Adelante Con La MisiónSample

Perseverancia con paciencia (Art. 14-15)

Lectura bíblica: “Y es necesario que el evangelio sea predicado antes a todas las naciones" (Marcos 13:10).

La Iglesia está esperando el regreso glorioso de su Señor, pero no lo aguarda pasivamente, sino en acción y expectación. Hay una urgencia que se transmite en las palabras del evangelista: “…es necesario que el evangelio…”, es indispensable que, antes del gran día, se predique el evangelio a todos los pueblos. Es un trabajo inmenso, que no se puede llevar a cabo con nuestros pobres medios, con nuestras torpes palabras o nuestra insuficiencia humana. Esta es la obra del Espíritu Santo, Él que puede convertir a un solo creyente, y la Iglesia entera, en una multitud de testigos creíbles, efectivos y convincentes (Hch. 1:8).

En el Pacto de Lausana leemos que “El Padre envió a su Espíritu para dar testimonio al Hijo; sin este testimonio nuestro propio testimonio es inútil”. Esto es verdad, porque es el Espíritu Santo que inculca esta urgencia en nuestros corazones: “es necesario predicar el Evangelio”. No se trata de algo que podemos dejar para mañana, con la ilusión de que sea más fácil mañana que hoy. Hoy es el día de la salvación. El gran evangelista Dwight Lyman Moody empezó a predicar a su congregación una serie de seis sermones sobre la vida de Jesús. El domingo, 8 de octubre, 1871, pronunció el quinto sermón y, según salía de la iglesia, hizo esta pregunta: “¿Qué, pues, haré con Jesús, llamado el Cristo?” (Mt. 27:22). Entonces, concluyó diciéndoles: “Quiero que llevéis este texto con vosotros a casa y reflexionéis en él durante la semana; el próximo sábado nos acercaremos a Calvario y a la cruz, y decidiremos lo que hay que hacer con Jesús de Nazaret”. Esa misma noche un incendio devastador destruyó gran parte de la ciudad de Chicago, la iglesia de Moody, y su casa. Murieron cientos de personas y 100,000 quedaron sin casa. A partir de ese día, terminaba todos sus mensajes con un llamamiento a la salvación.

“Ven, Señor Jesús", es el clamor de la Iglesia de todas las épocas: “Adelante con la buena obra” es el eco que sale de su santa presencia. Para alcanzar a todos los pueblos - antes de hacer planes, antes de preparar estrategias, antes de probar nuevos métodos de comunicación - que nuestra oración sea la que el Maestro nos ha propuesto, una oración de acuerdo con su voluntad, que ya ha sido grabada en las páginas del Evangelio, su sí, su Amén, porque “Si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!” (Lc 11:13).

Acción de gracias

Damos gracias al Señor Jesús por prometer venir una segunda vez. Nuestra confianza es que veremos el reino de Dios en su plenitud. Esperamos ese día ansiosamente, los nuevos cielos y la nueva tierra, donde su voluntad y su justicia reinarán para siempre. Mientras tanto, nos dedicamos de nuevo al servicio de Cristo y de nuestro prójimo, en sumisión gozosa a su autoridad sobre nuestra vida entera.

Confesión

Pedimos perdón por las veces que hemos perdido la esperanza del regreso de Cristo y por caer en expectativas huecas de las promesas de Dios.

Peticiones

Pedimos una visitación de parte del Espíritu soberano de Dios, para que sus frutos puedan manifestarse en todo su pueblo. Solo entonces veremos toda la Iglesia convertida en una herramienta efectiva en sus manos, hasta tal punto que toda la Tierra pueda oír su voz.

(Valerio Mungai, Escuela Bíblica Elim)