Proverbios 5:7-14
Proverbios 5:7-14 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)
Pues bien, hijo mío, escúchame y no te apartes de mis palabras. Aléjate de la adúltera; no te acerques a la puerta de su casa, para que no entregues a otros tu vigor ni tus años a gente cruel; para que no sacies con tu fuerza a gente extraña, ni vayan a dar en casa ajena tus esfuerzos. Porque al final acabarás por gemir, cuando tu carne y tu cuerpo se hayan consumido. Y dirás: «¡Cómo pude aborrecer la corrección! ¡Cómo pudo mi corazón despreciar la disciplina! No atendí a la voz de mis maestros ni presté oído a mis instructores. Ahora estoy al borde de la ruina en medio de toda la comunidad».
Proverbios 5:7-14 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)
Querido jovencito, escúchame: ¡no desprecies mis consejos! Apártate de esa mujer y no te acerques a su casa, o acabarás entregando tu salud y los mejores años de tu vida a gente cruel y peligrosa; ¡todo tu salario, y el dinero que con tanto esfuerzo te ganaste, irá a parar en otras manos! Cuando te hayas quedado pobre, dirás entre llantos y lamentos: «¡Pobre de mí, pobre de mí! ¡Nunca acepté ningún consejo! Jamás les hice caso a mis maestros, ni obedecí a los que me orientaban. ¡Ahora estoy casi en la desgracia ante toda la comunidad!»
Proverbios 5:7-14 Reina Valera Contemporánea (RVC)
Hijos, escúchenme bien ahora: No se aparten de las razones de mi boca. Aleja a esa mujer de tu camino. No te acerques a la puerta de su casa. Así no entregarás tu vida y tu honor a gente extraña y cruel. Así gente extraña no se saciará con tu fuerza, ni se quedarán tus trabajos en casa ajena. Así no tendrás que llorar al final, cuando tu carne y tu cuerpo se consuman, ni dirás: «¡Cómo pude rechazar los consejos! ¡Cómo pudo mi corazón despreciar la reprensión! ¡No oí la voz de los que me instruían, ni presté oído a los que me enseñaban! ¡Poco me faltó para estar del todo mal entre la comunidad y la congregación!»
Proverbios 5:7-14 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)
Por lo tanto, hijo mío, atiéndeme, no te apartes de mis enseñanzas. Aléjate de la mujer ajena; ni siquiera te acerques a la puerta de su casa, para que no pierdas la riqueza de tus años en manos de gente extraña y cruel; para que ningún extraño se llene con el fruto de tu esfuerzo y tu trabajo. De lo contrario, acabarás por lamentarlo cuando tu cuerpo se consuma poco a poco. Y dirás: «¡Cómo pude despreciar la corrección! ¡Cómo pude rechazar las reprensiones! ¡No quise escuchar a mis maestros, no atendí a los que me instruían, y por poco llego al colmo de la desgracia ante la comunidad entera!»
Proverbios 5:7-14 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)
Ahora pues, hijos, oídme, Y no os apartéis de las razones de mi boca. Aleja de ella tu camino, Y no te acerques a la puerta de su casa; Para que no des a los extraños tu honor, Y tus años al cruel; No sea que extraños se sacien de tu fuerza, Y tus trabajos estén en casa del extraño; Y gimas al final, Cuando se consuma tu carne y tu cuerpo, Y digas: ¡Cómo aborrecí el consejo, Y mi corazón menospreció la reprensión; No oí la voz de los que me instruían, Y a los que me enseñaban no incliné mi oído! Casi en todo mal he estado, En medio de la sociedad y de la congregación.
Proverbios 5:7-14 La Biblia de las Américas (LBLA)
¶Ahora pues, hijos míos, escuchadme, y no os apartéis de las palabras de mi boca. Aleja de la extraña tu camino, y no te acerques a la puerta de su casa; no sea que des tu vigor a otros y tus años al cruel; no sea que se sacien los extraños de tus bienes, y tu esfuerzo vaya a casa del extranjero; y al final te lamentes, cuando tu carne y tu cuerpo se hayan consumido, y digas: ¡Cómo he aborrecido la instrucción, y mi corazón ha despreciado la corrección! No he escuchado la voz de mis maestros, ni he inclinado mi oído a mis instructores. He estado a punto de completa ruina en medio de la asamblea y la congregación.
Proverbios 5:7-14 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Así que ahora, hijos míos, escúchenme. Nunca se aparten de lo que les voy a decir: ¡Aléjate de ella! ¡No te acerques a la puerta de su casa! Si lo haces perderás el honor, y perderás todo lo que has logrado a manos de gente que no tiene compasión. Gente extraña consumirá tus riquezas, y otro disfrutará del fruto de tu trabajo. Al final, gemirás de angustia cuando la enfermedad consuma tu cuerpo. Dirás: «¡Cuánto odié la disciplina! ¡Si tan solo no hubiera despreciado todas las advertencias! ¿Por qué no escuché a mis maestros? ¿Por qué no presté atención a mis instructores? He llegado al borde de la ruina y ahora mi vergüenza será conocida por todos».