<h1>Biblia Reina Valera 1960</h1> La revisión Reina-Valera ha sido el texto más utilizado por la iglesia evangélica hispanoamericana durante varias gereraciones. Su lenguaje forma parte del habla de los cristianos evengélicos, quienes han memorizado frases, versículos y pasajes enteros, en los que siempre encuentran consuelo e inspiración divina. En 1960 la American Bible Society publicó esta revisión de la Biblia, luego de un arduo trabajo por parte de un excelente equipo de estudiosos, que adecuó el antiguo texto a la ortografía de la época, mejoró su construcción gramatical y le añadió claridad a palabras y pasajes. The Reina-Valera 1960 has been the basic text most used by the evangelical Spanish-speaking church. It is the most beloved translation of Spanish-speaking Christians because it retains the traditional style of the Spanish language. After almost 200 years of ongoing ministry, American Bible Society invites people to experience the life-changing message of the Bible. Offering an increasing range of innovative ministries to address core life questions and struggles, the Bible Society partners with Christian churches and national Bible societies to share God’s Word both in the United States and around the globe. For more information, visit <a href="http://www.americanbible.org/">www.americanbible.org</a> To purchase a copy of this translation, visit <a href="http://www.bibles.com/">www.bibles.com</a>

El texto bíblico ha sido tomado de la versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso. Reina-Valera 1960® es una marca registrada de American Bible Society, y se puede usar solamente bajo licencia.

Biblia Reina Valera 1960

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 <div class="book bkJHN">
 <div class="chapter ch6" data-usfm="JHN.6">
 <div class="label">6</div><div class="s">Alimentaci&#243;n de los cinco mil</div><div class="r">(Mt. 14.13-21; Mr. 6.30-44; Lc. 9.10-17)</div><div class="p"> 1Despu&#233;s de esto, Jes&#250;s fue al otro lado del mar de Galilea, el de Tiberias. 2Y le segu&#237;a gran multitud, porque ve&#237;an las se&#241;ales que hac&#237;a en los enfermos. 3Entonces subi&#243; Jes&#250;s a un monte, y se sent&#243; all&#237; con sus disc&#237;pulos. 4Y estaba cerca la pascua, la fiesta de los jud&#237;os. 5Cuando alz&#243; Jes&#250;s los ojos, y vio que hab&#237;a venido a &#233;l gran multitud, dijo a Felipe: &#191;De d&#243;nde compraremos pan para que coman estos? 6Pero esto dec&#237;a para probarle; porque &#233;l sab&#237;a lo que hab&#237;a de hacer. 7Felipe le respondi&#243;: Doscientos denarios de pan no bastar&#237;an para que cada uno de ellos tomase un poco. 8Uno de sus disc&#237;pulos, Andr&#233;s, hermano de Sim&#243;n Pedro, le dijo: 9Aqu&#237; est&#225; un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas &#191;qu&#233; es esto para tantos? 10Entonces Jes&#250;s dijo: Haced recostar la gente. Y hab&#237;a mucha hierba en aquel lugar; y se recostaron como en n&#250;mero de cinco mil varones. 11Y tom&#243; Jes&#250;s aquellos panes, y habiendo dado gracias, los reparti&#243; entre los disc&#237;pulos, y los disc&#237;pulos entre los que estaban recostados; asimismo de los peces, cuanto quer&#237;an. 12Y cuando se hubieron saciado, dijo a sus disc&#237;pulos: Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada. 13Recogieron, pues, y llenaron doce cestas de pedazos, que de los cinco panes de cebada sobraron a los que hab&#237;an comido. 14Aquellos hombres entonces, viendo la se&#241;al que Jes&#250;s hab&#237;a hecho, dijeron: Este verdaderamente es el profeta que hab&#237;a de venir al mundo.</div><div class="p"> 15Pero entendiendo Jes&#250;s que iban a venir para apoderarse de &#233;l y hacerle rey, volvi&#243; a retirarse al monte &#233;l solo.</div><div class="s">Jes&#250;s anda sobre el mar</div><div class="r">(Mt. 14.22-27; Mr. 6.45-52)</div><div class="p"> 16Al anochecer, descendieron sus disc&#237;pulos al mar, 17y entrando en una barca, iban cruzando el mar hacia Capernaum. Estaba ya oscuro, y Jes&#250;s no hab&#237;a venido a ellos. 18Y se levantaba el mar con un gran viento que soplaba. 19Cuando hab&#237;an remado como veinticinco o treinta estadios, vieron a Jes&#250;s que andaba sobre el mar y se acercaba a la barca; y tuvieron miedo. 20Mas &#233;l les dijo: Yo soy; no tem&#225;is. 21Ellos entonces con gusto le recibieron en la barca, la cual lleg&#243; en seguida a la tierra adonde iban.</div><div class="s">La gente busca a Jes&#250;s</div><div class="p"> 22El d&#237;a siguiente, la gente que estaba al otro lado del mar vio que no hab&#237;a habido all&#237; m&#225;s que una sola barca, y que Jes&#250;s no hab&#237;a entrado en ella con sus disc&#237;pulos, sino que estos se hab&#237;an ido solos. 23Pero otras barcas hab&#237;an arribado de Tiberias junto al lugar donde hab&#237;an comido el pan despu&#233;s de haber dado gracias el Se&#241;or. 24Cuando vio, pues, la gente que Jes&#250;s no estaba all&#237;, ni sus disc&#237;pulos, entraron en las barcas y fueron a Capernaum, buscando a Jes&#250;s.</div><div class="s">Jes&#250;s, el pan de vida</div><div class="p"> 25Y hall&#225;ndole al otro lado del mar, le dijeron: Rab&#237;, &#191;cu&#225;ndo llegaste ac&#225;? 26Respondi&#243; Jes&#250;s y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me busc&#225;is, no porque hab&#233;is visto las se&#241;ales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis. 27Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dar&#225;; porque a este se&#241;al&#243; Dios el Padre. 28Entonces le dijeron: &#191;Qu&#233; debemos hacer para poner en pr&#225;ctica las obras de Dios? 29Respondi&#243; Jes&#250;s y les dijo: Esta es la obra de Dios, que cre&#225;is en el que &#233;l ha enviado. 30Le dijeron entonces: &#191;Qu&#233; se&#241;al, pues, haces t&#250;, para que veamos, y te creamos? &#191;Qu&#233; obra haces? 31Nuestros padres comieron el man&#225; en el desierto,#Ex. 16.4,15. como est&#225; escrito: Pan del cielo les dio a comer.#Sal. 78.24. 32Y Jes&#250;s les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio Mois&#233;s el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo. 33Porque el pan de Dios es aquel que descendi&#243; del cielo y da vida al mundo. 34Le dijeron: Se&#241;or, danos siempre este pan.</div><div class="p"> 35Jes&#250;s les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a m&#237; viene, nunca tendr&#225; hambre; y el que en m&#237; cree, no tendr&#225; sed jam&#225;s. 36Mas os he dicho, que aunque me hab&#233;is visto, no cre&#233;is. 37Todo lo que el Padre me da, vendr&#225; a m&#237;; y al que a m&#237; viene, no le echo fuera. 38Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envi&#243;. 39Y esta es la voluntad del Padre, el que me envi&#243;: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el d&#237;a postrero. 40Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en &#233;l, tenga vida eterna; y yo le resucitar&#233; en el d&#237;a postrero.</div><div class="p"> 41Murmuraban entonces de &#233;l los jud&#237;os, porque hab&#237;a dicho: Yo soy el pan que descendi&#243; del cielo. 42Y dec&#237;an: &#191;No es este Jes&#250;s, el hijo de Jos&#233;, cuyo padre y madre nosotros conocemos? &#191;C&#243;mo, pues, dice este: Del cielo he descendido? 43Jes&#250;s respondi&#243; y les dijo: No murmur&#233;is entre vosotros. 44Ninguno puede venir a m&#237;, si el Padre que me envi&#243; no le trajere; y yo le resucitar&#233; en el d&#237;a postrero. 45Escrito est&#225; en los profetas: Y ser&#225;n todos ense&#241;ados por Dios.#Is. 54.13. As&#237; que, todo aquel que oy&#243; al Padre, y aprendi&#243; de &#233;l, viene a m&#237;. 46No que alguno haya visto al Padre, sino aquel que vino de Dios; este ha visto al Padre. 47De cierto, de cierto os digo: El que cree en m&#237;, tiene vida eterna. 48Yo soy el pan de vida. 49Vuestros padres comieron el man&#225; en el desierto, y murieron. 50Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de &#233;l come, no muera. 51Yo soy el pan vivo que descendi&#243; del cielo; si alguno comiere de este pan, vivir&#225; para siempre; y el pan que yo dar&#233; es mi carne, la cual yo dar&#233; por la vida del mundo.</div><div class="p"> 52Entonces los jud&#237;os contend&#237;an entre s&#237;, diciendo: &#191;C&#243;mo puede este darnos a comer su carne? 53Jes&#250;s les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no com&#233;is la carne del Hijo del Hombre, y beb&#233;is su sangre, no ten&#233;is vida en vosotros. 54El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitar&#233; en el d&#237;a postrero. 55Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. 56El que come mi carne y bebe mi sangre, en m&#237; permanece, y yo en &#233;l. 57Como me envi&#243; el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, &#233;l tambi&#233;n vivir&#225; por m&#237;. 58Este es el pan que descendi&#243; del cielo; no como vuestros padres comieron el man&#225;, y murieron; el que come de este pan, vivir&#225; eternamente. 59Estas cosas dijo en la sinagoga, ense&#241;ando en Capernaum.</div><div class="s">Palabras de vida eterna</div><div class="p"> 60Al o&#237;rlas, muchos de sus disc&#237;pulos dijeron: Dura es esta palabra; &#191;qui&#233;n la puede o&#237;r? 61Sabiendo Jes&#250;s en s&#237; mismo que sus disc&#237;pulos murmuraban de esto, les dijo: &#191;Esto os ofende? 62&#191;Pues qu&#233;, si viereis al Hijo del Hombre subir adonde estaba primero? 63El esp&#237;ritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son esp&#237;ritu y son vida. 64Pero hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jes&#250;s sab&#237;a desde el principio qui&#233;nes eran los que no cre&#237;an, y qui&#233;n le hab&#237;a de entregar. 65Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a m&#237;, si no le fuere dado del Padre.</div><div class="p"> 66Desde entonces muchos de sus disc&#237;pulos volvieron atr&#225;s, y ya no andaban con &#233;l. 67Dijo entonces Jes&#250;s a los doce: &#191;Quer&#233;is acaso iros tambi&#233;n vosotros? 68Le respondi&#243; Sim&#243;n Pedro: Se&#241;or, &#191;a qui&#233;n iremos? T&#250; tienes palabras de vida eterna. 69Y nosotros hemos cre&#237;do y conocemos que t&#250; eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.#Mt. 16.16; Mr. 8.29; Lc. 9.20. 70Jes&#250;s les respondi&#243;: &#191;No os he escogido yo a vosotros los doce, y uno de vosotros es diablo? 71Hablaba de Judas Iscariote, hijo de Sim&#243;n; porque este era el que le iba a entregar, y era uno de los doce.</div>
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Texto bíblico Reina-Valera 1960® © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Derechos renovados 1988, Sociedades Bíblicas Unidas.

Después de esto, Jesús fue al otro lado del mar de Galilea, el de Tiberias. Y le seguía gran multitud, porque veían las señales que hacía en los enfermos. Entonces subió Jesús a un monte, y se sentó allí con sus discípulos. Y estaba cerca la pascua, la fiesta de los judíos. Cuando alzó Jesús los ojos, y vio que había venido a él gran multitud, dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman estos? Pero esto decía para probarle; porque él sabía lo que había de hacer. Felipe le respondió: Doscientos denarios de pan no bastarían para que cada uno de ellos tomase un poco. Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dijo: Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos? Entonces Jesús dijo: Haced recostar la gente. Y había mucha hierba en aquel lugar; y se recostaron como en número de cinco mil varones. Y tomó Jesús aquellos panes, y habiendo dado gracias, los repartió entre los discípulos, y los discípulos entre los que estaban recostados; asimismo de los peces, cuanto querían. Y cuando se hubieron saciado, dijo a sus discípulos: Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada. Recogieron, pues, y llenaron doce cestas de pedazos, que de los cinco panes de cebada sobraron a los que habían comido. Aquellos hombres entonces, viendo la señal que Jesús había hecho, dijeron: Este verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo.
Pero entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey, volvió a retirarse al monte él solo.


Al anochecer, descendieron sus discípulos al mar, y entrando en una barca, iban cruzando el mar hacia Capernaum. Estaba ya oscuro, y Jesús no había venido a ellos. Y se levantaba el mar con un gran viento que soplaba. Cuando habían remado como veinticinco o treinta estadios, vieron a Jesús que andaba sobre el mar y se acercaba a la barca; y tuvieron miedo. Mas él les dijo: Yo soy; no temáis. Ellos entonces con gusto le recibieron en la barca, la cual llegó en seguida a la tierra adonde iban.

El día siguiente, la gente que estaba al otro lado del mar vio que no había habido allí más que una sola barca, y que Jesús no había entrado en ella con sus discípulos, sino que estos se habían ido solos. Pero otras barcas habían arribado de Tiberias junto al lugar donde habían comido el pan después de haber dado gracias el Señor. Cuando vio, pues, la gente que Jesús no estaba allí, ni sus discípulos, entraron en las barcas y fueron a Capernaum, buscando a Jesús.

Y hallándole al otro lado del mar, le dijeron: Rabí, ¿cuándo llegaste acá? Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis. Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a este señaló Dios el Padre. Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado. Le dijeron entonces: ¿Qué señal, pues, haces tú, para que veamos, y te creamos? ¿Qué obra haces? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan del cielo les dio a comer. Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio Moisés el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo. Le dijeron: Señor, danos siempre este pan.
Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás. Mas os he dicho, que aunque me habéis visto, no creéis. Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera. Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.
Murmuraban entonces de él los judíos, porque había dicho: Yo soy el pan que descendió del cielo. Y decían: ¿No es este Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo, pues, dice este: Del cielo he descendido? Jesús respondió y les dijo: No murmuréis entre vosotros. Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero. Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí. No que alguno haya visto al Padre, sino aquel que vino de Dios; este ha visto al Padre. De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna. Yo soy el pan de vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron. Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no muera. Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.
Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede este darnos a comer su carne? Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él. Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí. Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente. Estas cosas dijo en la sinagoga, enseñando en Capernaum.

Al oírlas, muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír? Sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo: ¿Esto os ofende? ¿Pues qué, si viereis al Hijo del Hombre subir adonde estaba primero? El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida. Pero hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar. Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre.
Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él. Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros? Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Jesús les respondió: ¿No os he escogido yo a vosotros los doce, y uno de vosotros es diablo? Hablaba de Judas Iscariote, hijo de Simón; porque este era el que le iba a entregar, y era uno de los doce.

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