Job: Confiar en Dios en nuestro sufrimiento | Video DevocionalSample
Recapitulación
Ayer aprendimos que nuestro sufrimiento no puede ser un castigo por nuestro pecado, porque ese castigo ha sido clavado en la cruz. Hoy veremos cómo Job intensifica su clamor por un abogado.
¿Qué está pasando?
El amigo de Job, Elifaz, comienza su segundo discurso. En el primero, Elifaz animó a Job a confiar en su integridad (Job 4:6). Ahora, acusa a Job de socavar su integridad con las cosas que dice (Job 15:4). Cree que las palabras de Job son retorcidas racionalizaciones por su pecado (Job 15:5).
En su último discurso, Job exigió pruebas a sus amigos de que había hecho algo inmoral para merecer su sufrimiento. Elifaz responde ahora diciendo que Job no necesita mirar más allá de su propia boca para encontrar pruebas contra él. (Job 15:6).
Luego, Elifaz se embarca en largas descripciones poéticas sobre el destino de los malvados. Como Job ha perdido todo lo que posee y se niega a retractarse de su inocencia, Elifaz se complace en meter a Job en el mismo saco que cualquier otro que se rebele contra Dios (Job 15:25).
Job ya ha oído todo esto anteriormente y rechaza los comentarios de Elifaz (Job 16:2-3). Admite que su sufrimiento es una prueba (Job 16:8), pero no es una evidencia que demuestre su culpabilidad (Job 16:17). Job sabe que es inocente. Su sufrimiento sólo prueba que Dios le está atacando. Incluso compara a Dios con un depredador que acecha a su presa (Job 16:9).
Seguido a esto, Job intensifica su clamor por un abogado (Job 16:20). Ruega que algún ser celestial dé testimonio de su inocencia y argumente su caso ante Dios, como si discutiera con un amigo (Job 16:19, 21).
Job está seguro de que este tipo de intercesión será imposible después de su muerte (Job 17:14-15). Por consiguiente, en ese mismo momento, Job quiere ser declarado inocente. Quiere tener su día ante la corte y que se le devuelva su integridad.
¿Dónde está el Evangelio?
La mayor diferencia entre Job y sus amigos gira en torno a la idea de las recompensas. Los amigos de Job son muy elocuentes cuando describen la pérdida o la recuperación de las recompensas de Dios. Pero a Job no le interesa esa conversación. Sólo le interesa su inocencia, su integridad y la recuperación de su buen nombre (Job 17:9).
Al igual que Job, somos acusados constantemente. Ya sea por nuestros amigos, por nuestros propios pensamientos o por los comentarios condenatorios de Satanás, todos vivimos con voces que nos dicen que somos culpables y que no somos lo suficientemente buenos. Como Job, suponemos que esas voces son de Dios, pero no es así. Dios no habla como el Acusador (Job 1:9).
En cambio, Dios envía a Jesús no para condenar o acusar al mundo, sino para salvarlo (Juan 3:17). Job imaginaba que su inocencia se demostraría en algún tribunal divino. Y así es exactamente como Pablo habló respecto a lo que hizo Jesús en la cruz. Jesús socava toda acusación legal y anula toda condena (Colosenses 2:14). Jesús desarma el poder del Acusador y triunfa sobre sus falsos juicios en la cruz (Colosenses 2:15).
Job no podía imaginarse a Dios como su abogado defensor porque estaba convencido de que Dios era su enemigo. Pero en Jesús vemos que Dios siempre aboga por los que confían en él, incluso cuando eso significa morir por ello.
Compruébalo tú mismo
Espíritu Santo, abre mis ojos para que vea al Dios que aboga por mí. Y que pueda ver a Jesús como el que silencia las acusaciones de mi enemigo y me declara inocente.
About this Plan
Este plan de 15 días te guiará a través del libro de Job leyendo uno o dos capítulos al día. Cada día va acompañado de un breve video que explica lo que ocurre en el texto. También aprenderás cómo cada parte de la historia apunta a Jesús y cómo podemos confiar en él cuando sufrimos.
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