Príncipe De PazSample
En la tierra Paz
El mensaje de los ángeles anunciando el nacimiento del Salvador contiene una promesa que todavía resuena en los cielos para toda la humanidad. Es tan importante y trascendental que debiera estar escrito en cada rincón de este mundo para que no lo olvidemos.
Lo escucharon los pastores en el campo pero se han estado escuchando por todos los siglos que han pasado, se escuchan en la actualidad y se seguirán escuchando hasta la venida del Señor. Volvamos a escucharlas: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” Lc. 2:14
Hace más de dos mil años un coro celestial pronunció esas palabras bendecidas y celestiales, que han estado dando esperanza a miles de personas a través de los siglos. Se trataba de un anuncio esperanzador que cambiaría para siempre el rumbo de la humanidad.
En la pequeña ciudad de Belén, como había sido anunciado por el profeta Miqueas, nació el Salvador. ¿Quién era aquel bebé que estaba acostado sobre pajas en un humilde establo? ¿Por qué el nacimiento de aquel niño había provocado que una multitud de las huestes celestiales, alabaran a Dios, y dijeran: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!”? Lc. 2:13-14
La respuesta la encontramos en las palabras proféticas dichas por el profeta Isaías. “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.” Is. 9:6
El Hijo unigénito de Dios nos fue dado, Él se encarnó y entró a este mundo despojado de toda su gloria para ser uno de entre nosotros. A los ojos de los hombres sólo era un bebé más. Pero este Hijo que nos fue dado por el Padre, ostentaba sobre sí estos nombres mencionados por Isaías, que hablaban de su gloria y majestuosidad.
“El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos.” Is. 9:2
Scripture
About this Plan
La época navideña nos conduce al pesebre y a todo lo que allí ocurrió. En este plan nos moveremos del pesebre para ir al Cristo coronado de gloria. Celebremos esta Navidad con una visión más clara del Unigénito Hijo de Dios, cuya llegada fue anunciada por “una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz!”
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