S. Mateo 14:31-33
S. Mateo 14:31-33 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)
Enseguida Jesús le tendió la mano y, sujetándolo, lo reprendió: —¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? Cuando subieron a la barca, el viento se calmó. Los que estaban en la barca lo adoraron diciendo: —Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios.
S. Mateo 14:31-33 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)
Entonces Jesús extendió su brazo, agarró a Pedro y le dijo: —Pedro, tú confías muy poco en mí. ¿Por qué dudaste? En cuanto los dos subieron a la barca, el viento dejó de soplar. Todos los que estaban en la barca se arrodillaron ante Jesús y le dijeron
S. Mateo 14:31-33 Reina Valera Contemporánea (RVC)
Al momento, Jesús extendió la mano y, mientras lo sostenía, le dijo: «¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?» Cuando ellos subieron a la barca, el viento se calmó. Entonces los que estaban en la barca se acercaron y lo adoraron, diciendo: «Verdaderamente, tú eres Hijo de Dios.»
S. Mateo 14:31-33 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)
Al momento, Jesús lo tomó de la mano y le dijo: —¡Qué poca fe tienes! ¿Por qué dudaste? En cuanto subieron a la barca, se calmó el viento. Entonces los que estaban en la barca se pusieron de rodillas delante de Jesús, y le dijeron: —¡En verdad tú eres el Hijo de Dios!
S. Mateo 14:31-33 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)
Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? Y cuando ellos subieron en la barca, se calmó el viento. Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios.
S. Mateo 14:31-33 La Biblia de las Américas (LBLA)
Y al instante Jesús, extendiendo la mano, lo sostuvo y le dijo*: Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste? Cuando ellos subieron a la barca, el viento se calmó. Entonces los que estaban en la barca le adoraron, diciendo: En verdad eres Hijo de Dios.
S. Mateo 14:31-33 Nueva Traducción Viviente (NTV)
De inmediato, Jesús extendió la mano y lo agarró. —Tienes tan poca fe —le dijo Jesús—. ¿Por qué dudaste de mí? Cuando subieron de nuevo a la barca, el viento se detuvo. Entonces los discípulos lo adoraron. «¡De verdad eres el Hijo de Dios!», exclamaron.