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Esperanza en Medio De La IncertidumbreSample

Esperanza en Medio De La Incertidumbre

DAY 3 OF 7

Pidiendo ayuda a los de nuestro alrededor

Recientemente tuve que llamar a una amiga y después de contarle una historia personal le dije, “¿puedes ayudarme a vigilar mi corazón durante este tiempo?” 

Puede parecer sencillo, pero pedir ayuda es todo un arte. A veces, porque pensamos que es tan obvio que necesitamos ayuda, que simplemente no nos molestamos en pedirla y podemos llegar a irritarnos al no recibirla (quizá el que te está observando no le parece tan obvio que la necesitas). En estos casos, también sucede habitualmente y sobre todo entre personas casadas, que se pide de malas formas. “¡Es que no ves que se me está cayendo! ¿No eres capaz de mover un dedo para ayudarme?”, en vez de decir con cariño, “Échame una mano, porfa.” Otras veces, evitamos pedir ayuda por timidez, ya que estamos exponiendo una carencia que tenemos personalmente, lo cual puede dar a pensar que estamos incompletos o infelices.

La pura realidad es que desde que nacemos necesitamos a los de nuestro alrededor. En los primeros años de vida es un tema de supervivencia. Un bebé, sin la ayuda de un adulto, simplemente no puede sobrevivir. También en los últimos años de vida, nos volvemos dependientes de que alguien nos cuide y nos ayude a llevar a cabo las tareas diarias. Aún en esos años en los que vivimos día a día de manera independiente, seguimos necesitando a los demás: para socializar, para trabajar y recibir remuneración, para que cuando lleguemos al supermercado la comida esté en su sitio y podamos comprarla, para que nuestros niños reciban una educación apropiada en las escuelas y un sinfín de cosas más. Nuestra sociedad se ha construido de tal forma que somos dependientes unos de otros, lo queramos o no. Puede que ahora lo estés pasando mal, pero crees que saldrás adelante, que se te pasará esta nube gris. Seguramente en muchas ocasiones sí es así, tenemos una mala racha y al tiempo se termina. Lo malo, es cuando la nube no se pasa y los días se convierten en semanas, las semanas en meses y seguimos igual.

Parte de entregar nuestra mochila a Jesús consiste en confiar en personas que puedan ayudarnos a resolver los problemas que llevamos en ella. Hay ciertos problemas, que han podido arraigarse en tu corazón y que por muchos devocionales que leas, no van a desaparecer. Pedir ayuda a tan sólo una persona puede cambiar tu situación por completo. Hablar con alguien que respetes puede traerte nueva perspectiva y ayudarte a salir adelante. Según la profundidad de tu situación, quizá hablar con un amigo te ayude, o quizá tengas que hablar con tu pastor o con un profesional. Yo cuando le pedí ayuda a mi amiga, ella no sólo me cubrió con sus oraciones, si no que me dio muy buenos consejos con los que le dí la vuelta a la tortilla y me ayudó a cambiar mi perspectiva. 

Analiza por un momento tu actitud durante estos últimos meses y piensa, ¿con quién vas a hablar en estos próximos días para contarle por lo que estás pasando? Escribe un mensaje a esa persona para tomar un café juntos la semana que viene (o para hablar por Zoom, si es tu caso).  

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