Aférrate a la esperanzaSample
Cuando Dios sana el cuerpo y el alma
Algunas preguntas acerca de la sanidad son fáciles de responder: «¿Puede Dios sanar?». Sí, por supuesto. Él puede hacer cualquier cosa, y la Biblia da testimonio de muchas sanidades milagrosas. «Sí, pero, ¿puede Dios sanar en pleno siglo XXI?». Claro que sí. Puede hacerlo e incluso lo hace. Es más, cada vez que te recuperas de una enfermedad, experimentas la sanidad. Cada vez que un médico te diagnostica una enfermedad y receta el tratamiento adecuado, te sanas.
Podrías estar pensando ahora mismo, que eso no es Dios sanando, sino la naturaleza haciendo lo suyo, por ello explicaré dos categorías importantes que nos ayudarán a comprender mejor cómo sana Dios: gracia especial y gracia común.
La gracia especial puede hacer referencia a la obra de Dios en particular en la vida de algunas personas, en momentos específicos. La gracia especial incluye la salvación, la morada del Espíritu y otras bendiciones especiales únicas. Mientras que, la gracia común se refiere a la gracia extendida a todas las personas por la providencia general de Dios; por ejemplo, su provisión de sol y lluvia para todos. Vemos la gracia común a través de los actos de bondad, misericordia y amor de Dios entretejidos en la tela misma de la creación.
Para concluir, es necesario entender que cuando pases por dificultades ya sea físicas, emocionales o económicas, lo mejor que podemos hacer en ese momento es: ORAR. Tal como lo menciona el libro de Santiago 5:13-15.
Ora por paciencia. Ora por sabiduría. Ora por aliento. Ora para que Dios interceda. Ora para que Él supla tus necesidades. Ora para que Él te quite toda ansiedad y depresión. ¡Ora!
Hoy y siempre, ¡aférrate a la esperanza que Dios te da en medio de la prueba!
Oración:
Señor gracias porque tú eres quien sana mi cuerpo y alma, me aferro a ti y a tus promesas con esperanza y anhelo. ¡Amén!
Scripture
About this Plan
A lo largo de nuestra vida, pasamos por diferentes situaciones que nos hacen perder la esperanza y nos impiden avanzar. ¡Qué fácil es renunciar a la esperanza en días de profunda desilusión y desesperación! Por eso, mediante este plan entenderemos que Dios es bueno y nos invita a correr hacia Él como nuestra única torre fuerte que nunca puede tambalearse ni derrumbarse.
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