Decisiones

“Daniel decidió en su corazón no contaminarse con la comida del rey ni con el vino que bebía, por lo que pidió al príncipe de los eunucos que lo dispensara de esa contaminación” (Daniel 1:8).

Conozcamos a Nabuconodosor, el rey despiadado e inhumano que captura a Judá y toma de rehén a varios prospectos jóvenes para entrenarlos a su manera. Entre esos adolescentes, los protagonistas del escándalo, Daniel, Ananías, Misael y Azarías. Ellos son separados de su familia, forzados a aprender una nueva cultura y nuevas destrezas para, involuntariamente, servir al rey Nabuconodosor.

¿Te imaginas estar en esa posición de manera forzada? Aunque los protagonistas se someten a la orden del rey por un largo periodo de tiempo, y también toleran un cambio de nombre injusto, no ceden a la demanda autoritaria que les exigía consumir comida rendida a dioses paganos, violando los valores de su fe. Sin saberlo, esta prueba los preparó para lo inesperado.

Aprendemos que en nuestra vida podemos encontrarnos en lugares no deseados, solitarios y fríos, pero debemos concientizar que cada prueba nos prepara para cosas mayores que aquellas que hemos imaginado. La postura que tomaron Daniel y sus compañeros trajo agrado al Eterno, a tal punto que les otorgó regalos a sus vidas. Daniel, al finalizar su separación para el Padre, recibió el regalo de interpretar visiones y sueños, una habilidad que quizás no hubiese adquirido si hubiese cedido su postura ante aquello que violaba su fe (Daniel 1:17-18).

Aunque tomó coraje y fue incómodo, fue necesario para desarrollar su carácter y recibir lo nuevo de parte del Eterno. Hoy también debes decidir ser firme ante las malas influencias y costumbres del mundo para desatar lo nuevo del Cielo para ti. Te invito a que puedas hacer esta oración conmigo, creyendo que el Padre te llena del valor necesario para permanecer sólido en tu fe.

“Padre, doy gracias por Tu eterno amor, aquel que me abraza y recibe. Hoy, reconozco que me has dado el poder para permanecer de pie en medio de todo lo que vivo. También reconozco que el regalo de Tu amor me es más valioso que cualquier tesoro; por eso te escojo a Ti, ahora y siempre. Fortalece mi fe, y enséñame a confiar en Tu Palabra así como Daniel y sus amigos. Declaro que la duda no me detiene, y mi vista no me engaña. Me pongo el ‘Velo de la Fe’ para poder ver como Tú ves, y no como yo. Hoy te agradezco porque escuchas mi oración y mi petición es contestada. En el nombre de Jesús, el Mesías, amén".