Importancia de discipulado en el reinoSample

No hay discipulado sin discípulos

Discípulo, en su vocablo primario, es un partidario o imitador de su maestro o líder; es alguien que fija su mirada en su maestro para aprender de su doctrina y de su estilo de vida; es un aprendiz, o sea, uno que constantemente aprende de su maestro; es uno que es llamado por el maestro para ser seguidor de él. 

Discípulo es aquel que primero aprende en el seguimiento continuo: venid en pos de mí, para luego ser enviado: …y haré que seáis pescadores de hombres. El discípulo no nace, se hace y no es resultado de la casualidad, implica una relación personal, intencional, integral y continua entre él y su maestro. Es por ello, que el mandato de Mateo capítulo 28 versos 18 al 20; el cual entregó el mismo Cristo Resucitado a sus primeros discípulos, no solo era predicar a los perdidos, sino haced discípulos. Asunto que ellos obedecieron fielmente posteriormente, tal como lo registra Hechos capítulo 14 verso 21. 

Es interesante que el término cristiano aparece solamente tres veces en el Nuevo Testamento, mientras que discípulo aparece 260 veces. Esto nos muestra que la naturaleza y propósito del reino no es difundir el cristianismo como una religión frente a las demás, sino formar hombres a la imagen de Cristo que por medio de la disciplina, diligencia y crecimiento de su fe puedan transformar el mundo.

La definición de discípulo se deriva del vocablo griego mathetes que implica mucho más que alumno, también significa seguidor, quien guarda la instrucción dada a él y la convierte en la regla de su conducta. Esta palabra viene de la raíz verbal manthano, que significa aprender por uso y práctica.

Una cosa muy interesante para observar es que aunque las varias palabras para discípulos son usadas muchas veces, estas no son usadas después del libro de Hechos. Veremos en las Epístolas que Pablo, Santiago, Pedro, Juan y Judas usaron otras palabras para ayudarnos a entender cómo hacemos discípulos. Tal ejemplo lo vemos en lo expresado por el apóstol Pablo, en su primera carta a los Corintios, en el capítulo 4 versos 14 al 16, No les escribo para avergonzarlos, sino para darles consejo como a hijos míos queridos. Porque aunque tengan diez mil tutores en Cristo, no tendrán muchos padres; pues en Cristo Jesús yo los engendré por medio del evangelio. Por tanto, les ruego que me imiten en todo.