«Señor, tú eres la esperanza… manantial de aguas frescas»

El Señor se dice a sí mismo la esperanza de su pueblo, pero antes de decir esa virtud de él mismo, describe que es lo que hace al ser humano feliz o infeliz, con esperanza o sin esperanza.

Es infeliz quien aparta su corazón de Dios y confía en seres humanos, porque en algún momento le fallaran, siempre será difícil todo y no tiene muchas oportunidades. Pero es feliz aquel que confía en Dios, que lo ve como su Esperanza, aun en tiempos difíciles todo lo podrá superar. Pero de inmediato el mensaje del profeta incluye una llamada de atención, ten cuidado con tu corazón, porque pueda que creas que eres alguien que confía en Dios, cuando realmente no es así.

Es el momento de dejar que Dios investigue nuestro corazón, que pese nuestros sentimientos, porque Dios da a cada uno lo que merecen sus acciones y sus intenciones. Por todo eso, todo el que abandone a Dios desaparecerá, por haber abandonado el manantial de aguas frescas.

Solo hay dos caminos, confiar en Dios o confiar en nuestras fuerzas ¿Cuál escoges?