S. Lucas 16:19-25
S. Lucas 16:19-25 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)
»Había un hombre rico que se vestía con púrpura y lino fino, y daba espléndidos banquetes todos los días. A la puerta de su casa se tendía un mendigo llamado Lázaro, que estaba cubierto de llagas y que hubiera querido llenarse el estómago con lo que caía de la mesa del rico. Hasta los perros se acercaban y le lamían las llagas. »Resulta que murió el mendigo y los ángeles se lo llevaron para que estuviera al lado de Abraham. También murió el rico y lo sepultaron. En los dominios de la muerte, en medio de sus tormentos, el rico levantó los ojos y vio de lejos a Abraham y a Lázaro junto a él. Así que alzó la voz y lo llamó: “Padre Abraham, ten compasión de mí y manda a Lázaro que moje la punta del dedo en agua y me refresque la lengua, porque estoy sufriendo mucho en este fuego”. Pero Abraham contestó: “Hijo, recuerda que durante tu vida te fue muy bien, mientras que a Lázaro le fue muy mal; pero ahora a él le toca recibir consuelo aquí, y a ti, sufrir mucho.
S. Lucas 16:19-25 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)
«Había una vez un hombre muy rico, que vestía ropas muy lujosas. Hacía fiestas todos los días, y servía las comidas más caras. En cambio, junto a la entrada de su casa había un hombre pobre, llamado Lázaro, que tenía la piel llena de llagas. Unas personas lo sentaban siempre allí, y los perros venían a lamerle las llagas. Este pobre hombre tenía tanta hambre que deseaba comer, por lo menos, las sobras que caían de la mesa del hombre rico. »Un día, el hombre pobre murió y los ángeles lo pusieron en el sitio de honor, junto a su antepasado Abraham. Después murió también el hombre rico, y lo enterraron. Cuando ya estaba en el infierno, donde sufría muchísimo, el que había sido rico vio a lo lejos a Abraham, y a Lázaro sentado junto a él. »Entonces llamó a Abraham y le dijo: “¡Abraham, antepasado mío, compadécete de mí! Ordénale a Lázaro que moje la punta de su dedo en agua, y me refresque la lengua. Sufro muchísimo con este fuego.” Pero Abraham le respondió: “Tú eres mi descendiente, pero recuerda que, cuando ustedes vivían, a ti te iba muy bien y a Lázaro le iba muy mal. Ahora, él es feliz aquí, mientras que a ti te toca sufrir.
S. Lucas 16:19-25 Reina Valera Contemporánea (RVC)
»Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y cada día celebraba espléndidos banquetes. Había también un mendigo llamado Lázaro, que lleno de llagas pasaba el tiempo echado a la puerta de aquel, ansioso de saciarse con las migajas que caían de la mesa del rico, y hasta los perros venían y le lamían las llagas. Llegó el día en que el mendigo murió, y los ángeles se lo llevaron al lado de Abrahán. Después murió también el rico, y fue sepultado. Cuando el rico estaba en el Hades, en medio de tormentos, alzó sus ojos y, a lo lejos, vio a Abrahán, y a Lázaro junto a él. Entonces gritó: “Padre Abrahán, ¡ten compasión de mí! ¡Envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y me refresque la lengua, porque estas llamas me atormentan!” Pero Abrahán le dijo: “Hijo mío, acuérdate de que, mientras vivías, tú recibiste tus bienes y Lázaro recibió sus males. Pero ahora, aquí él recibe consuelo y tú recibes tormentos.
S. Lucas 16:19-25 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)
»Había un hombre rico, que se vestía con ropa fina y elegante y que todos los días ofrecía espléndidos banquetes. Había también un pobre llamado Lázaro, que estaba lleno de llagas y se sentaba en el suelo a la puerta del rico. Este pobre quería llenarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los perros se acercaban a lamerle las llagas. Un día el pobre murió, y los ángeles lo llevaron a sentarse a comer al lado de Abraham. El rico también murió, y fue enterrado. »Y mientras el rico sufría en el lugar adonde van los muertos, levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro sentado a su lado. Entonces gritó: “¡Padre Abraham, ten lástima de mí! Manda a Lázaro que moje la punta de su dedo en agua y venga a refrescar mi lengua, porque estoy sufriendo mucho en este fuego.” Pero Abraham le contestó: “Hijo, acuérdate que en vida tú recibiste tu parte de bienes, y Lázaro su parte de males. Ahora él recibe consuelo aquí, y tú sufres.
S. Lucas 16:19-25 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)
Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquel, lleno de llagas, y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas. Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama. Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora este es consolado aquí, y tú atormentado.
S. Lucas 16:19-25 La Biblia de las Américas (LBLA)
Había cierto hombre rico que se vestía de púrpura y lino fino, celebrando cada día fiestas con esplendidez. Y un pobre llamado Lázaro yacía a su puerta cubierto de llagas, ansiando saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; además, hasta los perros venían y le lamían las llagas. Y sucedió que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico y fue sepultado. En el Hadesalzósus ojos, estando en tormentos, y vio* a Abraham a lo lejos, y a Lázaro en su seno. Y gritando, dijo: «Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua y refresque mi lengua, pues estoy en agonía en esta llama». Pero Abraham le dijo: «Hijo, recuerda que durante tu vida recibiste tus bienes, y Lázaro, igualmente, males; pero ahora él es consolado aquí, y tú estás en agonía.
S. Lucas 16:19-25 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Jesús dijo: «Había un hombre rico que se vestía con gran esplendor en púrpura y lino de la más alta calidad y vivía rodeado de lujos. Tirado a la puerta de su casa había un hombre pobre llamado Lázaro, quien estaba cubierto de llagas. Mientras Lázaro estaba tendido, deseando comer las sobras de la mesa del hombre rico, los perros venían y le lamían las llagas abiertas. »Con el tiempo, el hombre pobre murió y fue llevado por los ángeles para que se sentara junto a Abraham en el banquete celestial. El hombre rico también murió y fue enterrado, y fue al lugar de los muertos. Allí, en medio del tormento, vio a Abraham a lo lejos con Lázaro junto a él. »El hombre rico gritó: “¡Padre Abraham, ten piedad! Envíame a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua y refresque mi lengua. Estoy en angustia en estas llamas”. »Abraham le dijo: “Hijo, recuerda que tuviste todo lo que quisiste durante tu vida, y Lázaro no tuvo nada. Ahora él está aquí recibiendo consuelo y tú estás en angustia.