndome de ellos, partí para Macedonia" (2 Cor. 2:12-13).
Cuando Pablo escribió su segunda carta a los corintios, se puede percibir su tristeza, por no decir su tribulación. El texto nos dice que, después de enviar a Tito en su misión, Pablo partió para Troas. En su viaje hizo una parada en Éfeso, y allí el Señor lo usó grandemente con la predicación, hasta el punto que muchos de los que escucharon su mensaje corrieron a sus casas para buscar sus ídolos y destruirlos. Esto molestó a quienes ganaban la mayor parte de sus ingresos fabricando y comercializando ídolos de la diosa Diana. Repentinamente, ellos vieron sus ingresos y prosperidad en riesgo. Así que se levantaron iracundos contra Pablo, acusándolo de fanatismo religioso y diciendo que él quería destruir su forma de adoración (Hechos 19:23-41).
Las acusaciones "incendiaron" al pueblo a tal grado que Pablo apenas escapó con vida. Cuando él después escribió que "De tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida", lo que realmente quería transmitir es que: “Pensé que me iban a matar”. No sabemos qué otra cosa pasó en Éfeso, porque Pablo no nos cuenta. Todo lo que sabemos es que su experiencia allí le hizo estar “abrumado en gran manera más allá de de sus fuerzas" (2 Corintios 1:8).
Querido amigo, si observas con atención las cartas de Pablo, descubrirás que abiertamente habla de ser perseguido, perplejo, abatido en espíritu. El texto nos dice que, mientras se dirigía a Troas, él ansiaba ver a Tito, su piadoso hijo en Cristo, quien podía levantar su ánimo. Pablo podía aliviar su corazón con Tito y conocer el impacto de su carta. Sin embargo, cuando Pablo llegó a Troas, Tito no estaba allí. Él esperó que su hijo espiritual regresara, pero Tito no llegaba.
Las Escrituras dicen que puertas de ministerio se abrieron para Pablo en Troas, pero para ese momento el corazón del apóstol estaba cansado. Pablo escribe: “Cuando llegué a Troas para predicar el evangelio de Cristo, aunque se me abrió puerta en el Señor, no tuve reposo en mi espíritu por no haber hallado a mi hermano Tito. Por eso, despidiéndome de ellos, partió a Macedonia” (2 Cor. 2:12-13).
Pablo hizo algo que nunca había hecho en su vida, algo contrario a todo lo que predicaba. A pesar de estar ministrando cuando las puertas se abrieron, Pablo se retiró, partió hacia Macedonia, tal vez buscando reposo.
¿Qué tal tú? ¿Crees que podemos aprender algo del apóstol en cuanto a su forma de manejar las situaciones asfixiantes del ministerio o servicio para Dios?
Por ejemplo, cuando te sientas golpeado, abatido e incapacitado, cayendo en debilidad emocional, corporal y espiritual, ¿crees poder levantar la mano, pedir ayuda o sacar un espacio para descansar y tomar nuevas fuerzas en Dios?
¿Crees poder tener la suficiente confianza de que Dios no te va a descalificar por cuidar tu vida o estado emocional para servirle mejor?
¡Medita en esto!
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Hay personas que creen que el apóstol Pablo era un superhombre a causa de sus poderosos escritos y su maravilloso ministerio. Sin embargo, él estuvo sujeto a las mismas tentaciones y pruebas que nosotros, y en medio de esto pudo "Refrescar a otros".
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