Proverbios 1:8-10
Proverbios 1:8-10 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)
Hijo mío, escucha las correcciones de tu padre y no abandones las enseñanzas de tu madre. Adornarán tu cabeza como una hermosa diadema; adornarán tu cuello como un collar. Hijo mío, si los pecadores quieren engañarte, no vayas con ellos.
Proverbios 1:8-10 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)
Querido jovencito: Atiende a tu padre cuando te llame la atención, y muestra respeto cuando tu madre te enseñe. Sus enseñanzas te adornarán como una corona en la cabeza, como un collar en el cuello. Querido jovencito, si los malvados quieren que te portes mal, no te dejes llevar por ellos.
Proverbios 1:8-10 Reina Valera Contemporánea (RVC)
Atiende, hijo mío, las correcciones de tu padre, y no menosprecies las enseñanzas de tu madre; adorno de gracia serán sobre tu cabeza, y collares alrededor de tu cuello. Hijo mío, si los pecadores quisieran engañarte, no te dejes llevar por ellos.
Proverbios 1:8-10 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)
Hijo mío, atiende la instrucción de tu padre y no abandones la enseñanza de tu madre, pues serán para ti un bello adorno: como un collar o una corona. Si los pecadores quieren engañarte, ¡no se lo permitas, hijo mío!
Proverbios 1:8-10 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)
Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, Y no desprecies la dirección de tu madre; Porque adorno de gracia serán a tu cabeza, Y collares a tu cuello. Hijo mío, si los pecadores te quisieren engañar, No consientas.
Proverbios 1:8-10 La Biblia de las Américas (LBLA)
¶Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, y no abandones la enseñanza de tu madre; porque guirnalda de gracia son para tu cabeza, y collares para tu cuello. Hijo mío, si los pecadores te quieren seducir, no consientas.
Proverbios 1:8-10 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Hijo mío, presta atención cuando tu padre te corrige; no descuides la instrucción de tu madre. Lo que aprendas de ellos te coronará de gracia y será como un collar de honor alrededor de tu cuello. Hijo mío, si los pecadores quieren engatusarte, ¡dales la espalda!