Logo de YouVersion
Ícono Búsqueda

S. Lucas 3:1-38

S. Lucas 3:1-38 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)

En el año quince del reinado de Tiberio César, Poncio Pilato gobernaba la provincia de Judea, Herodes era tetrarca en Galilea, su hermano Felipe en Iturea y Traconite, y Lisanias en Abilene; el sumo sacerdocio lo ejercían Anás y Caifás. En aquel entonces, la palabra de Dios llegó a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Juan recorría toda la región del Jordán predicando el bautismo de arrepentimiento para el perdón de pecados. Así está escrito en el libro del profeta Isaías: «Voz de uno que grita en el desierto: “Preparen el camino para el Señor, háganle sendas derechas. Se levantarán todos los valles y se allanarán todas las montañas y colinas. Los caminos torcidos se enderezarán y las sendas escabrosas queden llanas. Y toda humanidad verá la salvación de Dios”». Muchos acudían a Juan para que los bautizara. —¡Camada de víboras! —dijo—. ¿Quién les advirtió que huyeran del castigo que se acerca? Produzcan frutos que demuestren arrepentimiento. Y no se pongan a decir: “Tenemos a Abraham por padre”. Porque les digo que aun de estas piedras Dios es capaz de darle hijos a Abraham. Es más, el hacha ya está puesta a la raíz de los árboles y todo árbol que no produzca buen fruto será cortado y arrojado al fuego. —¿Entonces qué debemos hacer? —preguntaba la gente. —El que tiene dos camisas debe compartir con el que no tiene ninguna —contestó Juan—, y el que tiene comida debe hacer lo mismo. Llegaron también unos recaudadores de impuestos para que los bautizara. —Maestro, ¿qué debemos hacer nosotros? —preguntaron. —No cobren más de lo debido —respondió. —Y nosotros, ¿qué debemos hacer? —preguntaron unos soldados. Y les dijo: —No extorsionen a nadie ni hagan denuncias falsas; más bien confórmense con lo que les pagan. La gente estaba a la expectativa y todos se preguntaban si acaso Juan sería el Cristo. —Yo los bautizo a ustedes con agua —respondió Juan a todos—. Pero está por llegar uno más poderoso que yo, a quien ni siquiera merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. Tiene el aventador en la mano para limpiar su era y recoger el trigo en su granero. La paja, en cambio, la quemará con fuego que nunca se apagará. Y con muchas otras palabras exhortaba Juan a la gente y le anunciaba las buenas noticias. Pero, cuando reprendió al tetrarca Herodes por el asunto de su cuñada Herodías, y por todas las otras maldades que había cometido, Herodes llegó hasta el colmo de encerrar a Juan en la cárcel. Un día en que todos acudían a Juan para que los bautizara, Jesús fue bautizado también. Y mientras oraba, se abrió el cielo y el Espíritu Santo bajó sobre él en forma de paloma. Entonces se oyó una voz que desde el cielo decía: «Tú eres mi Hijo amado; estoy muy complacido contigo». Jesús tenía unos treinta años cuando comenzó su ministerio. Era hijo, según se creía, de José. Esta es la lista de sus antepasados: José, Elí, Matat, Leví, Melquí, Janay, José, Matatías, Amós, Nahúm, Eslí, Nagay, Máat, Matatías, Semeí, Josec, Yodá, Yojanán, Resa, Zorobabel, Salatiel, Neri, Melquí, Adí, Cosán, Elmadán, Er, Josué, Eliezer, Jorín, Matat, Leví, Simeón, Judá, José, Jonán, Eliaquín, Melea, Mainán, Matata, Natán, David, Isaí, Obed, Booz, Salmón, Naasón, Aminadab, Ram, Jezrón, Fares, Judá, Jacob, Isaac, Abraham, Téraj, Najor, Serug, Ragau, Péleg, Éber, Selaj, Cainán, Arfaxad, Sem, Noé, Lamec, Matusalén, Enoc, Jared, Malalel, Cainán, Enós, Set, Adán, Dios.

S. Lucas 3:1-38 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)

Juan el Bautista, el hijo de Zacarías, vivía en el desierto. Dios le habló allí, en el desierto, cuando Tiberio tenía ya quince años de ser el emperador romano y Poncio Pilato era el gobernador de la región de Judea. En ese tiempo Herodes Antipas gobernaba en la región de Galilea; por su parte Filipo, el hermano de Herodes, gobernaba en las regiones de Iturea y Traconítide; Lisanias gobernaba en la región de Abilene. Anás y Caifás eran los jefes de los sacerdotes del pueblo judío. Juan fue entonces a la región cercana al río Jordán. Allí le decía a la gente: «¡Bautícense y vuélvanse a Dios! Solo así Dios los perdonará.» Mucho tiempo atrás, el profeta Isaías había escrito acerca de Juan: «Alguien grita en el desierto: “Prepárenle el camino a nuestro Dios. ¡Ábranle paso! ¡Que no encuentre estorbos! ”Rellenen los valles, y conviertan en llanura la región montañosa. Enderecen los caminos torcidos. ¡Todo el mundo verá al Salvador que Dios envía!”» Mucha gente venía para que Juan los bautizara, y él les decía: —¡Ustedes son unas víboras! ¿Creen que van a escaparse del castigo que Dios les enviará? Muestren con su conducta que realmente han dejado de pecar. No piensen que van a salvarse solo por ser descendientes de Abraham. Si Dios así lo quiere, hasta estas piedras las puede convertir en familiares de Abraham. Cuando un árbol no produce buenos frutos, su dueño lo corta de raíz y lo quema. ¡Y Dios ya está listo para destruir a los que no hacen lo bueno! La gente le preguntaba: —Y entonces, ¿qué podemos hacer? Él les respondía: —El que tenga dos mantos, comparta uno con quien no tenga nada que ponerse. El que tenga comida, compártala con quien no tenga nada que comer. Vinieron también unos cobradores de impuestos y le preguntaron a Juan: —Maestro, ¿qué podemos hacer para salvarnos? Juan les contestó: —No le cobren a la gente más dinero del que debe pagar. Unos soldados preguntaron: —Juan, ¿qué podemos hacer nosotros? Él les contestó: —Ustedes amenazan a la gente y la obligan a que les dé dinero. Solo así le prometen dejarla en paz. ¡No lo vuelvan a hacer, y quédense satisfechos con su salario! Todos se admiraban y querían saber si Juan era el Mesías que esperaban. Pero Juan les respondió: —Yo los bautizo a ustedes con agua. Pero hay alguien que viene después de mí, y que es más poderoso que yo. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. ¡Yo ni siquiera merezco ser su esclavo! El que viene después de mí separará a los buenos de los malos. A los buenos los pondrá a salvo, y a los malos los echará en un fuego que nunca se apaga. De este modo, y de otras maneras, Juan anunciaba las buenas noticias a la gente. Además, reprendió a Herodes Antipas porque vivía con Herodías, la esposa de su hermano Filipo, y por todo lo malo que había hecho. Pero a toda su maldad Herodes añadió otra mala acción: puso a Juan en la cárcel. Cuando Juan terminó de bautizar a todos, Jesús vino y también se bautizó. Mientras Jesús oraba, el cielo se abrió y el Espíritu Santo bajó sobre él en forma de paloma. Luego se oyó una voz que desde el cielo decía: «Tú eres mi Hijo, a quien quiero mucho. Estoy muy contento contigo.» Jesús comenzó a predicar cuando tenía unos treinta años y, según la gente, era hijo de José. Esta es la lista de sus antepasados: José, Elí, Matat, Leví, Melquí, Janai, José, Matatías, Amós, Nahúm, Eslí, Nagai, Máhat, Matatías, Semeí, Josec, Joiadá, Johanán, Resá, Zorobabel, Salatiel, Nerí, Melquí, Adí, Cosam, Elmadam, Er, Jesús, Eliézer, Jorim, Matat, Leví, Simeón, Judá, José, Jonam, Eliaquim, Meleá, Mená, Matatá, Natán, David, Jesé, Obed, Booz, Sélah, Nahasón, Aminadab, Admín, Arní, Hersón, Fares, Judá, Jacob, Isaac, Abraham, Térah, Nahor, Serug, Ragau, Péleg, Éber, Sélah, Cainán, Arfaxad, Sem, Noé, Lámec, Matusalén, Henoc, Jéred, Mahalalel, Cainán, Enós, Set, Adán, Dios mismo.

S. Lucas 3:1-38 Reina Valera Contemporánea (RVC)

Era el año decimoquinto del imperio de Tiberio César. Poncio Pilato era entonces gobernador de Judea, Herodes era tetrarca de Galilea, su hermano Felipe era tetrarca de Iturea y de la provincia de Traconite, y Lisanias era tetrarca de Abilinia. Anás y Caifás eran sumos sacerdotes. En esos días Dios le habló a Juan hijo de Zacarías en el desierto. Juan fue entonces por toda la región cercana al Jordán, y predicaba el bautismo de arrepentimiento para el perdón de pecados, tal y como está escrito en el libro del profeta Isaías: «Una voz clama en el desierto: Preparen el camino del Señor y enderecen sus sendas. Todo valle será rellenado, y todo monte y colina será nivelado. Los caminos torcidos serán enderezados, las sendas dispares serán allanadas, y todos verán la salvación de Dios.» A las multitudes que acudían para ser bautizadas, Juan les decía: «¡Generación de víboras! ¿Quién les enseñó a huir de la ira venidera? Produzcan frutos dignos de arrepentimiento, y no comiencen a decirse: “Tenemos a Abrahán por padre”, porque yo les digo que aun de estas piedras Dios puede levantar hijos a Abrahán. El hacha ya está lista para derribar de raíz a los árboles; por tanto, todo árbol que no dé buen fruto será cortado y echado en el fuego.» La gente le preguntaba: «Entonces, ¿qué debemos hacer?» Y Juan les respondía: «El que tenga dos túnicas, comparta una con el que no tiene ninguna, y el que tenga comida, haga lo mismo.» También unos cobradores de impuestos llegaron para ser bautizados, y le preguntaron: «Maestro, ¿qué debemos hacer nosotros?» Él les dijo: «No cobren más de lo que deban cobrar.» Unos soldados también le preguntaron: «Y nosotros, ¿qué debemos hacer?» Y Juan les respondió: «No extorsionen ni calumnien a nadie, y confórmense con su salario.» Como el pueblo estaba expectante y todos se preguntaban si acaso Juan sería el Cristo, Juan les dijo a todos: «A decir verdad, yo los bautizo en agua, pero después de mí viene uno que es más poderoso que yo, y de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado. Él los bautizará en Espíritu Santo y fuego. Ya tiene el bieldo en la mano, de modo que limpiará su era; recogerá su trigo en el granero, y quemará la paja en un fuego que nunca se apagará.» Con exhortaciones como estas, y con muchas otras, anunciaba al pueblo estas buenas noticias. Además, Juan reprendió al tetrarca Herodes por causa de Herodías, que era mujer de su hermano Felipe. Pero a todas las maldades que Herodes había cometido, añadió esta otra: encerró a Juan en la cárcel. Un día en que todo el pueblo estaba siendo bautizado, también fue bautizado Jesús. Y mientras Jesús oraba, el cielo se abrió y el Espíritu Santo descendió sobre él en forma de paloma. Entonces vino una voz del cielo, que decía: «Tú eres mi Hijo amado, en quien me complazco.» Cuando Jesús comenzó su ministerio, tenía unos treinta años. Según se creía, era hijo de José, que fue hijo de Elí, que fue hijo de Matat, que fue hijo de Leví, que fue hijo de Melqui, que fue hijo de Janaí, que fue hijo de José, que fue hijo de Matatías, que fue hijo de Amós, que fue hijo de Nahúm, que fue hijo de Esli, que fue hijo de Nagay, que fue hijo de Mat, que fue hijo de Matatías, que fue hijo de Semei, que fue hijo de José, que fue hijo de Yodá, que fue hijo de Joana, que fue hijo de Resa, que fue hijo de Zorobabel, que fue hijo de Salatiel, que fue hijo de Nerí, que fue hijo de Melqui, que fue hijo de Adi, que fue hijo de Cosán, que fue hijo de Elmodam, que fue hijo de Er, que fue hijo de Josué, que fue hijo de Eliezer, que fue hijo de Jorín, que fue hijo de Matat, que fue hijo de Leví, que fue hijo de Simeón, que fue hijo de Judá, que fue hijo de José, que fue hijo de Jonán, que fue hijo de Eliaquín, que fue hijo de Melea, que fue hijo de Mainán, que fue hijo de Matata, que fue hijo de Natán, que fue hijo de David, que fue hijo de Yesé, que fue hijo de Obed, que fue hijo de Booz, que fue hijo de Salmón, que fue hijo de Nasón, que fue hijo de Aminadab, que fue hijo de Aram, que fue hijo de Esrón, que fue hijo de Fares, que fue hijo de Judá, que fue hijo de Jacob, que fue hijo de Isaac, que fue hijo de Abrahán, que fue hijo de Téraj, que fue hijo de Najor, que fue hijo de Serug, que fue hijo de Ragau, que fue hijo de Peleg, que fue hijo de Éber, que fue hijo de Sala, que fue hijo de Cainán, que fue hijo de Arfaxad, que fue hijo de Sem, que fue hijo de Noé, que fue hijo de Lamec, que fue hijo de Matusalén, que fue hijo de Enoc, que fue hijo de Yared, que fue hijo de Malalel, que fue hijo de Cainán, que fue hijo de Enós, que fue hijo de Set, que fue hijo de Adán, que fue creado por Dios.

S. Lucas 3:1-38 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)

Era el año quince del gobierno del emperador Tiberio, y Poncio Pilato era gobernador de Judea. Herodes gobernaba en Galilea, su hermano Filipo gobernaba en Iturea y Traconítide, y Lisanias gobernaba en Abilene. Anás y Caifás eran los sumos sacerdotes. Por aquel tiempo, Dios habló en el desierto a Juan, el hijo de Zacarías, y Juan pasó por todos los lugares junto al río Jordán, diciendo a la gente que ellos debían volverse a Dios y ser bautizados, para que Dios les perdonara sus pecados. Esto sucedió como está escrito en el libro del profeta Isaías: «Una voz grita en el desierto: “Preparen el camino del Señor; ábranle un camino recto. Todo valle será rellenado, todo cerro y colina será nivelado, los caminos torcidos serán enderezados, y allanados los caminos disparejos. Todo el mundo verá la salvación que Dios envía.”», Cuando la gente salía para que Juan los bautizara, él les decía: «¡Raza de víboras! ¿Quién les ha dicho a ustedes que van a librarse del terrible castigo que se acerca? Pórtense de tal modo que se vea claramente que se han vuelto al Señor, y no vayan a decir entre ustedes: “¡Nosotros somos descendientes de Abraham!”; porque les aseguro que incluso a estas piedras Dios puede convertirlas en descendientes de Abraham. Además, el hacha ya está lista para cortar los árboles de raíz. Todo árbol que no da buen fruto, se corta y se echa al fuego.» Entonces la gente le preguntó: —¿Qué debemos hacer? Juan les contestó: —El que tenga dos trajes, dele uno al que no tiene ninguno; y el que tenga comida, compártala con el que no la tiene. Se acercaron también para ser bautizados algunos de los que cobraban impuestos para Roma, y le preguntaron a Juan: —Maestro, ¿qué debemos hacer nosotros? Juan les dijo: —No cobren más de lo que deben cobrar. También algunos soldados le preguntaron: —Y nosotros, ¿qué debemos hacer? Les contestó: —No le quiten nada a nadie, ni con amenazas ni acusándolo de algo que no haya hecho; y confórmense con su sueldo. La gente estaba en gran expectativa, y se preguntaba si tal vez Juan sería el Mesías; pero Juan les dijo a todos: «Yo, en verdad, los bautizo con agua; pero viene uno que los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. Él es más poderoso que yo, que ni siquiera merezco desatarle la correa de sus sandalias. Trae su aventador en la mano, para limpiar el trigo y separarlo de la paja. Guardará el trigo en su granero, pero quemará la paja en un fuego que nunca se apagará.» De este modo, y con otros muchos consejos, Juan anunciaba la buena noticia a la gente. Además reprendió a Herodes, el gobernante, porque tenía por mujer a Herodías, la esposa de su hermano, y también por todo lo malo que había hecho; pero Herodes, a todas sus malas acciones añadió otra: metió a Juan en la cárcel. Sucedió que cuando Juan los estaba bautizando a todos, también Jesús fue bautizado; y mientras oraba, el cielo se abrió y el Espíritu Santo bajó sobre él en forma visible, como una paloma, y se oyó una voz del cielo, que decía: —Tú eres mi Hijo amado, a quien he elegido. Jesús tenía unos treinta años cuando comenzó su actividad. Fue hijo, según se creía, de José. José fue hijo de Elí, que a su vez fue hijo de Matat, que fue hijo de Leví, que fue hijo de Melquí, que fue hijo de Janai, que fue hijo de José, que fue hijo de Matatías, que fue hijo de Amós, que fue hijo de Nahúm, que fue hijo de Eslí, que fue hijo de Nagai, que fue hijo de Máhat, que fue hijo de Matatías, que fue hijo de Semeí, que fue hijo de Josec, que fue hijo de Joiadá, que fue hijo de Johanán, que fue hijo de Resá, que fue hijo de Zorobabel, que fue hijo de Salatiel, que fue hijo de Nerí, que fue hijo de Melquí, que fue hijo de Adí, que fue hijo de Cosam, que fue hijo de Elmadam, que fue hijo de Er, que fue hijo de Jesús, que fue hijo de Eliézer, que fue hijo de Jorim, que fue hijo de Matat, que fue hijo de Leví, que fue hijo de Simeón, que fue hijo de Judá, que fue hijo de José, que fue hijo de Jonam, que fue hijo de Eliaquim, que fue hijo de Meleá, que fue hijo de Mená, que fue hijo de Matatá, que fue hijo de Natán, que fue hijo de David, que fue hijo de Jesé, que fue hijo de Obed, que fue hijo de Booz, que fue hijo de Sélah, que fue hijo de Nahasón, que fue hijo de Aminadab, que fue hijo de Admín, que fue hijo de Arní, que fue hijo de Hesrón, que fue hijo de Fares, que fue hijo de Judá, que fue hijo de Jacob, que fue hijo de Isaac, que fue hijo de Abraham, que fue hijo de Térah, que fue hijo de Nahor, que fue hijo de Serug, que fue hijo de Ragau, que fue hijo de Péleg, que fue hijo de Éber, que fue hijo de Sélah, que fue hijo de Cainán, que fue hijo de Arfaxad, que fue hijo de Sem, que fue hijo de Noé, que fue hijo de Lámec, que fue hijo de Matusalén, que fue hijo de Henoc, que fue hijo de Jéred, que fue hijo de Mahalaleel, que fue hijo de Cainán, que fue hijo de Enós, que fue hijo de Set, que fue hijo de Adán, que fue hijo de Dios.

S. Lucas 3:1-38 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)

En el año decimoquinto del imperio de Tiberio César, siendo gobernador de Judea Poncio Pilato, y Herodes tetrarca de Galilea, y su hermano Felipe tetrarca de Iturea y de la provincia de Traconite, y Lisanias tetrarca de Abilinia, y siendo sumos sacerdotes Anás y Caifás, vino palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y él fue por toda la región contigua al Jordán, predicando el bautismo del arrepentimiento para perdón de pecados, como está escrito en el libro de las palabras del profeta Isaías, que dice: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor; Enderezad sus sendas. Todo valle se rellenará, Y se bajará todo monte y collado; Los caminos torcidos serán enderezados, Y los caminos ásperos allanados; Y verá toda carne la salvación de Dios. Y decía a las multitudes que salían para ser bautizadas por él: ¡Oh generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera? Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no comencéis a decir dentro de vosotros mismos: Tenemos a Abraham por padre; porque os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras. Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto se corta y se echa en el fuego. Y la gente le preguntaba, diciendo: Entonces, ¿qué haremos? Y respondiendo, les dijo: El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo. Vinieron también unos publicanos para ser bautizados, y le dijeron: Maestro, ¿qué haremos? Él les dijo: No exijáis más de lo que os está ordenado. También le preguntaron unos soldados, diciendo: Y nosotros, ¿qué haremos? Y les dijo: No hagáis extorsión a nadie, ni calumniéis; y contentaos con vuestro salario. Como el pueblo estaba en expectativa, preguntándose todos en sus corazones si acaso Juan sería el Cristo, respondió Juan, diciendo a todos: Yo a la verdad os bautizo en agua; pero viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego. Su aventador está en su mano, y limpiará su era, y recogerá el trigo en su granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará. Con estas y otras muchas exhortaciones anunciaba las buenas nuevas al pueblo. Entonces Herodes el tetrarca, siendo reprendido por Juan a causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano, y de todas las maldades que Herodes había hecho, sobre todas ellas, añadió además esta: encerró a Juan en la cárcel. Aconteció que cuando todo el pueblo se bautizaba, también Jesús fue bautizado; y orando, el cielo se abrió, y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma, y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia. Jesús mismo al comenzar su ministerio era como de treinta años, hijo, según se creía, de José, hijo de Elí, hijo de Matat, hijo de Leví, hijo de Melqui, hijo de Jana, hijo de José, hijo de Matatías, hijo de Amós, hijo de Nahum, hijo de Esli, hijo de Nagai, hijo de Maat, hijo de Matatías, hijo de Semei, hijo de José, hijo de Judá, hijo de Joana, hijo de Resa, hijo de Zorobabel, hijo de Salatiel, hijo de Neri, hijo de Melqui, hijo de Adi, hijo de Cosam, hijo de Elmodam, hijo de Er, hijo de Josué, hijo de Eliezer, hijo de Jorim, hijo de Matat, hijo de Leví, hijo de Simeón, hijo de Judá, hijo de José, hijo de Jonán, hijo de Eliaquim, hijo de Melea, hijo de Mainán, hijo de Matata, hijo de Natán, hijo de David, hijo de Isaí, hijo de Obed, hijo de Booz, hijo de Salmón, hijo de Naasón, hijo de Aminadab, hijo de Aram, hijo de Esrom, hijo de Fares, hijo de Judá, hijo de Jacob, hijo de Isaac, hijo de Abraham, hijo de Taré, hijo de Nacor, hijo de Serug, hijo de Ragau, hijo de Peleg, hijo de Heber, hijo de Sala, hijo de Cainán, hijo de Arfaxad, hijo de Sem, hijo de Noé, hijo de Lamec, hijo de Matusalén, hijo de Enoc, hijo de Jared, hijo de Mahalaleel, hijo de Cainán, hijo de Enós, hijo de Set, hijo de Adán, hijo de Dios.

S. Lucas 3:1-38 La Biblia de las Américas (LBLA)

En el año decimoquinto del imperio de Tiberio César, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, y Herodes tetrarca de Galilea, y su hermano Felipe tetrarca de la región de Iturea y Traconite, y Lisanias tetrarca de Abilinia, durante el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y él fue por toda la región contigua al Jordán, predicando un bautismo de arrepentimiento para el perdón de los pecados; como está escrito en el libro de las palabras del profeta Isaías: VOZ DEL QUE CLAMA EN EL DESIERTO: «PREPARAD EL CAMINO DEL SEÑOR, HACED DERECHAS SUS SENDAS. -»TODO VALLE SERá RELLENADO, Y TODO MONTE Y COLLADO REBAJADO; LO TORCIDO SE HARá RECTO, Y LAS SENDAS áSPERAS se volverán CAMINOS LLANOS; Y TODA CARNE VERá LA SALVACIóN DE DIOS». Por eso, decía a las multitudes que acudían para que él las bautizara: ¡Camada de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira que vendrá? Por tanto, dad frutos dignos de arrepentimiento; y no comencéis a deciros a vosotros mismos: «Tenemos a Abraham por padre», porque os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham de estas piedras. Y también el hacha ya está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado al fuego. Y las multitudes le preguntaban, diciendo: ¿Qué, pues, haremos? Respondiendo él, les decía: El que tiene dos túnicas, comparta con el que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo. Vinieron también unos recaudadores de impuestos para ser bautizados, y le dijeron: Maestro, ¿qué haremos? Entonces él les respondió: No exijáis más de lo que se os ha ordenado. También algunos soldados le preguntaban, diciendo: Y nosotros, ¿qué haremos? Y él les dijo: A nadie extorsionéis, ni a nadie acuséis falsamente, y contentaos con vuestro salario. Como el pueblo estaba a la expectativa, y todos se preguntaban en sus corazones acerca de Juan, si no sería él el Cristo, Juan respondió, diciendo a todos: Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más poderoso que yo; a quien no soy digno de desatar la correa de sus sandalias; Él os bautizará con el Espíritu Santo y fuego. El bieldo está en su mano para limpiar completamente su era y recoger el trigo en su granero; pero quemará la paja en fuego inextinguible. Y también con muchas otras exhortaciones Juan anunciaba las buenas nuevas al pueblo. Pero Herodes el tetrarca, siendo reprendido por él por causa de Herodías, mujer de su hermano, y por todas las maldades que Herodes había hecho, añadió además a todas ellas, esta: que encerró a Juan en la cárcel. Y aconteció que cuando todo el pueblo era bautizado, Jesús también fue bautizado: y mientras Él oraba, el cielo se abrió, y el Espíritu Santo descendió sobre Él en forma corporal, como una paloma, y vino una voz del cielo, que decía: Tú eres mi Hijo amado, en ti me he complacido. Y cuando comenzó su ministerio, Jesús mismo tenía unos treinta años, siendo, como se suponía, hijo de José, quien era hijo de Elí, y Elí, de Matat; Matat, de Leví; Leví, de Melqui; Melqui, de Jana; Jana, de José; José, de Matatías; Matatías, de Amós; Amós, de Nahúm; Nahúm, de Esli; Esli, de Nagai; Nagai, de Maat; Maat, de Matatías; Matatías, de Semei; Semei, de José; José, de Judá; Judá, de Joana; Joana, de Resa; Resa, de Zorobabel; Zorobabel, de Salatiel; Salatiel, de Neri; Neri, de Melqui; Melqui, de Adi; Adi, de Cosam; Cosam, de Elmodam; Elmodam, de Er; Er, de Josué; Josué, de Eliezer; Eliezer, de Jorim; Jorim, de Matat; Matat, de Leví; Leví, de Simeón; Simeón, de Judá; Judá, de José; José, de Jonán; Jonán, de Eliaquim; Eliaquim, de Melea; Melea, de Mainán; Mainán, de Matata; Matata, de Natán; Natán, de David; David, de Isaí; Isaí, de Obed; Obed, de Booz; Booz, de Salmón; Salmón, de Naasón; Naasón, de Aminadab; Aminadab, de Admín; Admín, de Aram; Aram, de Esrom; Esrom, de Fares; Fares, de Judá; Judá, de Jacob; Jacob, de Isaac; Isaac, de Abraham; Abraham, de Taré; Taré, de Nacor; Nacor, de Serug; Serug, de Ragau; Ragau, de Peleg; Peleg, de Heber; Heber, de Sala; Sala, de Cainán; Cainán, de Arfaxad; Arfaxad, de Sem; Sem, de Noé; Noé, de Lamec; Lamec, de Matusalén; Matusalén, de Enoc; Enoc, de Jared; Jared, de Mahalaleel; Mahalaleel, de Cainán; Cainán, de Enós; Enós, de Set; Set, de Adán; y Adán, de Dios.

S. Lucas 3:1-38 Nueva Traducción Viviente (NTV)

Era el año quince del reinado de Tiberio, el emperador de Roma. Poncio Pilato era gobernador de Judea; Herodes Antipas gobernaba Galilea; su hermano Felipe gobernaba Iturea y Traconite; y Lisanias gobernaba Abilinia. Anás y Caifás eran los sumos sacerdotes. En ese tiempo, un mensaje de Dios llegó a Juan, hijo de Zacarías, que vivía en el desierto. Entonces Juan fue de un lugar a otro, por ambos lados del río Jordán, predicando que la gente debía ser bautizada para demostrar que se había arrepentido de sus pecados y vuelto a Dios para ser perdonada. Isaías había hablado de Juan cuando dijo: «Es una voz que clama en el desierto: “¡Preparen el camino para la venida del SEÑOR! ¡Ábranle camino! Los valles serán rellenados, y las montañas y las colinas, allanadas. Las curvas serán enderezadas, y los lugares ásperos, suavizados. Y entonces todas las personas verán la salvación enviada por Dios”». Cuando las multitudes acudieron a Juan para que los bautizara, les dijo: —¡Camada de víboras! ¿Quién les advirtió que huyeran de la ira que se acerca? Demuestren con su forma de vivir que se han arrepentido de sus pecados y han vuelto a Dios. No se digan simplemente el uno al otro: “Estamos a salvo porque somos descendientes de Abraham”. Eso no significa nada, porque les digo que Dios puede crear hijos de Abraham de estas mismas piedras. Ahora mismo el hacha del juicio de Dios está lista para cortar las raíces de los árboles. Así es, todo árbol que no produzca buenos frutos será cortado y arrojado al fuego. Las multitudes preguntaron: —¿Qué debemos hacer? Juan contestó: —Si tienes dos camisas, da una a los pobres. Si tienes comida, comparte con los que tienen hambre. Hasta los corruptos cobradores de impuestos vinieron a bautizarse y preguntaron: —Maestro, ¿qué debemos hacer? Él les contestó: —No recauden más impuestos de lo que el gobierno requiere. —¿Qué debemos hacer nosotros? —preguntaron algunos soldados. Juan les contestó: —No extorsionen ni hagan falsas acusaciones, y estén satisfechos con su salario. Todos esperaban que el Mesías viniera pronto, y tenían muchas ganas de saber si Juan era el Mesías. Juan contestó a sus preguntas diciendo: «Yo los bautizo con agua, pero pronto viene alguien que es superior a mí, tan superior que ni siquiera soy digno de ser su esclavo y desatarle las correas de sus sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. Él está listo para separar el trigo de la paja con su rastrillo. Luego limpiará la zona donde se trilla y juntará el trigo en su granero, pero quemará la paja en un fuego interminable». Juan usó muchas advertencias similares al anunciar la Buena Noticia al pueblo. También Juan criticó públicamente a Herodes Antipas, el gobernador de Galilea, por haberse casado con Herodías, la esposa de su hermano, y por muchas otras injusticias que había cometido. Así que Herodes metió a Juan en la cárcel, agregando a sus muchos pecados uno más. Cierto día, en que las multitudes se bautizaban, Jesús mismo fue bautizado. Mientras él oraba, los cielos se abrieron, y el Espíritu Santo, en forma visible, descendió sobre él como una paloma. Y una voz dijo desde el cielo: «Tú eres mi Hijo muy amado y me das gran gozo». Jesús tenía unos treinta años cuando comenzó su ministerio público. Jesús era conocido como el hijo de José. José era hijo de Elí. Elí era hijo de Matat. Matat era hijo de Leví. Leví era hijo de Melqui. Melqui era hijo de Jana. Jana era hijo de José. José era hijo de Matatías. Matatías era hijo de Amós. Amós era hijo de Nahúm. Nahúm era hijo de Esli. Esli era hijo de Nagai. Nagai era hijo de Maat. Maat era hijo de Matatías. Matatías era hijo de Semei. Semei era hijo de Josec. Josec era hijo de Judá. Judá era hijo de Joana. Joana era hijo de Resa. Resa era hijo de Zorobabel. Zorobabel era hijo de Salatiel. Salatiel era hijo de Neri. Neri era hijo de Melqui. Melqui era hijo de Adi. Adi era hijo de Cosam. Cosam era hijo de Elmodam. Elmodam era hijo de Er. Er era hijo de Josué. Josué era hijo de Eliezer. Eliezer era hijo de Jorim. Jorim era hijo de Matat. Matat era hijo de Leví. Leví era hijo de Simeón. Simeón era hijo de Judá. Judá era hijo de José. José era hijo de Jonán. Jonán era hijo de Eliaquim. Eliaquim era hijo de Melea. Melea era hijo de Mainán. Mainán era hijo de Matata. Matata era hijo de Natán. Natán era hijo de David. David era hijo de Isaí. Isaí era hijo de Obed. Obed era hijo de Booz. Booz era hijo de Salmón. Salmón era hijo de Naasón. Naasón era hijo de Aminadab. Aminadab era hijo de Admín. Admín era hijo de Arní. Arní era hijo de Hezrón. Hezrón era hijo de Fares. Fares era hijo de Judá. Judá era hijo de Jacob. Jacob era hijo de Isaac. Isaac era hijo de Abraham. Abraham era hijo de Taré. Taré era hijo de Nacor. Nacor era hijo de Serug. Serug era hijo de Reu. Reu era hijo de Peleg. Peleg era hijo de Heber. Heber era hijo de Sala. Sala era hijo de Cainán. Cainán era hijo de Arfaxad. Arfaxad era hijo de Sem. Sem era hijo de Noé. Noé era hijo de Lamec. Lamec era hijo de Matusalén. Matusalén era hijo de Enoc. Enoc era hijo de Jared. Jared era hijo de Mahalaleel. Mahalaleel era hijo de Cainán. Cainán era hijo de Enós. Enós era hijo de Set. Set era hijo de Adán. Adán era hijo de Dios.