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Quebrantamiento profundo y enfoque en Jesús

Cuando comienza un cambio en nuestras vidas sucederá un QUEBRANTAMIENTO PROFUNDO. La palabra «arrepentimiento» viene del griego «Metanoia», que significa un cambio de opinión. El arrepentimiento es un profundo remordimiento, seguido de un cambio de vida significativo, una determinación de la mente y el corazón de ir en otra dirección. Juan el Bautista fue llamado a ser como un arado del Espíritu Santo, que abriría la tierra de inflexibilidad religiosa para que las semillas de gracia y amor fueran plantadas para una nueva generación. Él estaba destinado a forjar una autopista en el desierto de la religión muerta, lo que requirió de una ruptura profunda. Cada gran movimiento de Dios y cada cambio espiritual en la historia, ha sido precedido por arrepentimiento y quebrantamiento. El profesor Ingles de la Biblia, A. W. Pink dijo: «El creyente que ha dejado de arrepentirse ha dejado de crecer».

Somos una generación bendecida con muchas oportunidades y un gran futuro delante nuestro. Sin embargo, en el medio de todo esto, somos una de las generaciones más rotas de la historia. Aun así, podemos transformar nuestro quebrantamiento en un arma contra el enemigo, someternos a Jesucristo, decirle que somos suyos, dejar que plante su semilla en nuestro quebrantamiento y ser un instrumento de su gloria. 

Dios ha estado irrumpiendo en nuestros corazones a través de cada batalla que hemos luchado en nuestras vidas. Nos ha estado preparando para la semilla del destino que plantará en nuestras vidas.

Cada mover del Espíritu Santo en la historia ha traído una visión fresca de Jesucristo, un nuevo ENFOQUE EN JESUS. Juan entendió que tenía que abrir la tierra, construir un nuevo camino y preparar a las personas para el cambio, pero él no sería el cambio. Cuando llego el momento, él puso el enfoque de todos en Jesús. Cada cambio de Dios en nuestras vidas tiene el propósito de acercarnos a Jesús, hacernos más como Jesús, llevarnos a él con todo nuestro corazón, hasta que seamos como él, le amemos y le conozcamos. 

Muchas veces debemos cambiar nuestro enfoque, de estar inmersos en nosotros mismos, y entender que el mundo gira en torno a Jesucristo, el hijo del Dios viviente.

Que nuestro enfoque esté cada vez más puesto en Jesús, el centro del universo y el centro de nuestras vidas, para que veamos un cambio de Dios en nuestras vidas y en nuestra generación.

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