Un rayo de luz en la adversidadSample
El mundo de hoy espera una solución ante la gran crisis que están viviendo sus sociedades tanto por causa de la pandemia, como por las consecuencias que la misma va a acarrear. Se buscan motivos de esperanza para tratar de sobrevivir. Esto no es nuevo, en todos los tiempos, es más, todos los días, desde que el hombre es hombre, la supervivencia ha sido y sigue siendo su leitmotiv: Como en la pirámide de Maslow, tras cubrir las necesidades básicas, como la alimentación, van apareciendo otras como la seguridad (tener un techo, estar sano), sentirnos queridos, y por qué no, llegar a prosperar. Para ello recurre a su ingenio y esfuerzo y pone sus esperanzas en diferentes opciones, incluyendo el favor de la divinidad.
Al inicio de nuestra era, cuando el Imperio romano dominaba el mundo conocido, eran muchos los que anhelaban un cambio esperanzados en un mundo mejor. En ese entorno tendrá lugar el acontecimiento más importante de la historia y que, a primera vista, debería pasar totalmente desapercibido: el nacimiento de un niño.
Según estudios académicos, la población del Imperio romano en el año 1 de nuestra era superaba los 40 millones de personas. Las familias tenían un promedio de 6 a 9 hijos nacidos, aunque la mitad fallecían antes de los 5 años. Así que aquel niño no tenía muchas posibilidades de sobrevivir. No parece, por tanto, que haya motivos para pensar que ese nacimiento fuera especial.
Pero aquel infante era diferente, era el punto culminante de la gran historia relatada en las páginas de la Biblia. Más de 700 años antes del nacimiento de Jesús, el profeta Isaías escribió lo siguiente:
Mas no habrá siempre oscuridad para la que está ahora en angustia,
tal como la aflicción que le vino en el tiempo en que
livianamente tocaron la primera vez a la tierra de Zabulón y a la tierra de Neftalí; pues al fin llenará de gloria el camino del mar,
de aquel lado del Jordán, en Galilea de los gentiles.
El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; a los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos. Multiplicaste la gente y aumentaste la alegría.
Se alegrarán delante de ti como se alegran en la cosecha,
como se gozan al repartirse un botín.
Porque tú quebraste su pesado yugo, la vara de su hombro
y el cetro de su opresor, como en el día de Madián.
Porque todo calzado que lleva el guerrero en el tumulto de la batalla
y todo manto revolcado en sangre, serán quemados, serán pasto del fuego.
Porque un niño nos ha nacido, hijo nos ha sido dado,
y el principado sobre su hombro.
Se llamará su nombre «Admirable consejero», «Dios fuerte»,
«Padre eterno», «Príncipe de paz».
Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite sobre el trono de David y sobre su reino, pues será dispuesto y confirmado en juicio y en justicia desde ahora y para siempre.
Isaías 9:1–7 (RV2020)
Un rayo de luz para el angustiado, una esperanza para el afligido, un gozo diferente en medio de la adversidad.
Esta Navidad será diferente en muchos aspectos, sin grandes celebraciones familiares, quizás recordando a seres queridos que ya no están con nosotros. Algunos pasando por enfermedad; otros, sin recursos. ¡Quién sabe si no estaremos confinados!
Pero este recuerdo del nacimiento de Jesús no debe pasar desapercibido.
En este tiempo que se acerca te invitamos a que te confines con Jesús y le conozcas. Entrégale todos tus anhelos, descansa en Él.
Él quiere ser tu «Admirable consejero», «Dios fuerte», «Padre eterno» y «Príncipe de paz».
Scripture
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Un rayo de luz para el angustiado, una esperanza para el afligido, un gozo diferente en medio de la adversidad. En este tiempo que se acerca te invitamos a que te confines con Jesús y le conozcas. Entrégale todos tus anhelos, descansa en Él.
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