¿Quién es Dios?နမူနာ

Santidad

No hay nadie como nuestro Dios. Él es santo y perfecto en motivo y en acción, la esencia de una luz limpia y pura de amor y de gloria. Es absolutamente único entre los dioses sin vida de las naciones.

Dios escogió mostrar su grandeza y bondad a través de una relación especial con el pueblo de Israel. Con las bendiciones de su cuidado y su provisión vino la expectativa de que la gente se consagraría y sería santa como él es, no divina, sino separada y única en los caminos de la adoración y la conducta diaria. El llamado a ser santo no era simplemente hacer que Israel se viera diferente de otros pueblos, debían ser santos por asociación, porque Dios es santo. En otras palabras, su santidad decía algo de él. La vida cuidadosa que vivieron, de acuerdo con los requisitos de Dios, ayudó a identificarlos como su pertenencia.

Dios dio leyes para la interacción apropiada con la gente y las cosas a su alrededor. Sus órdenes estaban conectadas con la meta de permanecer limpios y sin mancha. Algunas leyes enumeraban lo que no se debía tocar o comer; estas cosas harían a una persona inmunda. La letra de estas leyes se aplicaba solo al antiguo Israel, pero su espíritu sigue aplicándose al pueblo de Dios en la actualidad. Como los hebreos, somos llamados a la santidad en todas las áreas de la vida (1 Pedro 1.14-16).

Jesús aclaró lo que significa estar limpio. Enseñó que lo que nos contamina viene de adentro, del corazón, no de las cosas externas que tocamos o comemos (Mateo 15.1-11). Los cristianos viven bajo la cobertura de la gracia de Dios. Nuestro perdón es pleno y permanente, no tememos que la contaminación nos lleve a la pérdida de la justicia que nos ha sido dada por Cristo. Tocamos y comemos en una libertad cuidadosa y construida sobre el Espíritu Santo que vive en nosotros y nuestro discernimiento del pecado.

Somos santos por causa de Jesús (Hebreos 10.10), y sin embargo la Biblia nos llama a seguir creciendo en santidad mientras nos separamos del pecado (1 Tesalonicenses 4.1-8). Los cristianos son personas compradas. Dios tiene todo el derecho de esperar que obedezcamos sus preferencias sobre cómo vivir nuestros días en la tierra. Cuando vivimos vidas santas, nos distinguimos como pueblo de Dios y lo honramos por medio de una feliz obediencia.

Jesús, gracias por hacerme santo. Ayúdame a ser más santo en la medida en que te busque cada día. Ayúdame a vivir una vida santa que te honre. Amén.

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