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LA CARPA DEL ENCUENTRO

Hace poco empecé el hábito de ir en bici hasta un parque de mi ciudad, que queda más o menos a unos 15 minutos de mi casa. Me levanto temprano y voy escuchando alabanza y aunque me gusta la idea de que me ejercito realmente el propósito es poder tener un momento especial con Dios, el paisaje es calmado y pacífico, el parque es lo suficientemente grande como para no sentir que ya recorriste todo en poco tiempo y hay pequeñas casetas en todo el parque, al frente del lago donde luego de recorrerlo todo me siento a orar. Y aunque esto lo llevo haciendo hace muy poco tiempo, han sido días donde me siento más vivo que nunca y es un lugar especial porque puedo hablar en voz alta, cantar, levantar las manos sin sentirme extraño si alguien ve o está cerca. También sé algo dentro de mí, porque lo percibo. Dios se siente especial cuando hago esto. Porque quiero ir a verlo, es como si me estuviera esperando con su bicicleta frente a la entrada para que conversemos y nos conozcamos más.

Los lugares y el detalle importan cuando se trata de alguien. Y Dios, es alguien.

La carpa del encuentro fue un detalle de Moisés para el Señor, luego de lo que hemos venido viendo en la historia de Éxodo con el pueblo de Israel y la forma en como resultaron hiriendo al Señor por no querer conocerlo. Hay algo notable en esta historia y es que muchos de nosotros seguro hemos pensado porque únicamente Moisés podía tener estos accesos exclusivos a la presencia de Dios y claro Moisés era alguien conforme al corazón de Dios. Pero lo cierto es que todo podían acceso a la presencia de Dios. Pues en el versículo 7 dice que Moisés construyo la carpa y TODO AQUEL que quería pedirle algo al Señor, podía hacerlo. Tristemente, versículos siguientes se muestra que solo Moisés entró. El resto VEÍA como él entraba.

Mi pregunta para ti hoy es, ¿tienes una carpa? Y sabes que no te hablo de que pongas o armes toda una carpa en medio de la casa o fuera de ella para que la presencia del Señor se establezca, porque gracias al Espíritu Santo esto puede darse en cualquier lugar y momento. Pero hablo de la forma y el detalle para alguien como Dios.

Todas las conversaciones, palabras, promesas, su voz inicia, se mantiene y se renueva cuando tienes una carpa del encuentro, un momento, un espacio, un lugar donde tú y él hablan cara a cara. Quizá hoy vienes a este devocional y desde hace mucho no escuchas la voz de Dios, te sientes ocupado, te sientes suficiente, te sientes con la fe dormida y no ves nada. Quizás te hace falta una carpa, o quizá debes reconstruirla, quizá debes limpiarla y desempolvarla.

Piensa hoy en esto, porque realmente no se trata de ir los domingos y marcar en la lista lo que se hace, pero Dios no es algo que se hace, es alguien con quien se vive. Hoy échale un vistazo a tu vida, inquiétate por esto. Vas a ser de los que miran como otros entran, o vas a entrar tú a verle. Vas a dejar que te cuenten como es o vas a entrar a conocerlo, Vas a darle momentitos o vas a vivir con Él.

La intimidad es el todo de la fe.