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Florecimiento: 21 días para que el Fruto del Espíritu florezca en tu vidaMuestra

Florecimiento: 21 días para que el  Fruto del Espíritu florezca en tu vida

DÍA 20 DE 21

No es el fruto más popular

Por Elisabeth Dunn

Como ciudad sin murallas e indefensa es el que no puede controlarse (Proverbios 25:28 PDT).

Cuando era niña, aprender a leer fue una lucha. Pero después de muchas lágrimas (las mías) y múltiples oraciones (las de mi mamá), me convertí en una lectora voraz. Me encanta la palabra escrita. Si tuviera que perder uno de mis cinco sentidos, dejaría de escuchar. Podría vivir en un mundo silencioso, pero no podría vivir sin la palabra escrita. La lectura ha hecho mi mundo grande y maravilloso. Leyendo fue como aprendí sobre Amy Carmichael cuando era adolescente y supe que quería visitar la India algún día. Y luego, en 2014, tuve el privilegio de pasar dos meses en la India. A través de los libros, conocí el gran Imperio Ruso de la década de 1800, y más tarde experimentar en persona los lugares sobre los que había leído fue uno de los eventos más extraordinarios de mi vida. Aprendí sobre personas que se convirtieron en heroínas para mí, como Ana Frank (puede que también le haya dado un nombre a mi diario cuando era adolescente), Corrie Ten Boom y Virginia Hall, solo por nombrar algunas.

No releo libros con frecuencia, pero leo la Biblia completa casi todos los años. La Biblia no se parece a ningún otro libro jamás escrito, y es, con mucho, el libro más importante que leo porque es vivo y activo (ver Hebreos 4:12). Y cuando era adolescente, siempre traté de leer mi Biblia antes de leer cualquier otro libro.

Sin embargo, a medida que crecía y todo lo que leía no lo elegían mis padres o un maestro, tuve que aprender que lo que dejaba pasar por mi ojo no era solo sobre las películas o los programas que veía; también se relacionaba con lo que dejaba entrar a través de la lectura. No siempre hice lo mejor en esta área. Un día, cuando tenía poco más de 20 años, sentí la inspiración del Espíritu Santo de que necesitaba ayunar un género literario en particular durante un año.

No hablo mucho de esto porque es un poco vergonzoso decirle a la gente que ayuné libros de romance durante un año. Ahora, antes de que te pongas a juzgar, no estaba leyendo esos libros de romance con hombres sin camisa en la portada. Solo un buen romance cristiano común y corriente. Un poco de Janette Oke por aquí, algo de Lori Wick por allá y una pizca de Francine Rivers por todas partes.

Los libros que leía no eran malos; de hecho, ¡tenían citas de la Biblia! Pero se trataba menos de lo que había en los libros y más de mi corazón, y de dónde estaba eligiendo dejar escapar mi mente y mis emociones. En 1 Corintios 6:12, el Apóstol Pablo escribe: «Tal vez sea cierto lo que dicen: “Soy libre de hacer lo que quiera”, pero no todo conviene. Aun si puedo hacer lo que quiera, no debo permitir que nada me domine» (PDT). Los mundos que crean los autores son increíbles, y pienso que la creatividad con la palabra escrita es un regalo de Dios. Sin embargo, si sigo eligiendo mundos ficticios llenos de caprichos extravagantes como mi escape cuando estoy triste, enojada, deprimida o confundida, me decepcionaría una y otra vez. Esos libros no pudieron llenar el vacío en mi corazón. Solo Jesús pudo.

Sé que esto puede parecer un ejemplo menor de dominio propio, pero a veces las malas hierbas que parecen pequeñas en la superficie tienen un sistema de raíces profundo y próspero bajo tierra. Nuestros corazones son similares. Si no se atienden, las cosas que pensamos que podemos ignorar se convierten en piedras de tropiezo. Me alegro de haber elegido desarraigar mi propensión a los libros románticos para obtener una relación más profunda e íntima con Jesús. Cambié el escapismo por el refugio en el Señor. Y aprendí a reconocer cuando dependo de algo que no sea el Señor para sostenerme emocionalmente.

El dominio propio probablemente no sea el fruto más popular del Espíritu, pero sin practicarlo, fácilmente podemos perder la paz, la paciencia, la bondad y la fidelidad. Es posible que te encuentres en una situación similar. Tal vez sientas la necesidad de dominio propio en el área de los programas de televisión que ves, los videojuegos que juegas o la frecuencia con la que compras. Podría ser una de un millón de cosas diferentes. Sea lo que sea, te aseguro que al practicar el dominio propio en obediencia al Espíritu Santo, recibirás dones buenos y perfectos de nuestro Padre Celestial.

Oración

Padre, gracias por la oportunidad de acercarme a Ti. Me presento ante Ti hoy con las manos abiertas y el corazón dispuesto a rendirme. Si hay algún área en mi vida donde necesito practicar el dominio propio, muéstramela. Gracias porque no estoy solo en este viaje, estarás conmigo en cada paso del camino. Gracias porque seguir Tu guía producirá buenos frutos en mi vida. En el nombre de Jesús, amén.

Para mayor reflexión

  1. ¿Destacó el Señor un área en tu vida en la que necesitas practicar el dominio propio? Mientras actúas en obediencia, no permitas que entre la condenación. Lee Romanos 8:1–2 y reflexiona sobre el Espíritu vivificante que te ha liberado.
  2. Pídele al Señor que te muestre cualquier área de tu vida en la que puedas estar confiando en algo que no sea Él para que te sostenga. Reflexiona sobre el Salmo 91:9–16. Está lleno de promesas disponibles para nosotros cuando hacemos del Señor nuestro refugio.
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Acerca de este Plan

Florecimiento: 21 días para que el  Fruto del Espíritu florezca en tu vida

Este devocional de 21 días está lleno de verdades bíblicas y estimulantes historias sobre cómo el Espíritu Santo produce amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio en tu vida. Diariamente, mientras reflexionas acerca de lo que significa permanecer en Cristo como la Vid, ¡empezarás a ver florecer el Fruto del Espíritu en tu vida!

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Nos gustaría agradecer a Gateway Church por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://gatewaydevotions.com/