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Salmos 119:73-96

Salmos 119:73-96 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)

Tus manos me hicieron y me formaron. Dame entendimiento para aprender tus mandamientos. Los que te honran se regocijan al verme, porque he puesto mi esperanza en tu palabra. SEÑOR, yo sé que tus leyes son justas y que por tu fidelidad me afliges. Que sea tu gran amor mi consuelo, conforme a la promesa que hiciste a tu siervo. Que venga tu misericordia a darme vida, porque en tu Ley me regocijo. Sean avergonzados los insolentes que sin motivo me maltratan; yo, por mi parte, meditaré en tus preceptos. Vuélvanse a mí los que te honran, los que conocen tus mandatos. Que con corazón íntegro obedezca tus estatutos, para que yo no sea avergonzado. Mi vida desfallece esperando tu salvación, pero he puesto mi esperanza en tu palabra. Mis ojos se consumen esperando tu promesa y digo: «¿Cuándo vendrás a consolarme?». Parezco un odre ennegrecido por el humo, pero no me olvido de tus estatutos. ¿Cuánto más vivirá este siervo tuyo? ¿Cuándo juzgarás a mis perseguidores? Me han cavado fosas los insolentes, los que no viven conforme a tu Ley. Todos tus mandamientos son dignos de confianza; ¡ayúdame!, pues falsos son mis perseguidores. Por poco me borran de la tierra, pero yo no abandono tus preceptos. Por tu gran amor, dame vida y cumpliré los mandatos que has emitido. Tu palabra, SEÑOR, es eterna y está firme en los cielos. Tu fidelidad permanece por todas las generaciones; estableciste la tierra y quedó firme. Todo subsiste hoy, conforme a tus leyes, porque todo está a tu servicio. Si tu Ley no fuera mi regocijo, la aflicción habría acabado conmigo. Jamás me olvidaré de tus preceptos, pues con ellos me has dado vida. ¡Sálvame, pues te pertenezco y escudriño tus preceptos! Los malvados esperan destruirme, pero yo me esfuerzo por entender tus mandatos. He visto que aun la perfección tiene sus límites; ¡solo tus mandamientos son infinitos!

Salmos 119:73-96 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)

Tú me hiciste con tus propias manos; ¡hazme obedecer tus mandamientos! Los que te adoran se alegran al verme, pues confío en tu palabra. Dios mío, yo sé que tus mandatos son justos, y merezco que me castigues. Ven con tu amor a darme ánimo, pues soy feliz con tus enseñanzas. Yo medito en ellas, así que cumple tu promesa. Avergüenza a esos orgullosos que sin motivo me hacen daño, haz que se junten conmigo todos los que te adoran, para que conozcan tus mandamientos. Hazme entender tus enseñanzas, para que yo no pase vergüenza. La vida se me escapa, la vista se me nubla, esperando que cumplas tu promesa de venir a salvarme, pues yo confío en tu palabra. Aunque ya estoy viejo y arrugado, no me olvido de tu palabra. Esos orgullosos y embusteros que no siguen tus enseñanzas, me ponen trampas. ¿Cuándo vas a castigarlos? Casi han acabado conmigo, pero yo obedezco tus mandamientos porque son la verdad. ¡Dame tu ayuda! ¡Dame ánimo y te obedeceré, pues tú eres un Dios de amor! Dios mío, tú eres eterno y siempre fiel. Mientras el cielo y la tierra existan, tu palabra permanecerá; ¡todo lo creado está a tu servicio! Si tu palabra no me hiciera tan feliz, ¡ya me hubiera muerto de tristeza! Jamás me olvido de tu palabra, pues ella me da vida. ¡Sálvame, pues soy tuyo y busco cumplir tus mandamientos! Hay malvados que quieren matarme, pero yo quiero entender tus enseñanzas. Todo en este mundo acabará; ¡solo tu palabra no tiene fin!

Salmos 119:73-96 Reina Valera Contemporánea (RVC)

Tú, con tus propias manos me formaste; dame la capacidad de comprender tus mandamientos. Cuando me vean los que te honran, se alegrarán, porque en tu palabra he puesto mi esperanza. Señor, yo sé que tus juicios son justos, y que por tu fidelidad me afligiste. Muéstrame tu misericordia, y ven a consolarme, pues esa fue tu promesa a este siervo tuyo. Compadécete de mí, y viviré, pues en tu ley encuentro mi deleite. Avergüenza a esos arrogantes que me calumnian; por mi parte, yo meditaré en tus mandamientos. Que se unan a mí aquellos que te honran, aquellos que conocen tus testimonios. Perfecciona mi corazón con tus estatutos, para que no tenga de qué avergonzarme. Siento que me muero esperando tu salvación, pero sigo confiando en tu palabra. Los ojos se me apagan esperando tu promesa, y me pregunto: «¿Cuándo vendrás a consolarme?» Me siento tan inútil como un odre viejo, pero tengo presentes tus estatutos. ¿Cuántos años más me quedan de vida? ¿Cuándo dictarás sentencia contra mis enemigos? Gente altanera me ha tendido trampas, pues no actúa de acuerdo con tu ley. Todos tus mandamientos son verdaderos; ¡ayúdame, porque sin razón soy perseguido! Poco ha faltado para que me derriben, pero ni así me he apartado de tus mandamientos. ¡Dame vida, conforme a tu misericordia, para que cumpla los testimonios que has emitido! Señor, tu palabra es eterna, y permanece firme como los cielos. Tu fidelidad es la misma por todas las edades; tú afirmaste la tierra, y esta permanece firme. Por tus decretos, todo subsiste hoy, y todo está a tu servicio. Si en tu ley no hallara mi regocijo, la aflicción ya habría acabado conmigo. Jamás me olvidaré de tus mandamientos, porque con ellos me has devuelto la vida. Mi vida te pertenece; ¡sálvame, Señor, pues yo estudio tus mandamientos! Los malvados buscan cómo destruirme, pero yo trato de entender tus testimonios. He visto que aun lo perfecto se acaba, pero tus mandamientos son eternos.

Salmos 119:73-96 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)

Tú mismo me hiciste y me formaste; ¡dame inteligencia para aprender tus mandamientos! Los que te honran se alegrarán al verme, porque he puesto mi esperanza en tu palabra. Señor, yo sé que tus decretos son justos y que tienes razón cuando me afliges. ¡Que tu amor me sirva de consuelo, conforme a la promesa que me hiciste! Muéstrame tu ternura, y hazme vivir, pues me siento feliz con tu enseñanza. Sean avergonzados los insolentes que sin razón me maltratan; yo quiero meditar en tus preceptos. Que se reúnan conmigo los que te honran, los que conocen tus mandatos. Que mi corazón sea perfecto en tus leyes, para no tener de qué avergonzarme. Con ansia espero que me salves; ¡he puesto mi esperanza en tu palabra! Mis ojos se consumen esperando tu promesa, y digo: «¿Cuándo vendrás a consolarme?» Aunque soy un viejo inútil y olvidado, no me he olvidado de tus leyes. ¿Cuánto más habré de esperar? ¿Cuándo juzgarás a los que me persiguen? Gente insolente que no sigue tu enseñanza ha cavado trampas a mi paso. ¡Ayúdame, pues soy perseguido sin motivo! ¡Tus mandamientos son todos verdaderos! Casi he sido borrado de la tierra, pero no he descuidado tus preceptos. Dame vida, de acuerdo con tu amor, y cumpliré los mandatos de tus labios. Señor, tu palabra es eterna; ¡afirmada está en el cielo! Tu fidelidad permanece para siempre; tú afirmaste la tierra, y quedó en pie. Todas las cosas siguen firmes, conforme a tus decretos, porque todas ellas están a tu servicio. Si tu enseñanza no me trajera alegría, la tristeza habría acabado conmigo. Jamás me olvidaré de tus preceptos, pues por ellos me has dado vida. ¡Sálvame, pues soy tuyo y he seguido tus preceptos! Los malvados esperan el momento de destruirme, pero yo estoy atento a tus mandatos. He visto que todas las cosas tienen su fin, pero tus mandamientos son infinitos.

Salmos 119:73-96 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)

Tus manos me hicieron y me formaron; Hazme entender, y aprenderé tus mandamientos. Los que te temen me verán, y se alegrarán, Porque en tu palabra he esperado. Conozco, oh Jehová, que tus juicios son justos, Y que conforme a tu fidelidad me afligiste. Sea ahora tu misericordia para consolarme, Conforme a lo que has dicho a tu siervo. Vengan a mí tus misericordias, para que viva, Porque tu ley es mi delicia. Sean avergonzados los soberbios, porque sin causa me han calumniado; Pero yo meditaré en tus mandamientos. Vuélvanse a mí los que te temen Y conocen tus testimonios. Sea mi corazón íntegro en tus estatutos, Para que no sea yo avergonzado. Desfallece mi alma por tu salvación, Mas espero en tu palabra. Desfallecieron mis ojos por tu palabra, Diciendo: ¿Cuándo me consolarás? Porque estoy como el odre al humo; Pero no he olvidado tus estatutos. ¿Cuántos son los días de tu siervo? ¿Cuándo harás juicio contra los que me persiguen? Los soberbios me han cavado hoyos; Mas no proceden según tu ley. Todos tus mandamientos son verdad; Sin causa me persiguen; ayúdame. Casi me han echado por tierra, Pero no he dejado tus mandamientos. Vivifícame conforme a tu misericordia, Y guardaré los testimonios de tu boca. Para siempre, oh Jehová, Permanece tu palabra en los cielos. De generación en generación es tu fidelidad; Tú afirmaste la tierra, y subsiste. Por tu ordenación subsisten todas las cosas hasta hoy, Pues todas ellas te sirven. Si tu ley no hubiese sido mi delicia, Ya en mi aflicción hubiera perecido. Nunca jamás me olvidaré de tus mandamientos, Porque con ellos me has vivificado. Tuyo soy yo, sálvame, Porque he buscado tus mandamientos. Los impíos me han aguardado para destruirme; Mas yo consideraré tus testimonios. A toda perfección he visto fin; Amplio sobremanera es tu mandamiento.

Salmos 119:73-96 La Biblia de las Américas (LBLA)

¶Tus manos me hicieron y me formaron; dame entendimiento para que aprenda tus mandamientos. Que los que te temen, me vean y se alegren, porque espero en tu palabra. Yo sé, SEÑOR, que tus juicios son justos, y que en tu fidelidad me has afligido. Sea ahora tu misericordia para consuelo mío, conforme a tu promesa dada a tu siervo. Venga a mí tu compasión, para que viva, porque tu ley es mi deleite. Sean avergonzados los soberbios, porque me agravian con mentira; pero yo en tus preceptos meditaré. Vuélvanse a mí los que te temen y conocen tus testimonios. Sea íntegro mi corazón en tus estatutos, para que no sea yo avergonzado. ¶Mi alma desfallece por tu salvación; en tu palabra espero. Mis ojos desfallecen esperando tu palabra, mientras digo: ¿Cuándo me consolarás? Aunque he llegado a ser como odre al humo, no me olvido de tus estatutos. ¿Cuántos son los días de tu siervo? ¿Cuándo harás juicio contra mis perseguidores? Fosas me han cavado los soberbios, los que no están de acuerdo con tu ley. Todos tus mandamientos son fieles; con mentira me han perseguido; ¡ayúdame! Casi me destruyen en la tierra, mas yo no abandoné tus preceptos. Vivifícame conforme a tu misericordia, para que guarde el testimonio de tu boca. ¶Para siempre, oh SEÑOR, tu palabra está firme en los cielos. Tu fidelidad permanece por todas las generaciones; tú estableciste la tierra, y ella permanece. Por tus ordenanzas permanecen hasta hoy, pues todas las cosas te sirven. Si tu ley no hubiera sido mi deleite, entonces habría perecido en mi aflicción. Jamás me olvidaré de tus preceptos, porque por ellos me has vivificado. Tuyo soy, Señor, sálvame, pues tus preceptos he buscado. Los impíos me esperan para destruirme; tus testimonios consideraré. He visto un límite a toda perfección; tu mandamiento es sumamente amplio.

Salmos 119:73-96 Nueva Traducción Viviente (NTV)

Tú me hiciste; me creaste. Ahora dame la sensatez de seguir tus mandatos. Que todos los que te temen encuentren en mí un motivo de alegría, porque he puesto mi esperanza en tu palabra. SEÑOR, sé que tus ordenanzas son justas; me disciplinaste porque lo necesitaba. Ahora deja que tu amor inagotable me consuele, tal como le prometiste a este siervo tuyo. Rodéame con tus tiernas misericordias para que viva, porque tus enseñanzas son mi deleite. Trae deshonra sobre los arrogantes que mintieron sobre mí; mientras tanto, me concentraré en tus mandamientos. Permite que esté unido a todos los que te temen, los que conocen tus leyes. Que sea intachable en guardar tus decretos; entonces nunca seré avergonzado. Estoy agotado de tanto esperar a que me rescates, pero he puesto mi esperanza en tu palabra. Mis ojos se esfuerzan por ver cumplidas tus promesas; ¿cuándo me consolarás? Estoy arrugado como un odre ahumado, pero no me olvidé de obedecer tus decretos. ¿Hasta cuándo tendré que esperar? ¿Cuándo castigarás a los que me persiguen? Estos arrogantes que odian tus enseñanzas cavaron hoyos profundos para atraparme. Todos tus mandatos son confiables. Protégeme de aquellos que me persiguen sin causa. Casi acaban conmigo, pero me negué a abandonar tus mandamientos. En tu amor inagotable, perdona mi vida; entonces podré continuar obedeciendo tus leyes. Tu eterna palabra, oh SEÑOR, se mantiene firme en el cielo. Tu fidelidad se extiende a cada generación, y perdura igual que la tierra que creaste. Tus ordenanzas siguen siendo verdad hasta el día de hoy, porque todo está al servicio de tus planes. Si tus enseñanzas no me hubieran sostenido con alegría, ya habría muerto en mi sufrimiento. Jamás olvidaré tus mandamientos, pues por medio de ellos me diste vida. Soy tuyo, ¡rescátame!, porque me he esforzado mucho en obedecer tus mandamientos. Aunque los malvados se escondan por el camino para matarme, con calma, mantendré mi mente puesta en tus leyes. Aun la perfección tiene sus límites, pero tus mandatos no tienen límite.