S. Lucas 16:1-31
S. Lucas 16:1-31 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)
Jesús contó otra parábola a sus discípulos: «Un hombre rico tenía un administrador a quien acusaron de derrochar sus bienes. Así que lo mandó a llamar y le dijo: “¿Qué es esto que me dicen de ti? Rinde cuentas de tu administración, porque ya no puedes seguir en tu puesto”. El administrador reflexionó: “¿Qué voy a hacer ahora que mi amo está por quitarme el puesto? No tengo fuerzas para cavar y me da vergüenza pedir limosna. Tengo que asegurarme de que, cuando me echen de la administración, haya gente que me reciba en su casa. ¡Ya sé lo que voy a hacer!”. »Llamó entonces a cada uno de los que debían algo a su amo. Al primero le preguntó: “¿Cuánto le debes a mi amo?”. “Cien barriles de aceite”, contestó él. El administrador le dijo: “Toma tu factura, siéntate enseguida y escribe cincuenta”. Luego preguntó al segundo: “Y tú, ¿cuánto debes?”. “Cien bultos de trigo”, contestó. El administrador le dijo: “Toma tu factura y escribe ochenta”. »Pues bien, el amo elogió al administrador deshonesto por haber actuado con astucia. Es que los de este mundo, en su trato con los que son como ellos, son más astutos que los que han recibido la luz. Por eso les digo que se valgan de las riquezas deshonestas para ganar amigos, a fin de que cuando estas se acaben haya quienes los reciban a ustedes en las viviendas eternas. »El que es fiel en lo poco también lo será en lo mucho; y el que no es honrado en lo poco tampoco lo será en lo mucho. Por eso, si ustedes no han sido fieles en el uso de las riquezas deshonestas, ¿quién les confiará las verdaderas? Y, si con lo ajeno no han sido fieles, ¿quién les dará a ustedes lo que les pertenece? »Ningún sirviente puede servir a dos señores, pues menospreciará a uno y amará al otro o querrá mucho a uno y despreciará al otro. Ustedes no pueden servir a la vez a Dios y a las riquezas». Oían todo esto los fariseos, a quienes les encantaba el dinero, y se burlaban de Jesús. Él les dijo: «Ustedes se justifican ante la gente, pero Dios conoce sus corazones. Dense cuenta de que aquello que la gente tiene en gran estima es detestable delante de Dios. »La Ley y los Profetas se proclamaron hasta Juan. Desde entonces se anuncian las buenas noticias del reino de Dios y todos se esfuerzan por entrar en él. Es más fácil que desaparezcan el cielo y la tierra que caiga una sola tilde de la Ley. »Todo el que se divorcia de su esposa y se casa con otra comete adulterio; y el que se casa con la divorciada comete adulterio. »Había un hombre rico que se vestía con púrpura y lino fino, y daba espléndidos banquetes todos los días. A la puerta de su casa se tendía un mendigo llamado Lázaro, que estaba cubierto de llagas y que hubiera querido llenarse el estómago con lo que caía de la mesa del rico. Hasta los perros se acercaban y le lamían las llagas. »Resulta que murió el mendigo y los ángeles se lo llevaron para que estuviera al lado de Abraham. También murió el rico y lo sepultaron. En los dominios de la muerte, en medio de sus tormentos, el rico levantó los ojos y vio de lejos a Abraham y a Lázaro junto a él. Así que alzó la voz y lo llamó: “Padre Abraham, ten compasión de mí y manda a Lázaro que moje la punta del dedo en agua y me refresque la lengua, porque estoy sufriendo mucho en este fuego”. Pero Abraham contestó: “Hijo, recuerda que durante tu vida te fue muy bien, mientras que a Lázaro le fue muy mal; pero ahora a él le toca recibir consuelo aquí, y a ti, sufrir mucho. Además de eso, hay un gran abismo entre nosotros y ustedes, de modo que los que quieren pasar de aquí para allá no pueden, ni tampoco pueden los de allá para acá”. »Él respondió: “Entonces te ruego, padre, que mandes a Lázaro a la casa de mi padre, para que advierta a mis cinco hermanos y no vengan ellos también a este lugar de tormento”. Pero Abraham contestó: “Ya tienen a Moisés y a los Profetas; ¡que les hagan caso a ellos!”. “No les harán caso, padre Abraham —respondió el rico—; en cambio, si se les presentara uno de entre los muertos, entonces sí se arrepentirían”. Abraham le dijo: “Si no hacen caso a Moisés y a los Profetas, tampoco se convencerán aunque alguien se levante de entre los muertos”».
S. Lucas 16:1-31 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)
Jesús también les dijo a sus discípulos: «Había una vez un hombre muy rico, que tenía un empleado encargado de cuidar todas sus riquezas; pero llegó a saber que ese empleado malgastaba su dinero. Entonces lo llamó y le dijo: “¿Qué es todo esto que me han dicho de ti? Preséntame un informe de todo mi dinero y posesiones, porque ya no vas a trabajar más para mí.” »El empleado pensó: “Ahora que mi patrón me despide del trabajo, ¿qué voy a hacer? No soy fuerte para hacer zanjas, y me da vergüenza pedir limosna. ¡Ya sé lo que haré, para que algunos me reciban en sus casas cuando me despidan!” »El empleado llamó a cada uno de los que le debían algo a su patrón, y al primero le preguntó: “¿Cuánto le debes a mi patrón?” Aquel hombre contestó: “Le debo cien barriles de aceite de oliva.” El empleado le dijo: “Aquí está tu cuenta. Rápido, siéntate y, en lugar de cien barriles, anota cincuenta.” Luego le preguntó a otro: “Y tú, ¿cuánto le debes a mi patrón?” Ese hombre respondió: “Diez mil kilos de trigo.” El empleado le dijo: “Toma tu cuenta y anota ocho mil kilos.” »Al saber esto, el patrón felicitó al empleado deshonesto por ser tan astuto. Y es que, para atender sus propios negocios, la gente de este mundo es más astuta que los hijos de Dios. »Por eso a ustedes, que son mis discípulos, yo les aconsejo que usen el dinero obtenido en forma deshonesta para ganar amigos. Así, cuando se les acabe ese dinero, Dios los recibirá en el cielo. »Al que cuida bien lo que vale poco, también se le puede confiar lo que vale mucho. Y el que es deshonesto con lo de poco valor, también lo será con lo de mucho valor. Si a ustedes no se les puede confiar algo que vale tan poco, como el dinero ganado deshonestamente, ¿quién les confiará lo que sí es valioso? Y si no se les puede confiar lo que es de otra persona, ¿quién les dará lo que será de ustedes? »Nadie puede ser esclavo de dos amos, porque preferirá a uno más que a otro. Y si obedece a uno, desobedecerá al otro. No se puede servir al mismo tiempo a Dios y al dinero.» A los fariseos les gustaba mucho el dinero. Por eso, cuando escucharon todo lo que Jesús decía, se burlaron de él. Entonces Jesús les dijo: «Ustedes tratan de aparecer delante de los demás como personas muy honestas, pero Dios los conoce muy bien. Lo que la mayoría de la gente considera de mucho valor, para Dios no vale nada. »Hasta la época de Juan el Bautista, la gente ha tenido que obedecer la Ley y la enseñanza de los Profetas. Desde entonces, se anuncian las buenas noticias del reino de Dios, y todos luchan por entrar en él. »Sin embargo, es más fácil que desaparezcan el cielo y la tierra, a que deje de cumplirse el detalle más insignificante de la Ley. »Si un hombre se divorcia de su esposa y se casa con otra mujer, comete pecado, porque es infiel en el matrimonio. Si un hombre se casa con una mujer divorciada, también comete pecado.» Jesús también dijo: «Había una vez un hombre muy rico, que vestía ropas muy lujosas. Hacía fiestas todos los días, y servía las comidas más caras. En cambio, junto a la entrada de su casa había un hombre pobre, llamado Lázaro, que tenía la piel llena de llagas. Unas personas lo sentaban siempre allí, y los perros venían a lamerle las llagas. Este pobre hombre tenía tanta hambre que deseaba comer, por lo menos, las sobras que caían de la mesa del hombre rico. »Un día, el hombre pobre murió y los ángeles lo pusieron en el sitio de honor, junto a su antepasado Abraham. Después murió también el hombre rico, y lo enterraron. Cuando ya estaba en el infierno, donde sufría muchísimo, el que había sido rico vio a lo lejos a Abraham, y a Lázaro sentado junto a él. »Entonces llamó a Abraham y le dijo: “¡Abraham, antepasado mío, compadécete de mí! Ordénale a Lázaro que moje la punta de su dedo en agua, y me refresque la lengua. Sufro muchísimo con este fuego.” Pero Abraham le respondió: “Tú eres mi descendiente, pero recuerda que, cuando ustedes vivían, a ti te iba muy bien y a Lázaro le iba muy mal. Ahora, él es feliz aquí, mientras que a ti te toca sufrir. Además, a ustedes y a nosotros nos separa un gran abismo, y nadie puede pasar de un lado a otro.” El hombre rico dijo: “Abraham, te ruego entonces que mandes a Lázaro a la casa de mi familia. Que avise a mis cinco hermanos que, si no dejan de hacer lo malo, vendrán a este horrible lugar.” Pero Abraham le contestó: “Tus hermanos tienen la Biblia. ¿Por qué no la leen? ¿Por qué no la obedecen?” El hombre rico respondió: “Abraham, querido antepasado, ¡eso no basta! Pero si alguno de los muertos va y habla con ellos, te aseguro que se volverán a Dios.” Abraham le dijo: “Si no hacen caso de lo que dice la Biblia, tampoco le harán caso a un muerto que vuelva a vivir.”»
S. Lucas 16:1-31 Reina Valera Contemporánea (RVC)
Jesús también les dijo a sus discípulos: «Había un hombre rico, que tenía un mayordomo, el cual fue acusado de malgastar los bienes de su amo. Ese hombre llamó al mayordomo, y le dijo: “¿Qué es esto que me dicen de ti? Ríndeme cuentas de tu mayordomía, porque no puedes seguir siendo mi mayordomo.” Entonces el mayordomo se puso a pensar: “¿Qué voy a hacer si mi amo me quita la mayordomía? ¿Cavar la tierra? ¡No soy capaz! ¿Pedir limosna? ¡Qué vergüenza! ¡Ya sé lo que haré! Así, cuando se me quite la mayordomía, seré bien recibido en cualquier casa.” Llamó entonces a cada uno de los deudores de su amo, y al primero le dijo: “¿Cuánto le debes a mi amo?” Aquel respondió: “Cien barriles de aceite.” El mayordomo le dijo: “Toma tu cuenta y, enseguida, siéntate y anota cincuenta.” A otro le dijo: “Y tú, ¿cuánto debes?” Y aquel respondió: “Cien sacos de trigo.” El mayordomo le dijo: “Toma tu cuenta, y anota ochenta.” Y el amo elogió al mal mayordomo por haber actuado con tanta sagacidad, pues en el trato con sus semejantes los hijos de este mundo son más sagaces que los hijos de la luz. »Por tanto, les digo: Háganse de amigos por medio de las riquezas injustas, para que cuando estas falten, sean ustedes recibidos en las mansiones eternas. »El que es confiable en lo poco, también lo es en lo mucho; y el que no es confiable en lo poco, tampoco lo es en lo mucho. Porque si en el manejo de las riquezas injustas ustedes no son confiables, ¿quién podrá confiarles lo verdadero? Y si con lo ajeno no resultan confiables, ¿quién les dará lo que les pertenece? Ningún siervo puede servir a dos señores, porque a uno lo odiará y al otro lo amará. O bien, estimará a uno y menospreciará al otro. Así que ustedes no pueden servir a Dios y a las riquezas.» Los fariseos, que eran avaros, también escuchaban estas cosas, y se burlaban de él. Entonces Jesús les dijo: «Ustedes se justifican a ustedes mismos delante de la gente, pero Dios conoce su corazón; pues lo que la gente considera sublime, ante Dios resulta repugnante. »La ley y los profetas llegan hasta Juan. Desde entonces se anuncian las buenas noticias del reino de Dios, y todos se esfuerzan por entrar en él. Pero más fácilmente pasarán el cielo y la tierra, a que deje de cumplirse una sola letra de la ley. »Todo el que se divorcia de su mujer, y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con la divorciada, también comete adulterio. »Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y cada día celebraba espléndidos banquetes. Había también un mendigo llamado Lázaro, que lleno de llagas pasaba el tiempo echado a la puerta de aquel, ansioso de saciarse con las migajas que caían de la mesa del rico, y hasta los perros venían y le lamían las llagas. Llegó el día en que el mendigo murió, y los ángeles se lo llevaron al lado de Abrahán. Después murió también el rico, y fue sepultado. Cuando el rico estaba en el Hades, en medio de tormentos, alzó sus ojos y, a lo lejos, vio a Abrahán, y a Lázaro junto a él. Entonces gritó: “Padre Abrahán, ¡ten compasión de mí! ¡Envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y me refresque la lengua, porque estas llamas me atormentan!” Pero Abrahán le dijo: “Hijo mío, acuérdate de que, mientras vivías, tú recibiste tus bienes y Lázaro recibió sus males. Pero ahora, aquí él recibe consuelo y tú recibes tormentos. Pero, además, hay un gran abismo entre ustedes y nosotros, de manera que los que quieran pasar de aquí a donde están ustedes, no pueden hacerlo; ni tampoco pueden pasar de allá para acá.” Aquel respondió: “Padre, entonces te ruego que envíes a Lázaro a la casa de mi padre, donde tengo cinco hermanos, para que les advierta, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento.” Pero Abrahán le respondió: “Pero ellos tienen a Moisés y a los profetas. ¡Que los escuchen!” Y aquel contestó: “No lo harán, padre Abrahán. Pero si alguien de entre los muertos va a ellos, sí se arrepentirán.” Abrahán le dijo: “Si no han escuchado a Moisés y a los profetas, tampoco se van a convencer si alguien se levanta de entre los muertos.”»
S. Lucas 16:1-31 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)
Jesús contó también esto a sus discípulos: «Había un hombre rico que tenía un mayordomo; y fueron a decirle que este le estaba malgastando sus bienes. El amo lo llamó y le dijo: “¿Qué es esto que me dicen de ti? Dame cuenta de tu trabajo, porque ya no puedes seguir siendo mi mayordomo.” El mayordomo se puso a pensar: “¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me deja sin trabajo? No tengo fuerzas para trabajar la tierra, y me da vergüenza pedir limosna. Ya sé lo que voy a hacer, para tener quienes me reciban en sus casas cuando me quede sin trabajo.” Llamó entonces uno por uno a los que le debían algo a su amo. Al primero le preguntó: “¿Cuánto le debes a mi amo?” Le contestó: “Le debo cien barriles de aceite.” El mayordomo le dijo: “Aquí está tu vale; siéntate en seguida y haz otro por cincuenta solamente.” Después preguntó a otro: “Y tú, ¿cuánto le debes?” Este le contestó: “Cien medidas de trigo.” Le dijo: “Aquí está tu vale; haz otro por ochenta solamente.” El amo reconoció que el mal mayordomo había sido listo en su manera de hacer las cosas. Y es que cuando se trata de sus propios negocios, los que pertenecen al mundo son más listos que los que pertenecen a la luz. »Les aconsejo que usen las falsas riquezas de este mundo para ganarse amigos, para que cuando las riquezas se acaben, haya quien los reciba a ustedes en las viviendas eternas. »El que se porta honradamente en lo poco, también se porta honradamente en lo mucho; y el que no tiene honradez en lo poco, tampoco la tiene en lo mucho. De manera que, si con las falsas riquezas de este mundo ustedes no se portan honradamente, ¿quién les confiará las verdaderas riquezas? Y si no se portan honradamente con lo ajeno, ¿quién les dará lo que les pertenece? »Ningún sirviente puede servir a dos amos; porque odiará a uno y querrá al otro, o será fiel a uno y despreciará al otro. No se puede servir a Dios y a las riquezas.» Los fariseos, que eran amigos del dinero, oyeron todo esto y se burlaron de Jesús. Jesús les dijo: «Ustedes son los que se hacen pasar por justos delante de la gente, pero Dios conoce sus corazones; pues lo que los hombres tienen por más elevado, Dios lo aborrece. »La ley y los profetas llegan hasta Juan. Desde entonces se anuncia la buena noticia acerca del reino de Dios, y a todos se les hace fuerza para que entren. »Es más fácil que el cielo y la tierra dejen de existir, que deje de cumplirse una sola letra de la ley. »Si un hombre se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con una divorciada, también comete adulterio. »Había un hombre rico, que se vestía con ropa fina y elegante y que todos los días ofrecía espléndidos banquetes. Había también un pobre llamado Lázaro, que estaba lleno de llagas y se sentaba en el suelo a la puerta del rico. Este pobre quería llenarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los perros se acercaban a lamerle las llagas. Un día el pobre murió, y los ángeles lo llevaron a sentarse a comer al lado de Abraham. El rico también murió, y fue enterrado. »Y mientras el rico sufría en el lugar adonde van los muertos, levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro sentado a su lado. Entonces gritó: “¡Padre Abraham, ten lástima de mí! Manda a Lázaro que moje la punta de su dedo en agua y venga a refrescar mi lengua, porque estoy sufriendo mucho en este fuego.” Pero Abraham le contestó: “Hijo, acuérdate que en vida tú recibiste tu parte de bienes, y Lázaro su parte de males. Ahora él recibe consuelo aquí, y tú sufres. Aparte de esto, hay un gran abismo entre nosotros y ustedes; de modo que los que quieren pasar de aquí allá, no pueden, ni de allá tampoco pueden pasar aquí.”» »El rico dijo: “Te suplico entonces, padre Abraham, que mandes a Lázaro a la casa de mi padre, donde tengo cinco hermanos, para que les llame la atención, y así no vengan ellos también a este lugar de tormento.” Abraham dijo: “Ellos ya tienen lo escrito por Moisés y los profetas: ¡que les hagan caso!” El rico contestó: “Padre Abraham, eso no basta; pero si un muerto resucita y se les aparece, ellos se convertirán.” Pero Abraham le dijo: “Si no quieren hacer caso a Moisés y a los profetas, tampoco creerán aunque algún muerto resucite.”»
S. Lucas 16:1-31 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)
Dijo también a sus discípulos: Había un hombre rico que tenía un mayordomo, y este fue acusado ante él como disipador de sus bienes. Entonces le llamó, y le dijo: ¿Qué es esto que oigo acerca de ti? Da cuenta de tu mayordomía, porque ya no podrás más ser mayordomo. Entonces el mayordomo dijo para sí: ¿Qué haré? Porque mi amo me quita la mayordomía. Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza. Ya sé lo que haré para que cuando se me quite de la mayordomía, me reciban en sus casas. Y llamando a cada uno de los deudores de su amo, dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi amo? Él dijo: Cien barriles de aceite. Y le dijo: Toma tu cuenta, siéntate pronto, y escribe cincuenta. Después dijo a otro: Y tú, ¿cuánto debes? Y él dijo: Cien medidas de trigo. Él le dijo: Toma tu cuenta, y escribe ochenta. Y alabó el amo al mayordomo malo por haber hecho sagazmente; porque los hijos de este siglo son más sagaces en el trato con sus semejantes que los hijos de luz. Y yo os digo: Ganad amigos por medio de las riquezas injustas, para que cuando estas falten, os reciban en las moradas eternas. El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto. Pues si en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero? Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo que es vuestro? Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas. Y oían también todas estas cosas los fariseos, que eran avaros, y se burlaban de él. Entonces les dijo: Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres; mas Dios conoce vuestros corazones; porque lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación. La ley y los profetas eran hasta Juan; desde entonces el reino de Dios es anunciado, y todos se esfuerzan por entrar en él. Pero más fácil es que pasen el cielo y la tierra, que se frustre una tilde de la ley. Todo el que repudia a su mujer, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada del marido, adultera. Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquel, lleno de llagas, y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas. Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama. Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora este es consolado aquí, y tú atormentado. Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá. Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento. Y Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos. Él entonces dijo: No, padre Abraham; pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán. Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos.
S. Lucas 16:1-31 La Biblia de las Américas (LBLA)
Decía también Jesús a los discípulos: Había cierto hombre rico que tenía un mayordomo; y este fue acusado ante él de derrochar sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: «¿Qué es esto que oigo acerca de ti? Rinde cuentas de tu administración, porque no puedes ser más mayordomo». Y el mayordomo se dijo a sí mismo: «¿Qué haré? Pues mi señor me quita la administración. No tengo fuerzas para cavar, y me da vergüenza mendigar. Ya sélo que haré, para que cuando se me destituya de la administración me reciban en sus casas». Y llamando a cada uno de los deudores de su señor, dijo al primero: «¿Cuánto le debes a mi señor?». Y él dijo: «Cien barrilesde aceite». Y le dijo: «Toma tu factura, siéntate pronto y escribe cincuenta». Después dijo a otro: «Y tú, ¿cuánto debes?». Y él respondió: «Cien medidasde trigo». Él le dijo*: «Toma tu factura y escribe ochenta». El señor elogió al mayordomo injusto porque había procedido con sagacidad, pues los hijos de este siglo son más sagaces en las relaciones con sus semejantesque los hijos de la luz. Y yo os digo: Haceos amigos por medio de las riquezasinjustas, para que cuando falten, os reciban en las moradas eternas. El que es fiel en lo muy poco, es fiel también en lo mucho; y el que es injusto en lo muy poco, también es injusto en lo mucho. Por tanto, si no habéis sido fieles en el uso de las riquezasinjustas, ¿quién os confiará las riquezas verdaderas? Y si no habéis sido fieles en el uso de lo ajeno, ¿quién os dará lo que es vuestro? Ningún siervopuede servir a dos señores, porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o se apegará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas. Los fariseos, que eran amantes del dinero, oían todas estas cosas y se burlaban de Él. Y Él les dijo: Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos ante los hombres, pero Dios conoce vuestros corazones, porque lo que entre los hombres es de alta estima, abominable es delante de Dios. La ley y los profetas se proclamaron hasta Juan; desde entonces se anuncian las buenas nuevas del reino de Dios, y todos se esfuerzan por entrar en él. Pero más fácil es que el cielo y la tierra pasen, que un ápicede la ley deje de cumplirse. Todo el que se divorcia desu mujer y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con la que está divorciada delmarido, comete adulterio. Había cierto hombre rico que se vestía de púrpura y lino fino, celebrando cada día fiestas con esplendidez. Y un pobre llamado Lázaro yacía a su puerta cubierto de llagas, ansiando saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; además, hasta los perros venían y le lamían las llagas. Y sucedió que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico y fue sepultado. En el Hadesalzósus ojos, estando en tormentos, y vio* a Abraham a lo lejos, y a Lázaro en su seno. Y gritando, dijo: «Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua y refresque mi lengua, pues estoy en agonía en esta llama». Pero Abraham le dijo: «Hijo, recuerda que durante tu vida recibiste tus bienes, y Lázaro, igualmente, males; pero ahora él es consolado aquí, y tú estás en agonía. Y además detodo esto, hay un gran abismo puesto entre nosotros y vosotros, de modo que los que quieran pasar de aquí a vosotros no puedan, y tampoco nadie puedacruzar de allá a nosotros». Entonces él dijo: «Te ruego, pues, padre, que lo envíes a la casa de mi padre, pues tengo cinco hermanos, de modo que él los prevenga, para que ellos no vengan también a este lugar de tormento». Pero Abraham dijo*: «Ellos tienen a Moisés y a los profetas; que los oigan». Y él dijo: «No, padre Abraham, sino que si alguno va a ellos de entre los muertos, se arrepentirán». Mas Abraham le contestó: «Si no escuchan a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán si alguno se levanta de entre los muertos».
S. Lucas 16:1-31 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Jesús les contó la siguiente historia a sus discípulos: «Había cierto hombre rico que tenía un administrador que manejaba sus negocios. Un día llegó la noticia de que el administrador estaba malgastando el dinero de su patrón. Entonces el patrón lo llamó y le dijo: “¿Qué es esto que oigo acerca de ti? Prepara un informe final porque voy a despedirte”. »El administrador pensó: “¿Y ahora qué haré? Mi jefe me ha despedido. No tengo fuerzas para cavar zanjas y soy demasiado orgulloso para mendigar. Ah, ya sé cómo asegurarme de que tendré muchos amigos que me recibirán en sus casas cuando mi patrón me despida”. »Entonces invitó a todo el que le debía dinero a su patrón para conversar sobre la situación. Le preguntó al primero: “¿Cuánto debes a mi patrón?”. El hombre contestó: “Le debo cien medidas de aceite de oliva”. Entonces el administrador le dijo: “Toma la factura y cámbiala a cincuenta medidas”. »Le preguntó al siguiente: “¿Cuánto le debes tú?”. “Le debo cien medidas de trigo”, respondió. “Toma la factura y cámbiala a ochenta medidas”, le dijo. »El hombre rico tuvo que admirar a este pícaro deshonesto por su astucia. Y la verdad es que los hijos de este mundo son más astutos que los hijos de la luz al lidiar con el mundo que los rodea. Aquí está la lección: usen sus recursos mundanos para beneficiar a otros y para hacer amigos. Entonces, cuando esas posesiones se acaben, ellos les darán la bienvenida a un hogar eterno. »Si son fieles en las cosas pequeñas, serán fieles en las grandes; pero si son deshonestos en las cosas pequeñas, no actuarán con honradez en las responsabilidades más grandes. Entonces, si no son confiables con las riquezas mundanas, ¿quién les confiará las verdaderas riquezas del cielo?; y si no son fieles con las cosas de otras personas, ¿por qué se les debería confiar lo que es de ustedes? »Nadie puede servir a dos amos. Pues odiará a uno y amará al otro; será leal a uno y despreciará al otro. No se puede servir a Dios y estar esclavizado al dinero». Los fariseos, que amaban mucho su dinero, oyeron todo eso y se burlaron de Jesús. Entonces él les dijo: «A ustedes les encanta aparecer como personas rectas en público, pero Dios conoce el corazón. Lo que este mundo honra es detestable a los ojos de Dios. »Hasta el tiempo de Juan el Bautista, la ley de Moisés y el mensaje de los profetas fueron sus guías; pero ahora se predica la Buena Noticia del reino de Dios, y todos están ansiosos por entrar. Eso no significa que la ley haya perdido su fuerza. Es más fácil que el cielo y la tierra desaparezcan, a que el más pequeño punto de la ley de Dios sea anulado. »Por ejemplo, un hombre que se divorcia de su esposa y se casa con otra comete adulterio; y el que se case con una mujer divorciada de su esposo comete adulterio». Jesús dijo: «Había un hombre rico que se vestía con gran esplendor en púrpura y lino de la más alta calidad y vivía rodeado de lujos. Tirado a la puerta de su casa había un hombre pobre llamado Lázaro, quien estaba cubierto de llagas. Mientras Lázaro estaba tendido, deseando comer las sobras de la mesa del hombre rico, los perros venían y le lamían las llagas abiertas. »Con el tiempo, el hombre pobre murió y fue llevado por los ángeles para que se sentara junto a Abraham en el banquete celestial. El hombre rico también murió y fue enterrado, y fue al lugar de los muertos. Allí, en medio del tormento, vio a Abraham a lo lejos con Lázaro junto a él. »El hombre rico gritó: “¡Padre Abraham, ten piedad! Envíame a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua y refresque mi lengua. Estoy en angustia en estas llamas”. »Abraham le dijo: “Hijo, recuerda que tuviste todo lo que quisiste durante tu vida, y Lázaro no tuvo nada. Ahora él está aquí recibiendo consuelo y tú estás en angustia. Además, hay un gran abismo que nos separa. Ninguno de nosotros puede cruzar hasta allí, y ninguno de ustedes puede cruzar hasta aquí”. »Entonces el hombre rico dijo: “Por favor, padre Abraham, al menos envíalo a la casa de mi padre. Tengo cinco hermanos y quiero advertirles que no terminen en este lugar de tormento”. »Abraham le dijo: “Moisés y los profetas ya les advirtieron. Tus hermanos pueden leer lo que ellos escribieron”. »El hombre rico respondió: “¡No, padre Abraham! Pero si se les envía a alguien de los muertos ellos se arrepentirán de sus pecados y volverán a Dios”. »Pero Abraham le dijo: “Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se persuadirán por más que alguno se levantara de los muertos”».