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Salmos 106:32-48

Salmos 106:32-48 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)

Junto a las aguas de Meribá hicieron enojar al SEÑOR. Y a Moisés le fue mal por culpa de ellos, porque se rebelaron contra el Espíritu de Dios y Moisés habló sin pensar lo que decía. No destruyeron a los pueblos que el SEÑOR les había señalado, sino que se mezclaron con los paganos y adoptaron sus costumbres. Rindieron culto a sus ídolos que fueron una trampa para ellos. Ofrecieron a sus hijos y a sus hijas como sacrificio a esos demonios. Derramaron sangre inocente, la sangre de sus hijos y sus hijas. Al ofrecerlos en sacrificio a los ídolos de Canaán, su sangre derramada contaminó la tierra. Se hicieron impuros por esos hechos; se prostituyeron con sus acciones. La ira del SEÑOR se encendió contra su pueblo; su heredad le resultó aborrecible. Por eso los entregó a los paganos y fueron dominados por quienes los odiaban. Sus enemigos los oprimieron, los sometieron a su poder. Muchas veces Dios los libró; pero ellos se obstinaron en su rebeldía y se hundieron en su iniquidad. Al verlos angustiados y escuchar su clamor, Dios se acordó del pacto que había hecho con ellos y por su gran amor les tuvo compasión. Hizo que todos sus opresores también se apiadaran de ellos. ¡Sálvanos, SEÑOR, Dios nuestro! Vuelve a reunirnos de entre las naciones, para que demos gracias a tu santo nombre y alabarte sea nuestra gloria. ¡Bendito sea el SEÑOR, el Dios de Israel, eternamente y para siempre!

Salmos 106:32-48 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)

También le irritaron en las aguas de Meriba; Y le fue mal a Moisés por causa de ellos, Porque hicieron rebelar a su espíritu, Y habló precipitadamente con sus labios. No destruyeron a los pueblos Que Jehová les dijo; Antes se mezclaron con las naciones, Y aprendieron sus obras, Y sirvieron a sus ídolos, Los cuales fueron causa de su ruina. Sacrificaron sus hijos y sus hijas a los demonios, Y derramaron la sangre inocente, la sangre de sus hijos y de sus hijas, Que ofrecieron en sacrificio a los ídolos de Canaán, Y la tierra fue contaminada con sangre. Se contaminaron así con sus obras, Y se prostituyeron con sus hechos. Se encendió, por tanto, el furor de Jehová sobre su pueblo, Y abominó su heredad; Los entregó en poder de las naciones, Y se enseñorearon de ellos los que les aborrecían. Sus enemigos los oprimieron, Y fueron quebrantados debajo de su mano. Muchas veces los libró; Mas ellos se rebelaron contra su consejo, Y fueron humillados por su maldad. Con todo, él miraba cuando estaban en angustia, Y oía su clamor; Y se acordaba de su pacto con ellos, Y se arrepentía conforme a la muchedumbre de sus misericordias. Hizo asimismo que tuviesen de ellos misericordia todos los que los tenían cautivos. Sálvanos, Jehová Dios nuestro, Y recógenos de entre las naciones, Para que alabemos tu santo nombre, Para que nos gloriemos en tus alabanzas. Bendito Jehová Dios de Israel, Desde la eternidad y hasta la eternidad; Y diga todo el pueblo, Amén. Aleluya.

Salmos 106:32-48 La Biblia de las Américas (LBLA)

¶También le hicieron enojarse en las aguas de Meriba, y le fue mal a Moisés por culpa de ellos, puesto que fueron rebeldes contra su Espíritu, y él habló precipitadamente con sus labios. ¶No destruyeron a los pueblos, como el SEÑOR les había mandado, sino que se mezclaron con las naciones, aprendieron sus costumbres, y sirvieron a sus ídolos que se convirtieron en lazo para ellos. Sacrificaron a sus hijos y a sus hijas a los demonios, y derramaron sangre inocente, la sangre de sus hijos y de sus hijas, a quienes sacrificaron a los ídolos de Canaán, y la tierra fue contaminada con sangre. Así se contaminaron en sus costumbres, y fueron infieles en sus hechos. ¶Entonces se encendió la ira del SEÑOR contra su pueblo, y Él aborreció su heredad. Los entregó en mano de las naciones, y los que los aborrecían se enseñorearon sobre ellos. Sus enemigos también los oprimieron, y fueron subyugados bajo su poder. Muchas veces los libró; ellos, sin embargo, fueron rebeldes a su consejo, y se hundieron en su iniquidad. ¶Sin embargo, Él vio su angustia al escuchar su clamor; y por amor a ellos se acordó de su pacto, y se arrepintió conforme a la grandeza de su misericordia. Les hizo también objeto de compasión en presencia de todos los que los tenían cautivos. ¶Sálvanos, oh SEÑOR, Dios nuestro, y reúnenos de entre las naciones, para dar gracias a tu santo nombre, y para gloriarnos en tu alabanza. Bendito sea el SEÑOR, Dios de Israel, desde la eternidad y hasta la eternidad. Y todo el pueblo diga: Amén. ¡Aleluya!

Salmos 106:32-48 Nueva Traducción Viviente (NTV)

También en Meriba, provocaron el enojo del SEÑOR, y le causaron serios problemas a Moisés. Hicieron que Moisés se enojara y hablara como un necio. Israel no destruyó a las naciones que había en la tierra, como el SEÑOR le había ordenado. En cambio, los israelitas se mezclaron con los paganos y adoptaron sus malas costumbres. Rindieron culto a sus ídolos, y eso resultó en su ruina. Hasta sacrificaron a sus propios hijos e hijas a los demonios. Derramaron sangre inocente, la sangre de sus hijos e hijas. Al sacrificarlos a los ídolos de Canaán, contaminaron la tierra con asesinatos. Se contaminaron a sí mismos con sus malas acciones, y su amor a los ídolos fue adulterio a los ojos del SEÑOR. Por eso, el enojo del SEÑOR se encendió contra su pueblo, y él aborreció a su posesión más preciada. Los entregó a las naciones paganas y quedaron bajo el gobierno de quienes los odiaban. Sus enemigos los aplastaron y los sometieron a su cruel poder. Él los rescató una y otra vez, pero ellos decidieron rebelarse en su contra, y finalmente su pecado los destruyó. Aun así, él sintió compasión por la angustia de ellos y escuchó sus clamores. Recordó el pacto que les había hecho y desistió a causa de su amor inagotable. Hasta hizo que sus captores los trataran con amabilidad. ¡Oh SEÑOR nuestro Dios, sálvanos! Vuelve a reunirnos de entre las naciones, para que podamos agradecer a tu santo nombre, alegrarnos y alabarte. Alaben al SEÑOR, Dios de Israel, quien vive desde siempre y para siempre. Que todo el pueblo diga: «¡Amén!».