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Nueva identidad
Cuando Dios nos salva, tomamos la decisión que vamos a seguir a Jesús — que por el resto de nuestra vida, intentaremos ser más y más como Él —.
Después de tomar esta decisión, nuestro problema es que nuestro pecado se adueña de nosotros. El viejo deseo de rebelarnos contra Dios y controlar nuestra propia vida nos lleva a desobedecer a Dios. Nuestros vicios, problemas de carácter, hábitos y apetitos nos controlan, porque el pecado es activo, progresivo y maligno. Cualquier desobediencia a Dios siempre crece, nos cambia, y destruye.
Ahora, sabemos que debemos luchar contra nuestro pecado — porque sólo por dejarlo llegaremos a ser más como Cristo. Desafortunadamente, muchas veces nuestros mejores esfuerzos terminan con pocos resultados, porque intentamos obedecer a Dios por todas las razones equivocadas: Por nuestro orgullo (obedecemos porque así nos sentimos más dignos — como que realmente somos buenas personas —); porque sentimos condenación (obedecemos porque nos sentimos muy culpables por todo lo malo que hemos hecho); y para manipular a Dios (obedecemos para conseguir algo de Dios). Al final de cuentas, la obediencia motivada por estas razones no da buenos resultados.
En el Evangelio, recibimos una nueva (y mucho mejor) motivación para obedecer a nuestro Padre.
Motivado por la nueva identidad
Dios nos da una motivación para obedecerle que es totalmente diferente del orgullo, de la condenación o de la manipulación. Es la nueva identidad como su hijo perdonado. El mensaje de esta identidad es: “eres nuevo, perdonado, amado y aceptado; ahora pórtate como una persona nueva.” Nuestra motivación por obedecer es que somos nuevas personas — hijos e hijas amados de Dios —; e hijos amados obedecen a su Padre.
Esta nueva motivación tiene tres componentes:
1) Totalmente nuevos
La identidad como hijos de Dios está basada en la obra que Dios hace cuando nos salva: nos hace nuevos, nos transforma completamente. Por la vida y muerte de Cristo, nos adopta como sus hijos amados y aceptados, nos perdona totalmente, nos hace perfectos en sus ojos, nos libera del dominio del pecado y de la naturaleza rebelde y nos da nuevos deseos. Los hijos de Dios son nuevas personas.
2) Nuevas personas viven diferentemente
En el centro de esta nueva motivación de obedecer está la idea de que nuevas personas viven diferentemente. Lo que hacemos fluirá de la nueva identidad que tenemos. Mejor entendemos lo que hemos recibido, mejor viviremos como deberíamos. La razón que Dios da a sus hijos para que lo obedezcan es: “deben vivir como lo que son,” o sea: “son mis hijos, pórtense como mis hijos”.
3) Poder para obedecer
Junto con nuestra nueva identidad, Dios nos da un gran poder para luchar contra el pecado. Es su Espíritu Santo quien habita en sus hijos. Este poder nos da la esperanza de que sí podemos vivir como las nuevas personas que somos. Los hijos de Dios pueden vivir como las nuevas personas que son porque el Espíritu de su Padre vive en ellos.
La nueva motivación
Los hijos de Dios luchan contra su pecado por confesar, negarse a sí mismo y huir de la tentación porque si están en Cristo, son nuevas personas, y nuevas personas viven como nuevas personas. Nuestra nueva identidad en Cristo nos motiva a imitar a Jesús.
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La Base: Creencias fundamentales de la fe Cristiana. En La Base, examinamos algunas ideas grandes que corren por todo el texto bíblico, por todas las historias, profecías, poemas y enseñanzas. Estas ideas forman la base de una relación con Dios, e infunden sentido al resto de la vida. Puedes descargar el libro completo de La Base totalmente gratis en esta página: http://pazcondios.com/?page_id=4884 .
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