La Esperanza NacióSample
Día 10
Esperanza Segura
¿Cómo vivirías tus días si supieras que no hay manera de “perder”? Estos días hemos concluido que para un hijo de Dios, esperanza no es la ilusión de que algo suceda; no es un gran “ojalá, Dios quiera”, sino la convicción de que Dios ya quiso y nos regaló vida en Jesús: una esperanza VIVA que aguarda su plena manifestación.
En la historia se habla del “triunfo romano”. Se trataba de un tributo especial, una
procesión por la avenida principal de la ciudad, en honor a un general (romano, evidentemente) que habría ganado una batalla muy importante. Lo interesante es que los hijos de ese general (sin haber hecho absolutamente nada) cabalgaban en el desfile detrás de su padre, siendo partícipes de su victoria. ¿Puedes verlo? Justo ahí nos encontramos nosotros hoy: caminando en la victoria eterna que Jesús ya ganó por nosotros.
Más allá de estar libres de desafíos, dolor, complicaciones o pérdidas; nuestra esperanza
trata de una vida que ya no está sujeta a este mundo. Piénsalo de este modo: Jesús dice a sus discípulos en Juan 16:33, “Aquí en el mundo tendrán muchas pruebas y tristezas; pero anímense [tengan esperanza], porque yo he vencido al mundo”. No dijo «un día venceré»… Ya lo hizo. Las circunstancias podrán desalentarnos, pero en Jesús tenemos el recurso espiritual para elegir y disfrutar verdadera esperanza, cada día. Recuerda quién es Dios para ti; recuerda también lo que ya hizo (y sigue haciendo) por ti, y lo que puede hacer a través de tu vida: dar esperanza a un mundo que no la conoce.
Oración
Padre, gracias por darme verdadera esperanza. Sella en mi corazón esta verdad: porque tú vives, yo viviré también; deseo caminar en ella todos los días y que otros la experimenten conmigo. En el nombre de Jesús, amén.
About this Plan
Nuestra esperanza no es ciega ni carece de fundamento pues está cimentada en el amor de Dios, expresado a través de Jesús. En este devocional meditaremos sobre el regalo de la esperanza que no depende de las circunstancias, y que encontramos en Jesús: la promesa cumplida de paz, esperanza y descanso.
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