Logo de YouVersion
Ícono Búsqueda

Salmos 105:1-45

Salmos 105:1-45 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)

Den gracias al SEÑOR; proclamen su nombre. ¡Den a conocer sus obras entre las naciones! ¡Cántenle, entónenle salmos! ¡Hablen de todas sus maravillas! ¡Gloríense en su santo nombre! ¡Alégrese el corazón de los que buscan al SEÑOR! ¡Busquen al SEÑOR y su fuerza; anhelen siempre su rostro! ¡Recuerden las maravillas que ha hecho, las señales y las leyes que ha emitido! ¡Ustedes, descendientes de Abraham, su siervo! ¡Ustedes, hijos de Jacob, elegidos suyos! Él es el SEÑOR nuestro Dios; en toda la tierra están sus leyes. Se acordó siempre de su pacto, la palabra que ordenó para mil generaciones; del pacto que hizo con Abraham y del juramento que hizo a Isaac. Se lo confirmó a Jacob como un estatuto, a Israel como un pacto eterno, cuando dijo: «Te daré la tierra de Canaán como la herencia que te corresponde». Aun cuando eran pocos en número, unos cuantos extranjeros en la tierra, que andaban siempre de nación en nación y de reino en reino, a nadie permitió que los oprimiera, sino que por causa de ellos reprendió a los reyes: «¡No toquen a mis ungidos! ¡No maltraten a mis profetas!». Dios provocó hambre en la tierra al hacer escasear el alimento. Pero envió delante de ellos a un hombre: a José, vendido como esclavo. Le sujetaron los pies con grilletes, entre hierros aprisionaron su cuello, hasta que se cumplió lo que él predijo y la palabra del SEÑOR probó que él era veraz. El rey ordenó ponerlo en libertad; el gobernante de los pueblos lo dejó libre. Lo nombró señor sobre su casa y administrador de todas sus posesiones, con pleno poder para instruir a sus príncipes e impartir sabiduría a sus jefes. Entonces Israel vino a Egipto; Jacob fue extranjero en el país de Cam. El SEÑOR hizo que su pueblo se multiplicara; lo hizo más poderoso que sus adversarios, a quienes les cambió su sentir para que odiaran a su pueblo y se confabularan contra sus siervos. Envió a su siervo Moisés, y a Aarón, a quien había escogido, y estos hicieron señales milagrosas entre ellos, maravillas en el país de Cam. Envió tinieblas y la tierra se oscureció, pero ellos se rebelaron contra sus palabras. Convirtió en sangre sus aguas y causó la muerte de sus peces. Todo Egipto se infestó de ranas, hasta las habitaciones de sus reyes. Habló Dios e invadieron todo el país enjambres de tábanos y mosquitos. Convirtió la lluvia en granizo y lanzó rayos sobre su tierra; derribó sus vides y sus higueras, y destrozó los árboles de su territorio. Dio una orden y llegaron las langostas y una infinidad de saltamontes. Arrasaron con toda la vegetación del país, devoraron los frutos de sus campos. Hirió de muerte a todos los primogénitos del país, las primicias de su virilidad. Sacó a los israelitas cargados de plata y oro y no hubo entre sus tribus nadie que tropezara. Los egipcios se alegraron de su partida, pues el miedo a los israelitas los dominaba. Él los cubrió con una nube y con fuego los alumbró de noche. Pidió el pueblo comida y les envió codornices; los sació con pan del cielo. Abrió la roca y brotó agua que corrió por el desierto como un río. Se acordó Dios de su santa promesa, la que hizo a su siervo Abraham. Sacó a su pueblo, a sus escogidos, en medio de gran alegría y de gritos jubilosos. Les entregó las tierras que poseían las naciones; heredaron el fruto del trabajo de otros pueblos para que ellos observaran sus estatutos y pusieran en práctica sus leyes.

Salmos 105:1-45 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)

¡Demos gracias a nuestro Dios! ¡Demos a conocer entre las naciones todo lo que él ha hecho! ¡Cantémosle himnos! ¡Demos a conocer sus grandes milagros! ¡Digamos con orgullo que no hay otro Dios aparte del nuestro! ¡Alegrémonos de corazón todos los que adoramos a Dios! Acerquémonos a nuestro poderoso Dios, y procuremos agradarle siempre. Hagamos memoria de las maravillas que nuestro Dios ha realizado; recordemos sus milagros y los mandamientos que nos dio. Somos los descendientes de Abraham y de Jacob; somos el pueblo elegido de Dios y estamos a su servicio; por lo tanto, ¡escúchenme! Pertenecemos a nuestro Dios; su palabra llena la tierra. Él no ha olvidado su pacto ni las promesas que nos hizo. Hizo el pacto con Abraham, y se lo confirmó a Isaac. Con Israel lo estableció como un pacto para toda la vida, y le dijo: «Yo te daré Canaán. Es la tierra que te ha tocado». Nosotros no éramos muchos; ¡éramos gente sin patria! ¡Todo el tiempo andábamos de país en país y de reino en reino! Pero Dios jamás permitió que nadie nos molestara, y les advirtió a los reyes: «No se metan con mi pueblo elegido; no les hagan daño a mis profetas». En Canaán hubo mucha hambre, pues Dios destruyó todos los trigales. Pero él ya había dispuesto que nos salvara José, a quien antes sus hermanos habían vendido como esclavo. Los egipcios humillaron a José y lo tuvieron encarcelado, hasta el día en que se cumplió lo que él ya había anunciado: ¡ese día Dios dejó en claro que José había dicho la verdad! Entonces el rey de Egipto, que gobernaba a muchos pueblos, ordenó que liberaran a José, y fue puesto en libertad. El rey le dio autoridad sobre todo su pueblo y sobre todas sus posesiones. José se dedicó a enseñar a los consejeros y a los ayudantes del rey, y a compartir con ellos su sabiduría. Nuestros abuelos fueron a Egipto, y allí les permitieron vivir. Dios hizo que aumentara nuestro pueblo, y lo hizo más fuerte que sus enemigos. Por eso los egipcios nos odiaron y maltrataron. Dios envió entonces a Moisés y a Aarón, sus ayudantes favoritos, y allí en Egipto ellos hicieron grandes milagros. Dios envió sobre el país una gran oscuridad, pero los egipcios no hicieron caso de esta señal maravillosa. Dios convirtió en sangre los ríos de Egipto, y así mató a sus peces. Todo Egipto se llenó de ranas; ¡había ranas hasta en el palacio! Dios dio una orden, y todo el país se llenó de moscas y de mosquitos. En vez de lluvia, Dios mandó granizo, y con sus relámpagos le prendió fuego al país. Por todo Egipto Dios derribó viñas e higueras; ¡hizo astillas los árboles! A una orden suya, vino una plaga de saltamontes que acabó con los frutos del campo, y todo lo verde quedó seco. Dios hirió de muerte a los mejores jóvenes egipcios; ¡en todo el país murió el hijo mayor de cada familia! En cambio, a nuestros abuelos los hizo salir de Egipto cargados de plata y de oro, sin que nada se los impidiera. Cuando ellos salieron de Egipto los egipcios se alegraron, pues les tenían mucho miedo. A nuestros abuelos Dios los protegió con una nube, y de noche los alumbró con fuego. Ellos pidieron comida, y Dios les envió codornices; ¡calmó su hambre con pan del cielo! Partió una piedra en dos, y brotó agua como un río que corrió por el desierto. Dios nunca se olvidó de la promesa que él mismo le hizo a Abraham, su servidor. Entre cantos y gritos de alegría nuestro Dios sacó de Egipto a su pueblo elegido, para darle como propiedad las tierras de otros pueblos. ¡Nuestros abuelos se adueñaron de las tierras cultivadas por otros! Pero Dios les puso como condición que respetaran y practicaran sus mandamientos y sus leyes.

Salmos 105:1-45 Reina Valera Contemporánea (RVC)

¡Alaben al Señor, invoquen su nombre! ¡Que los pueblos reconozcan sus obras! ¡Canten, sí, cántenle salmos! ¡Proclamen todas sus maravillas! ¡Regocíjense en su santo nombre! ¡Alégrense de corazón los que buscan al Señor! ¡Busquen el poder del Señor! ¡Busquen siempre a Dios! ¡Recuerden sus grandes maravillas, sus hechos prodigiosos y sus sabias sentencias! Ustedes son los descendientes de Abrahán; ustedes son los hijos de Jacob, sus escogidos. El Señor es nuestro Dios; en toda la tierra prevalecen sus juicios. Nunca se olvida de su pacto, de la palabra que dictó para mil generaciones. Fue un acuerdo que hizo con Abrahán, y que lo confirmó con Isaac. Con Jacob lo estableció como decreto; con Israel lo hizo un pacto duradero cuando dijo: «Te daré la tierra de Canaán como la herencia que te corresponde.» Ellos no eran numerosos; eran unos simples forasteros. Andaban de nación en nación, y de un reino a otro reino; pero Dios no dejó que fueran agraviados, sino que por ellos castigó a los reyes y dijo: «¡No toquen a mis ungidos! ¡No les hagan daño a mis profetas!» Dios hizo que hubiera hambre en la tierra, y el trigo para el pan quedó destruido. Pero antes envió a uno de sus hombres; envió a José, que fue vendido como esclavo. Los egipcios le pusieron grilletes en los pies, y lo arrojaron tras los hierros de la cárcel. Pero finalmente se cumplieron sus dichos, aunque la palabra de Dios lo puso a prueba. El rey ordenó que le abrieran la cárcel; el señor que gobierna los pueblos lo liberó. Lo nombró señor de su casa y lo puso a cargo de sus posesiones. Le dio poder para frenar a los grandes, y sabiduría para enseñar a los sabios. Fue así como Israel llegó a Egipto, como Jacob llegó a vivir en la tierra de Cam. Pero el pueblo aumentó en número y se hizo más fuerte que los egipcios. El corazón de los egipcios se llenó de odio, y decidieron hacerle mal a su pueblo. Pero Dios envió a su siervo Moisés, lo mismo que a Aarón, su escogido. Dios les dio el poder de hacer señales, y de realizar prodigios en la tierra de Cam. Dejó caer sobre Egipto densa oscuridad, pero los egipcios no acataron su palabra. Convirtió las aguas en sangre, y todos los peces murieron. Vinieron entonces muchísimas ranas, que infestaron las cámaras reales. Dios habló, y vinieron enjambres de moscas, y las casas se inundaron de piojos. Dios dejó caer granizo como lluvia, y rayos de fuego rasgaron la tierra. Destrozó los viñedos, secó las higueras, y desgajó los árboles de su país. Dios habló otra vez, y vinieron langostas, y como plaga llegó el pulgón, y se comió la hierba del país y acabó con los frutos de su tierra. Hirió de muerte a todos sus primogénitos, a las primicias de su fuerza varonil. Su pueblo salió cargado de oro y plata; en sus tribus no había un solo enfermo. Cuando el pueblo salió, los egipcios se alegraron, pues ante ellos sentían un profundo terror. En el desierto los cubría una nube, y un fuego los alumbraba de noche. Pidieron comida, y Dios les mandó codornices; sació su hambre con el pan que cayó del cielo. Dios partió la peña, y fluyeron aguas que corrieron como ríos por el desierto. Dios se acordó de su santa palabra, y de su juramento a Abrahán, su siervo. Su pueblo salió con gran gozo; sus elegidos salieron con gran júbilo. Dios les dio las tierras de otras naciones, lo mismo que los frutos de esos pueblos, para que obedecieran sus preceptos y cumplieran todos sus mandatos. ¡Aleluya!

Salmos 105:1-45 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)

¡Den gracias al Señor! ¡Proclamen su nombre! Cuenten a los pueblos sus acciones. Canten himnos en su honor. ¡Hablen de sus grandes hechos! Siéntanse orgullosos de su santo nombre. ¡Siéntase alegre el corazón de los que buscan al Señor! Recurran al Señor, y a su poder; recurran al Señor en todo tiempo. Recuerden sus obras grandes y maravillosas, y los decretos que ha pronunciado; ustedes, descendientes de su siervo Abraham; ustedes, hijos de Jacob, sus escogidos. Él es el Señor, nuestro Dios; ¡él gobierna toda la tierra! Ni aunque pasen mil generaciones se olvidará de las promesas de su alianza, de la alianza que hizo con Abraham, del juramento que hizo a Isaac y que confirmó como ley para Jacob, como alianza eterna para Israel, cuando dijo: «Voy a darte la tierra de Canaán como la herencia que te toca.» Aunque ellos eran pocos, unos cuantos extranjeros en la tierra, que iban de nación en nación y de reino en reino, Dios no permitió que nadie los maltratara, y aun advirtió a los reyes: «No toquen a mis escogidos ni maltraten a mis profetas.» Hizo venir hambre a aquella tierra, y les quitó todo alimento. Pero envió delante de ellos a José, al que habían vendido como esclavo. Le lastimaron los pies con cadenas; ¡lo aprisionaron con hierros! La palabra del Señor puso a prueba a José, hasta que se cumplió lo que José había anunciado. El rey, el que gobernaba a mucha gente, ordenó que le dieran libertad; lo nombró amo y señor de su casa y de todo cuanto tenía, para que enseñara e hiciera sabios a los jefes y a los ancianos. Vino después Israel, que es Jacob, y vivió como extranjero en Egipto, en la tierra de Cam. Dios hizo grande en número a su pueblo, y más fuerte que los egipcios. Pero hizo que los egipcios se pusieran en contra de su pueblo y engañaran a los siervos de Dios. Entonces Dios envió a su siervo Moisés, y a Aarón, a quien había escogido, y ellos realizaron señales de Dios en el desierto: ¡grandes maravillas en la tierra de Cam! Envió Dios una oscuridad que todo lo cubrió, pero los egipcios desatendieron sus palabras. Convirtió en sangre el agua de sus ríos, y mató a sus peces; infestó de ranas el país, y aun la alcoba del rey. Habló Dios, y nubes de tábanos y mosquitos invadieron el territorio egipcio. En vez de lluvia, envió granizo y llamas de fuego sobre el país. Destrozó sus viñas y sus higueras; ¡destrozó los árboles de Egipto! Habló Dios, y llegaron las langostas; ¡tantas eran, que no se podían contar! ¡Devoraron la hierba del campo y todo lo que la tierra había producido! ¡Hirió de muerte, en Egipto mismo, al primer hijo de toda familia egipcia! Dios sacó después a su pueblo cargado de oro y plata, y nadie entre las tribus tropezó. Los egipcios se alegraron de verlos partir, pues estaban aterrados. Dios extendió una nube para cubrirlos y un fuego para alumbrarlos de noche. Pidieron comida, y les mandó codornices, y con pan del cielo los dejó satisfechos. Partió la roca, y de ella brotó agua que corrió por el desierto como un río. Pues se acordó de la santa promesa que había hecho a su siervo Abraham. Fue así como Dios sacó a su pueblo escogido, entre gritos de alegría, y les dio las tierras de otras naciones y el fruto del trabajo de otros pueblos, para que respetaran y atendieran las leyes y enseñanzas del Señor.

Salmos 105:1-45 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)

Alabad a Jehová, invocad su nombre; Dad a conocer sus obras en los pueblos. Cantadle, cantadle salmos; Hablad de todas sus maravillas. Gloriaos en su santo nombre; Alégrese el corazón de los que buscan a Jehová. Buscad a Jehová y su poder; Buscad siempre su rostro. Acordaos de las maravillas que él ha hecho, De sus prodigios y de los juicios de su boca, Oh vosotros, descendencia de Abraham su siervo, Hijos de Jacob, sus escogidos. Él es Jehová nuestro Dios; En toda la tierra están sus juicios. Se acordó para siempre de su pacto; De la palabra que mandó para mil generaciones, La cual concertó con Abraham, Y de su juramento a Isaac. La estableció a Jacob por decreto, A Israel por pacto sempiterno, Diciendo: A ti te daré la tierra de Canaán Como porción de vuestra heredad. Cuando ellos eran pocos en número, Y forasteros en ella, Y andaban de nación en nación, De un reino a otro pueblo, No consintió que nadie los agraviase, Y por causa de ellos castigó a los reyes. No toquéis, dijo, a mis ungidos, Ni hagáis mal a mis profetas. Trajo hambre sobre la tierra, Y quebrantó todo sustento de pan. Envió un varón delante de ellos; A José, que fue vendido por siervo. Afligieron sus pies con grillos; En cárcel fue puesta su persona. Hasta la hora que se cumplió su palabra, El dicho de Jehová le probó. Envió el rey, y le soltó; El señor de los pueblos, y le dejó ir libre. Lo puso por señor de su casa, Y por gobernador de todas sus posesiones, Para que reprimiera a sus grandes como él quisiese, Y a sus ancianos enseñara sabiduría. Después entró Israel en Egipto, Y Jacob moró en la tierra de Cam. Y multiplicó su pueblo en gran manera, Y lo hizo más fuerte que sus enemigos. Cambió el corazón de ellos para que aborreciesen a su pueblo, Para que contra sus siervos pensasen mal. Envió a su siervo Moisés, Y a Aarón, al cual escogió. Puso en ellos las palabras de sus señales, Y sus prodigios en la tierra de Cam. Envió tinieblas que lo oscurecieron todo; No fueron rebeldes a su palabra. Volvió sus aguas en sangre, Y mató sus peces. Su tierra produjo ranas Hasta en las cámaras de sus reyes. Habló, y vinieron enjambres de moscas, Y piojos en todos sus términos. Les dio granizo por lluvia, Y llamas de fuego en su tierra. Destrozó sus viñas y sus higueras, Y quebró los árboles de su territorio. Habló, y vinieron langostas, Y pulgón sin número; Y comieron toda la hierba de su país, Y devoraron el fruto de su tierra. Hirió de muerte a todos los primogénitos en su tierra, Las primicias de toda su fuerza. Los sacó con plata y oro; Y no hubo en sus tribus enfermo. Egipto se alegró de que salieran, Porque su terror había caído sobre ellos. Extendió una nube por cubierta, Y fuego para alumbrar la noche. Pidieron, e hizo venir codornices; Y los sació de pan del cielo. Abrió la peña, y fluyeron aguas; Corrieron por los sequedales como un río. Porque se acordó de su santa palabra Dada a Abraham su siervo. Sacó a su pueblo con gozo; Con júbilo a sus escogidos. Les dio las tierras de las naciones, Y las labores de los pueblos heredaron; Para que guardasen sus estatutos, Y cumpliesen sus leyes. Aleluya.

Salmos 105:1-45 La Biblia de las Américas (LBLA)

Dad gracias al SEÑOR, invocad su nombre; dad a conocer sus obras entre los pueblos. Cantadle, cantadle alabanzas; hablad de todas sus maravillas. Gloriaos en su santo nombre; alégrese el corazón de los que buscan al SEÑOR. Buscad al SEÑOR y su fortaleza; buscad su rostro continuamente. Recordad las maravillas que Él ha hecho, sus prodigios y los juicios de su boca, oh simiente de Abraham, su siervo, hijos de Jacob, sus escogidos. Él es el SEÑOR nuestro Dios; sus juicios están en toda la tierra. Para siempre se ha acordado de su pacto, de la palabra que ordenó a mil generaciones, del pacto que hizo con Abraham, y de su juramento a Isaac. También lo confirmó a Jacob por estatuto, a Israel como pacto eterno, diciendo: A ti te daré la tierra de Canaán como porción de vuestra heredad. Cuando eran pocos en número, muy pocos, y forasteros en ella, y vagaban de nación en nación, y de un reino a otro pueblo, Él no permitió que nadie los oprimiera, y por amor a ellos reprendió a reyes, diciendo: No toquéis a mis ungidos, ni hagáis mal a mis profetas. Y llamó al hambre sobre la tierra, quebró todo sustento de pan. Envió a un hombre delante de ellos, a José, vendido como esclavo. Con grillos afligieron sus pies, él mismo fue puesto en cadenas, hasta que su predicción se cumplió; la palabra del SEÑOR lo puso a prueba. El rey envió, y lo soltó, el soberano de los pueblos, lo puso en libertad. Lo puso por señor de su casa, y administrador sobre todos sus bienes, para que encarcelara a sus príncipes a voluntad suya, y a sus ancianos enseñara sabiduría. También Israel entró en Egipto, así peregrinó Jacob en la tierra de Cam. E hizo que su pueblo se multiplicara mucho, y los hizo más fuertes que sus adversarios. Cambió el corazón de estos para que odiaran a su pueblo, para que obraran astutamente contra sus siervos. Envió a Moisés su siervo, y a Aarón a quien había escogido. Estos hicieron las maravillas de Dios entre ellos, y prodigios en la tierra de Cam. Mandó tinieblas e hizo que se oscureciera, pero ellos no prestaron atención a sus palabras. Convirtió sus aguas en sangre, e hizo morir sus peces. Pululó su tierra de ranas hasta en las alcobas de sus reyes. Él habló, y vinieron enjambres de moscas y mosquitos por todo su territorio. Les dio granizo por lluvia, y llamas de fuego en su tierra. Devastó también sus vides y sus higueras, y destrozó los árboles de sus territorios. Él habló, y vinieron langostas, y orugas sin número; que devoraron toda la vegetación de su país, y se comieron el fruto de su suelo. También hirió de muerte a todo primogénito de su tierra; las primicias de todo su vigor. Pero a ellos los sacó con plata y oro, y entre sus tribus no hubo quien tropezara. Egipto se alegró cuando se fueron, porque su terror había caído sobre ellos. Extendió una nube para cubrirlos, y fuego para iluminarlos de noche. Pidieron, y les mandó codornices, y los sació de pan del cielo. Abrió la roca, y brotaron las aguas; corrieron como un río en tierra seca. Porque se acordó de su santa palabra dada a Abraham su siervo, y sacó a su pueblo con alegría, y a sus escogidos con gritos de júbilo. También les dio las tierras de las naciones, y poseyeron el fruto del trabajo de los pueblos, a fin de que guardaran sus estatutos, y observaran sus leyes. ¡Aleluya!

Salmos 105:1-45 Nueva Traducción Viviente (NTV)

Den gracias al SEÑOR y proclamen su grandeza; que todo el mundo sepa lo que él ha hecho. Canten a él; sí, cántenle alabanzas. Cuéntenle a todo el mundo acerca de sus obras maravillosas. Regocíjense por su santo nombre; alégrense ustedes, los que adoran al SEÑOR. Busquen al SEÑOR y a su fuerza; búsquenlo continuamente. Recuerden las maravillas y los milagros que ha realizado, y los decretos que ha dictado, ustedes, hijos de su siervo Abraham, descendientes de Jacob, los elegidos de Dios. Él es el SEÑOR nuestro Dios; su justicia se ve por toda la tierra. Siempre se atiene a su pacto, al compromiso que adquirió con mil generaciones. Es el pacto que hizo con Abraham y el juramento que le hizo a Isaac. Se lo confirmó a Jacob como un decreto y al pueblo de Israel como un pacto eterno: «Te daré la tierra de Canaán como tu preciada posesión». Eso lo dijo cuando eran unos pocos, un pequeño grupo de extranjeros en Canaán. Anduvieron de nación en nación, de un reino a otro. Sin embargo, él no permitió que nadie los oprimiera. A favor de ellos, les advirtió a los reyes: «No toquen a mi pueblo elegido ni hagan daño a mis profetas». Mandó hambre a la tierra de Canaán, y cortó la provisión de alimentos. Luego envió a un hombre a Egipto delante de ellos: a José, quien fue vendido como esclavo. Le lastimaron los pies con grilletes y en el cuello le pusieron un collar de hierro. Hasta que llegó el momento de cumplir sus sueños, el SEÑOR puso a prueba el carácter de José. Entonces el faraón mandó a buscarlo y lo puso en libertad; el gobernante de la nación le abrió la puerta de la cárcel. José quedó a cargo de toda la casa del rey; llegó a ser el administrador de todas sus posesiones. Con total libertad instruía a los asistentes del rey y enseñaba a los consejeros del rey. Luego Israel llegó a Egipto; Jacob vivió como extranjero en la tierra de Cam. Y el SEÑOR multiplicó a los israelitas hasta que llegaron a ser más poderosos que sus enemigos. Después puso a los egipcios en contra del pueblo de Israel, y ellos conspiraron contra los siervos del SEÑOR. Pero el SEÑOR envió a su siervo Moisés, junto con Aarón, a quien había escogido. Ellos realizaron señales asombrosas entre los egipcios, y maravillas en la tierra de Cam. El SEÑOR cubrió a Egipto con oscuridad, porque los egipcios desobedecieron las órdenes de dejar ir a su pueblo. Convirtió sus aguas en sangre y envenenó a todos los peces. Luego las ranas infestaron la tierra y hasta invadieron las habitaciones del rey. Cuando el SEÑOR habló, enjambres de moscas descendieron sobre los egipcios, y hubo una nube de mosquitos por todo Egipto. Les envió granizo en lugar de lluvia, y destellaron relámpagos sobre la tierra. Arruinó sus vides y sus higueras y destrozó todos los árboles. Habló, y vinieron oleadas de langostas, langostas jóvenes en cantidades innumerables. Se comieron todo lo verde que había en la tierra y destruyeron todos los cultivos de los campos. Después mató al hijo mayor de cada hogar egipcio, el orgullo y la alegría de cada familia. El SEÑOR sacó a su pueblo de Egipto, cargado de oro y de plata; y ni una sola persona de las tribus de Israel siquiera tropezó. Egipto se alegró cuando se fueron, porque les tenía mucho miedo. El SEÑOR desplegó una nube sobre ellos para que los cubriera y les dio un gran fuego para que iluminara la oscuridad. Ellos le pidieron carne, y él les envió codornices; les sació el hambre con maná, pan del cielo. Partió una roca, y brotó agua a chorros que formó un río a través de la tierra árida y baldía. Pues recordó la promesa sagrada que le había hecho a su siervo Abraham. Así que sacó a su pueblo de Egipto con alegría, a sus escogidos, con gozo. Les dio las tierras de las naciones paganas, y cosecharon cultivos que otros habían sembrado. Todo eso sucedió para que siguieran los decretos del SEÑOR y obedecieran sus enseñanzas.

Salmos 105:1-45

Salmos 105:1-45 RVR1960Salmos 105:1-45 RVR1960Salmos 105:1-45 RVR1960

YouVersion utiliza cookies para personalizar su experiencia. Al usar nuestro sitio web, acepta nuestro uso de cookies como se describe en nuestra Política de privacidad