Creemos en Jesús: "El Cristo"Sample
Crucifixión, imputación y juicio: 2 Corintios 5:21
La crucifixión es una forma de pena de muerte usada en el antiguo imperio romano. Sus víctimas eran atadas a la cruz, o clavadas en ella, como en el caso de Jesús, y entonces eran colgadas de la cruz hasta que murieran, típicamente por sofocación. La crucifixión de Jesús fue única, claro, porque sólo está sirvió cómo una ofrenda de expiación por el pecado. Como el Cristo, era su responsabilidad morir a nombre de su pueblo, como leemos en Hebreos 9:11 al 28.
La imputación simplemente significa asignar o ajustar cuentas. Pero cuando hablamos acerca de la imputación de nuestro pecado a Jesús en la cruz, nos referimos al acto en el cual Dios asignó la culpa de los pecadores a la persona de Jesús. Así que, cuando decimos que nuestros pecados fueron impugnados a Jesús, queremos decir que Dios lo culpó a él por nuestros pecados. Jesús realmente nunca pecó, y su persona nunca fue corrompida por el pecado. Pero desde una perspectiva legal, Dios contó a Jesús como si él personalmente hubiera cometido cada pecado imputado a él.
En continuidad con los patrones de las ofrendas por el pecado del Antiguo Testamento, Jesús se ofreció él mismo en la cruz como un sustituto de su pueblo. El libro de Hebreos habla de esto extensamente en los capítulos 9 y 10. El papel de Cristo como nuestro sustituto está reflejado en el hecho de que la Biblia a menudo se refiere a él como nuestro sacrificio, como en Romanos 3:25; Efesios 5:2; y 1 Juan 2:2. Ésta también es la razón por la que es llamado nuestro precio de rescate en lugares como Mateo 20:28; 1 Timoteo 2:6; y Hebreos 9:15.
Antes de que nuestro pecado fuera imputado a él, Jesús era sin culpa, perfecto, pero por extraño que nos parezca, una vez que nuestro pecado fue ajustado a su cuenta, Dios lo ve como el culpable de todo los pecados que le fueron asignados a él.
La muerte humana siempre es un juicio divino contra el pecado. Vemos esto en Génesis 3:17 al 19; Ezequiel 18:4; y Romanos 5:12 al 21. La muerte entró en la raza humana cuando Adán pecó en Génesis 3. Y ha continuado desde entonces porque el pecado de Adán ha sido imputado a nosotros.
La muerte de Jesús también fue un juicio divino en contra del pecado. Antes de que Dios pusiera la culpa sobre Jesús, él no podía morir. Pero una vez que nuestro pecado se le imputó en la cruz, su muerte se hizo no solamente posible, sino necesaria. Esta era la única respuesta justa que Dios podía dar a tan tremenda culpa. Como parte de su juicio, Jesús también permaneció bajo el poder de la muerte por tres días antes de su resurrección. Pero la buena noticia es que él ha calmado la furia total de Dios en contra de nuestro pecado, de modo que no haya ningún juicio divino pendiente que nos amenace.
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About this Plan
Este plan de lectura investiga la doctrina de la Cristología, centrándose en la persona y la obra de Jesucristo. Jesús es Dios encarnado, el centro de toda la historia, y la única esperanza para la salvación de la humanidad y para la creación. Este plan explora la vida y el ministerio de Jesucristo.
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