Rostros - Mujeres de la Biblia 1Sýnishorn

Rostros - Mujeres de la Biblia 1

DAY 2 OF 8

Ana, una mujer estéril.

En 1 Samuel 1 se narra la historia del profeta Samuel a partir de la de su padre, Elcaná, y termina con una breve mención a las mujeres de este: Ana y Penina, de quienes se comenta su capacidad (Penina) o incapacidad (Ana) para procrear.

Los versículos 6 y 7 cuentan que la rivalidad entre las dos mujeres era continua, y el blanco preferido de los ataques de Penina era, por supuesto, la esterilidad de Ana.

Después de quejarse reiteradamente ante su marido (v. 8) y de soportar durante años las burlas y desprecios de Penina, Ana recurre al templo donde pronuncia una oración de ruego a Dios: Si Dios es quien ha decidido su esterilidad (v. 5), Él será también quien pueda revertirla.

Hay que recordar que el prestigio de una mujer estaba dado por su capacidad de ser madre y que la esterilidad se atribuía a decisiones divinas, por tanto, algo de «culpabilidad» se sospechaba en la mujer estéril.

Elcaná no lograba comprender por qué su amor no era suficiente para Ana. Tan angustiada estaba la mujer que lloraba, había dejado de comer y estaba afligida. Así, en esas condiciones, entró en el templo.

El caso de Ana es el único ejemplo en el Antiguo Testamento de una mujer que ruega por el embarazo dentro del templo mismo. En su oración, Ana reconoce a Dios como «Jehová de los ejércitos» en clara alusión a su poder y su capacidad para transformar la esterilidad en fertilidad. Por otra parte, ella es su «sierva».

Cuando Ana le ruega a Dios que la convierta en madre, lo hace de a poco y en pasos:

  1. «Si te dignares mirar a la aflicción». Es decir, la primera condición es que Dios la tenga en cuenta, y que considere su tristeza y sufrimiento.
  2. «Y te acordares de mí», dicho de otro modo, si luego de que Dios se diera cuenta del sufrimiento de Ana la retuviere en Su memoria como digna de ello.
  3. Y finalmente, el pedido concreto: «dieres a tu sierva un hijo varón». En otras palabras, si luego de advertir que existe y tener en cuenta su pena, Dios la considera digna de su intervención y como resultado decide actuar.

De este modo, Ana acude a Dios como el gran Dador, el único ser capaz de cambiar su situación despreciable mediante el regalo de la maternidad.

Sin embargo, ella, que entra en el templo para pedir una dádiva, se transforma a su vez en dadora: Su retribución a Dios consiste en devolver, precisamente, la dádiva recibida. También este compromiso está armado por partes:

  1. La devolución como dádiva, lo cual significa la imposibilidad de recuperación: «Yo lo dedicaré a Jehová»,
  2. Y esto reafirmado mediante la frase: «todos los días de su vida». Es decir que Ana es consciente de que aquello que está pidiendo es lo mismo de lo cual tendrá que desprenderse. Su hijo tan ansiado no le pertenecerá por los días que él viva. Su renuncia es sin condiciones y para siempre.
  3. Por medio del voto que Ana pronuncia, su hijo quedará separado como nazareo (en hebreo, nazîr), es decir, quedará apartado para Dios, consagrado a él, por lo tanto: «no pasará navaja sobre su cabeza».

El voto de Ana es completo: No solo devolverá su hijo a Dios, sino que lo hará para siempre, y en calidad de nazareo.

Esto era muy importante para el pueblo hebreo pues significaba consagrar la vida a Dios, y su manifestación externa era la cabellera sin cortar, de ahí la clave de la promesa de que nunca se cortaría el pelo.

La situación de Ana cambia a lo largo de esta oración en la cual aparece en primer lugar como sierva, humillada, abatida por el dolor, para ir transformándose lentamente hasta ser ella misma dadora de un regalo permanente en su más alta expresión: El hijo añorado será entregado por siempre a aquel que hizo posible su nacimiento. Este voto a Dios tuvo como recompensa no solo el nacimiento del ansiado primogénito, Samuel, sino que luego Ana dio a luz otros hijos e hijas, según se lee en 1 Samuel 2.21.

Ritningin

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Rostros - Mujeres de la Biblia 1

Mujeres invisibles que cobran vida, salen del anonimato y nos enseñan que la fe, la perseverancia y la confianza en Dios son imprescindibles en el camino de la existencia. Un plan de 8 días para profundizar en la vida de mujeres que marcaron la historia.

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