La diferencia entre la verdadera y la falsa victoriaSample

Vivir en victoria no es el resultado de tu esfuerzo

La victoria es un regalo por el cual no tienes que trabajar, por el contrario, es un maravilloso regalo que recibes, porque no es la victoria que tú obtienes sino la victoria que Dios ya te dio en su amado Hijo. No creas que estoy diciendo que en la vida victoriosa no hay ningún tipo de crecimiento. Eso sería un grave error. Lo que quiero que sepas, es que el verdadero crecimiento y madurez en Cristo es el fruto natural de recibir su victoria en tu vida, y no el resultado de tu activismo religioso para vivir en victoria.

Por la madurez que vamos obteniendo a causa de su victoria, es que podemos crecer en el conocimiento de su gracia. Tú maduras en el conocimiento de su gracia, pero ya vives en victoria sobre el poder del pecado, porque no estas bajo el yugo de la ley, sino bajo el grandioso poder de la gracia. Vivir en victoria no es suprimir los deseos de la carne. Eso es una victoria falsa y superficial. Eso es lo que nos lleva a ponernos máscaras y a disfrazar con frases, actividades, e incluso con orgullo, lo que verdaderamente está sucediendo dentro de nosotros. Cualquiera puede suprimir sus deseos para lograr lo que quiere. Cualquiera puede portarse bien delante de otros para que no le quiten el puesto que tiene en la congregación, cualquiera puede criticar a otro para cubrir sus propias faltas, cualquiera puede decir una cosa por delante y luego, a tu espalda, traicionarte de la peor manera. 

Es posible ayunar, orar, reprender, confesar todos tus pecados para suprimir el deseo de pecar, para luego descubrir que, si no haces nada de eso, la tentación es tan fuerte que por fuera no lo haces, pero por dentro te está consumiendo. Eso, amados hermanos, no es vivir en victoria. Se te podrá considerar un buen cristiano por fuera, pero tú sabes que eres un miserable por dentro. Es posible ser un cristiano completamente rendido y vivir en derrota. Como muchos hemos experimentado. Vivir en victoria no es el resultado de tu «fuerza de voluntad», es un milagro, es un regalo que ya en Cristo has recibido. ¿Ya lo recibiste?