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Salmos 119:11-48

Salmos 119:11-48 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)

En mi corazón atesoro tus dichos para no pecar contra ti. ¡Bendito seas, SEÑOR! ¡Enséñame tus estatutos! Con mis labios he proclamado todas las leyes que has promulgado. Me regocijo en el camino de tus mandatos más que en todas las riquezas. En tus preceptos medito y pongo mis ojos en tus sendas. En tus estatutos hallo mi deleite y jamás olvidaré tu palabra. Trata con bondad a este siervo tuyo; así viviré y obedeceré tu palabra. Ábreme los ojos, para que contemple las maravillas de tu Ley. En esta tierra soy un extranjero; no escondas de mí tus mandamientos. Se consume mi alma deseando tus leyes en todo tiempo. Tú reprendes a esos insolentes malditos que se desvían de tus mandamientos. Aleja de mí la afrenta y el desprecio, pues yo cumplo tus mandatos. Aun los gobernantes se confabulan contra mí, pero este siervo tuyo medita en tus estatutos. Tus mandatos son mi regocijo; son también mis consejeros. Postrado estoy en el polvo; dame vida conforme a tu palabra. Tú me respondiste cuando te hablé de mis caminos. Enséñame tus estatutos. Hazme entender el camino de tus preceptos y meditaré en tus maravillas. De angustia se me derrite el alma: susténtame conforme a tu palabra. Apártame del camino de la falsedad; concédeme las bondades de tu Ley. He escogido el camino de la fidelidad; he preferido tus leyes. Yo, SEÑOR, me apego a tus mandatos; no me hagas pasar vergüenza. Corro por el camino de tus mandamientos, porque me has dado mayor entendimiento. Enséñame, SEÑOR, el camino de tus estatutos y lo seguiré hasta el fin. Dame entendimiento para seguir tu Ley y la cumpliré de todo corazón. Dirígeme por la senda de tus mandamientos, porque en ella encuentro mi solaz. Inclina mi corazón hacia tus mandatos y no hacia las ganancias deshonestas. Aparta mi vista de cosas vanas, preserva mi vida en tu camino. Confirma tu promesa a este siervo, para que seas temido. Líbrame de la afrenta que me aterra, porque tus leyes son buenas. ¡Cómo anhelo tus preceptos! ¡Dame vida conforme a tu justicia! Envíame, SEÑOR, tu gran amor y tu salvación, conforme a tu promesa. Así podré responder al que me desprecie, porque yo confío en tu palabra. No me quites de la boca la palabra de verdad, pues en tus leyes he puesto mi esperanza. Por toda la eternidad obedeceré fielmente tu Ley. Viviré con toda libertad, porque he buscado tus preceptos. Hablaré de tus mandatos delante de los reyes y no seré avergonzado. Me deleito en tus mandamientos, porque los amo. Levanto mis manos hacia tus mandamientos, que yo amo, y medito en tus estatutos.

Salmos 119:10-48 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)

Yo te busco de todo corazón y llevo tu palabra en mi pensamiento. Manténme fiel a tus enseñanzas para no pecar contra ti. ¡Bendito seas, mi Dios! ¡Enséñame a obedecer tus mandatos! Siempre estoy repitiendo las enseñanzas que nos diste. En ellas pongo toda mi atención, pues me hacen más feliz que todo el oro del mundo. Mi mayor placer son tus mandatos; jamás me olvido de ellos. Yo estoy a tu servicio; trátame bien, y cumpliré tus órdenes. Estoy de paso en este mundo; dame a conocer tus mandamientos. ¡Ayúdame a entender tus enseñanzas maravillosas! Todo el día siento grandes deseos por conocerlas. ¡Qué lástima me dan los que no cumplen tus mandamientos! ¡Tú reprendes a esos orgullosos! No permitas que me desprecien pues siempre obedezco tus mandatos. Los poderosos hacen planes contra mí, pero yo solo pienso en tus enseñanzas. Ellas me hacen feliz, y me dan buenos consejos. Cumple tu promesa y dame ánimo, pues estoy muy decaído y el dolor me está matando. Yo te conté mi vida, y tú me respondiste. ¡Enséñame a cumplir tus mandatos y a pensar solo en tus maravillas! No me dejes decir mentiras; ¡por favor, enséñame tu palabra! Dios mío, no me hagas quedar mal, pues confío en tus mandamientos y he decidido obedecerlos. No me tardo en cumplirlos porque me ayudaste a entenderlos. Dios mío, enséñame a cumplir tus mandamientos, pues obedecerlos me hace feliz; ¡los cumpliré toda mi vida! Aclara mi entendimiento, y los seguiré de todo corazón. Hazme pensar solo en tu palabra, y no en las ganancias egoístas. No me dejes seguir a dioses falsos, pues quiero adorarte solo a ti. ¡Cumple tu promesa y dame ánimo! Lo que más deseo es tu palabra. Me asusta pensar que mis enemigos me desprecien. Ponme a salvo y dame ánimo, pues tú eres un juez justo. Dios mío, muéstrame tu amor y sálvame, tal como lo has prometido. Así podré responder a mis enemigos. Permíteme hablar con la verdad, pues confío en tu palabra. Puedo andar con toda libertad porque sigo tus enseñanzas, y siempre las cumpliré. En la presencia de reyes podré hablar de tus mandamientos y no sentirme avergonzado. Yo amo y deseo tu palabra, pues me llena de alegría.

Salmos 119:11-48 Reina Valera Contemporánea (RVC)

En mi corazón he atesorado tus palabras, para no pecar contra ti. ¡Bendito seas, Señor! ¡Permíteme aprender tus estatutos! Con mis labios siempre proclamo todas las sentencias que has dictado. Me alegra seguir el camino de tus testimonios más que poseer muchas riquezas. Siempre medito en tus mandamientos, y fijo mi atención en tus sendas. Mi alegría es el cumplir tus estatutos; ¡nunca me olvido de tus palabras! Concédele a tu siervo una larga vida, y obedecer siempre tu palabra. Ábreme los ojos para contemplar las grandes maravillas de tus enseñanzas. En este mundo estoy de paso; ¡no escondas de mí tus mandamientos! Con ansias anhela mi alma conocer en todo tiempo tus sentencias. Tú reprendes a los soberbios y malvados que se apartan de tus mandamientos. Aparta de mí la vergüenza y el desprecio, porque yo he cumplido con tus testimonios. Los magnates se reunieron para condenarme, pero este siervo tuyo meditaba en tus estatutos. Yo me deleito en tus testimonios, porque son mis mejores consejeros. Me siento totalmente desanimado; ¡infúndeme vida, conforme a tu palabra! Te he contado mis planes, y me has respondido; ahora dame a conocer tus estatutos. Hazme entender cómo andar en tus mandatos, para que medite yo en tus maravillas. La ansiedad me corroe el alma; ¡susténtame con tu palabra! Apártame de andar tras la mentira, y en tu misericordia enséñame tu ley. Yo he escogido seguirte fielmente; y tengo presentes tus sentencias. Señor, yo me ciño a tus testimonios; ¡no permitas que sea yo avergonzado! Quiero seguir la senda de tus mandamientos, porque tú le das libertad a mi corazón. Señor, guíame por el camino de tus estatutos, y yo los obedeceré hasta el fin. Hazme entender tu ley, para cumplirla; la obedeceré de todo corazón. Encamíname hacia tus mandamientos, porque en ellos me deleito. Inclina mi corazón hacia tus testimonios, y no hacia la avaricia. Aparta mis ojos de los dioses falsos, y dame vida para andar contigo. Confirma tu palabra a tu siervo, porque este siervo tuyo te honra. Aléjame del temor a la deshonra, porque tú eres bondadoso en tus juicios. Ansío conocer tus mandamientos; ¡dame vida conforme a tu justicia! Señor, ten misericordia de mí, y envíame tu salvación, como lo has prometido. Así responderé a los que se burlan de mí, que yo he puesto en ti mi confianza. No quites de mis labios la verdad de tu palabra, pues he puesto mi esperanza en tu justicia. Yo cumpliré siempre tu ley, desde ahora y para siempre. Solo así seré completamente libre, pues he buscado seguir tus mandamientos. En presencia de reyes hablaré de tus testimonios, y no tendré de qué avergonzarme. Tus mandamientos son mi alegría, porque los amo profundamente. Con amor levanto mis manos hacia tus mandamientos, y medito en tus estatutos.

Salmos 119:11-48 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)

He guardado tus palabras en mi corazón para no pecar contra ti. ¡Bendito tú, Señor! ¡Enséñame tus leyes! Con mis labios contaré todos los decretos que pronuncies. Me alegraré en el camino de tus mandatos, más que en todas las riquezas. Meditaré en tus preceptos y pondré mi atención en tus caminos. Me alegraré con tus leyes y no me olvidaré de tu palabra. ¡Concédele vida a este siervo tuyo! ¡Obedeceré tu palabra! Abre mis ojos, para que contemple las maravillas de tu enseñanza. Yo soy extranjero en esta tierra; no escondas de mí tus mandamientos. Me siento oprimido a todas horas por el deseo de conocer tus decretos. Tú reprendes a los insolentes y malditos que se apartan de tus mandamientos. Aléjame de sus ofensas y desprecios, pues he atendido a tus mandatos. Aunque hombres poderosos tramen hacerme daño, este siervo tuyo meditará en tus leyes. Yo me alegro con tus mandatos; ellos son mis consejeros. Estoy a punto de morir; ¡dame vida, conforme a tu promesa! Te he expuesto mi conducta, y me has respondido. ¡Enséñame tus leyes! Dame entendimiento para seguir tus preceptos, pues quiero meditar en tus maravillas. Estoy ahogado en lágrimas de dolor; ¡manténme firme, conforme a tu promesa! Aléjame del camino de la mentira y favoréceme con tu enseñanza. He escogido el camino de la verdad y deseo tus decretos. Señor, me he apegado a tus mandatos; ¡no me llenes de vergüenza! Me apresuro a cumplir tus mandamientos porque llenas de alegría mi corazón. Señor, enséñame el camino de tus leyes, pues quiero seguirlo hasta el fin. Dame entendimiento para guardar tu enseñanza; ¡quiero obedecerla de todo corazón! Llévame por el camino de tus mandamientos, pues en él está mi felicidad. Haz que mi corazón prefiera tus mandatos a las ganancias mal habidas. No dejes que me fije en falsos dioses; ¡dame vida para seguir tu camino! Confirma a este siervo tuyo las promesas que haces a los que te honran. Aleja de mí la ofensa que temo, pues tus decretos son buenos. Yo he deseado tus preceptos; ¡dame vida, pues tú eres justo! Muéstrame, Señor, tu amor y salvación, tal como lo has prometido. Así podré responder al que me ofenda, pues confío en tu palabra. No quites de mi boca la palabra de verdad, pues he puesto mi esperanza en tus decretos. ¡Quiero poner en práctica tu enseñanza, siempre, por toda la eternidad! Así podré vivir en libertad, pues he seguido tus preceptos. Hablaré de tus mandatos ante los reyes y no sentiré vergüenza. Pues amo tus mandamientos y me alegro con ellos. Amo y anhelo tus mandamientos, y pienso mucho en tus leyes.

Salmos 119:11-48 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)

En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti. Bendito tú, oh Jehová; Enséñame tus estatutos. Con mis labios he contado Todos los juicios de tu boca. Me he gozado en el camino de tus testimonios Más que de toda riqueza. En tus mandamientos meditaré; Consideraré tus caminos. Me regocijaré en tus estatutos; No me olvidaré de tus palabras. Haz bien a tu siervo; que viva, Y guarde tu palabra. Abre mis ojos, y miraré Las maravillas de tu ley. Forastero soy yo en la tierra; No encubras de mí tus mandamientos. Quebrantada está mi alma de desear Tus juicios en todo tiempo. Reprendiste a los soberbios, los malditos, Que se desvían de tus mandamientos. Aparta de mí el oprobio y el menosprecio, Porque tus testimonios he guardado. Príncipes también se sentaron y hablaron contra mí; Mas tu siervo meditaba en tus estatutos, Pues tus testimonios son mis delicias Y mis consejeros. Abatida hasta el polvo está mi alma; Vivifícame según tu palabra. Te he manifestado mis caminos, y me has respondido; Enséñame tus estatutos. Hazme entender el camino de tus mandamientos, Para que medite en tus maravillas. Se deshace mi alma de ansiedad; Susténtame según tu palabra. Aparta de mí el camino de la mentira, Y en tu misericordia concédeme tu ley. Escogí el camino de la verdad; He puesto tus juicios delante de mí. Me he apegado a tus testimonios; Oh Jehová, no me avergüences. Por el camino de tus mandamientos correré, Cuando ensanches mi corazón. Enséñame, oh Jehová, el camino de tus estatutos, Y lo guardaré hasta el fin. Dame entendimiento, y guardaré tu ley, Y la cumpliré de todo corazón. Guíame por la senda de tus mandamientos, Porque en ella tengo mi voluntad. Inclina mi corazón a tus testimonios, Y no a la avaricia. Aparta mis ojos, que no vean la vanidad; Avívame en tu camino. Confirma tu palabra a tu siervo, Que te teme. Quita de mí el oprobio que he temido, Porque buenos son tus juicios. He aquí yo he anhelado tus mandamientos; Vivifícame en tu justicia. Venga a mí tu misericordia, oh Jehová; Tu salvación, conforme a tu dicho. Y daré por respuesta a mi avergonzador, Que en tu palabra he confiado. No quites de mi boca en ningún tiempo la palabra de verdad, Porque en tus juicios espero. Guardaré tu ley siempre, Para siempre y eternamente. Y andaré en libertad, Porque busqué tus mandamientos. Hablaré de tus testimonios delante de los reyes, Y no me avergonzaré; Y me regocijaré en tus mandamientos, Los cuales he amado. Alzaré asimismo mis manos a tus mandamientos que amé, Y meditaré en tus estatutos.

Salmos 119:11-48 La Biblia de las Américas (LBLA)

En mi corazón he atesorado tu palabra, para no pecar contra ti. Bendito tú, oh SEÑOR; enséñame tus estatutos. He contado con mis labios de todas las ordenanzas de tu boca. Me he gozado en el camino de tus testimonios, más que en todas las riquezas. Meditaré en tus preceptos, y consideraré tus caminos. Me deleitaré en tus estatutos, y no olvidaré tu palabra. ¶Favorece a tu siervo, para que viva y guarde tu palabra. Abre mis ojos, para que vea las maravillas de tu ley. Peregrino soy en la tierra, no escondas de mí tus mandamientos. Quebrantada está mi alma anhelando tus ordenanzas en todo tiempo. Tú reprendes a los soberbios, los malditos, que se desvían de tus mandamientos. Quita de mí el oprobio y el desprecio, porque yo guardo tus testimonios. Aunque los príncipes se sienten y hablen contra mí, tu siervo medita en tus estatutos. También tus testimonios son mi deleite; ellos son mis consejeros. ¶Postrada está mi alma en el polvo; vivifícame conforme a tu palabra. De mis caminos te conté, y tú me has respondido; enséñame tus estatutos. Hazme entender el camino de tus preceptos, y meditaré en tus maravillas. De tristeza llora mi alma; fortaléceme conforme a tu palabra. Quita de mí el camino de la mentira, y en tu bondad concédeme tu ley. He escogido el camino de la verdad; he puesto tus ordenanzas delante de mí. Me apego a tus testimonios; SEÑOR, no me avergüences. Por el camino de tus mandamientos correré, porque tú ensancharás mi corazón. ¶Enséñame, oh SEÑOR, el camino de tus estatutos, y lo guardaré hasta el fin. Dame entendimiento para que guarde tu ley y la cumpla de todo corazón. Hazme andar por la senda de tus mandamientos, porque en ella me deleito. Inclina mi corazón a tus testimonios y no a la ganancia deshonesta. Aparta mis ojos de mirar la vanidad, y vivifícame en tus caminos. Confirma a tu siervo tu palabra, que inspira reverencia por ti. Quita de mí el oprobio que me causa temor, porque tus juicios son buenos. He aquí, anhelo tus preceptos; vivifícame por tu justicia. ¶Venga también a mí tu misericordia, oh SEÑOR, tu salvación, conforme a tu palabra. Y tendré respuesta para el que me afrenta, pues confío en tu palabra. No quites jamás de mi boca la palabra de verdad, porque yo espero en tus ordenanzas. Y guardaré continuamente tu ley, para siempre y eternamente. Y andaré en libertad, porque busco tus preceptos. Hablaré también de tus testimonios delante de reyes, y no me avergonzaré. Y me deleitaré en tus mandamientos, los cuales amo. Levantaré mis manos a tus mandamientos, los cuales amo, y meditaré en tus estatutos.

Salmos 119:11-48 Nueva Traducción Viviente (NTV)

He guardado tu palabra en mi corazón, para no pecar contra ti. Te alabo, oh SEÑOR; enséñame tus decretos. Recité en voz alta todas las ordenanzas que nos has dado. Me alegré en tus leyes tanto como en las riquezas. Estudiaré tus mandamientos y reflexionaré sobre tus caminos. Me deleitaré en tus decretos y no olvidaré tu palabra. Sé bueno con este siervo tuyo, para que viva y obedezca tu palabra. Abre mis ojos, para que vea las verdades maravillosas que hay en tus enseñanzas. No soy más que un extranjero en la tierra. ¡No escondas de mí tus mandatos! Siempre me conmueve el deseo de conocer tus ordenanzas. Tú reprendes al arrogante; los que se alejan de tus mandatos son malditos. No permitas que se burlen de mí y me insulten, pues he obedecido tus leyes. Hasta los príncipes se sientan y hablan contra mí, pero yo meditaré en tus decretos. Tus leyes me agradan; me dan sabios consejos. Estoy tirado en el polvo; revíveme con tu palabra. Te conté mis planes y me respondiste. Ahora, enséñame tus decretos. Ayúdame a comprender el significado de tus mandamientos, y meditaré en tus maravillosas obras. Lloro con tristeza; aliéntame con tu palabra. Líbrame de mentirme a mí mismo; dame el privilegio de conocer tus enseñanzas. He optado por ser fiel; estoy decidido a vivir de acuerdo con tus ordenanzas. Me aferro a tus leyes. SEÑOR, ¡no dejes que pase vergüenza! Perseguiré tus mandatos, porque tú aumentas mi comprensión. Enséñame tus decretos, oh SEÑOR; los cumpliré hasta el fin. Dame entendimiento y obedeceré tus enseñanzas; las pondré en práctica con todo mi corazón. Hazme andar por el camino de tus mandatos, porque allí es donde encuentro mi felicidad. Dame entusiasmo por tus leyes en lugar de amor por el dinero. Aparta mis ojos de cosas inútiles y dame vida mediante tu palabra. Confirma a tu siervo tu promesa, la promesa que hiciste a los que te temen. Ayúdame a abandonar mis caminos vergonzosos, porque tus ordenanzas son buenas. ¡Anhelo obedecer tus mandamientos! Renueva mi vida con tu bondad. SEÑOR, concédeme tu amor inagotable, la salvación que me prometiste. Entonces podré responder a los que se burlan de mí, porque confío en tu palabra. No arrebates de mí tu palabra de verdad, pues tus ordenanzas son mi única esperanza. Seguiré obedeciendo tus enseñanzas por siempre y para siempre. Caminaré en libertad, porque me he dedicado a tus mandamientos. A los reyes les hablaré de tu ley, y no me avergonzaré. ¡Cuánto me deleito en tus mandatos! ¡Cómo los amo! Honro y amo tus mandatos; en tus decretos medito.

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