S. Lucas 14:1-17
S. Lucas 14:1-17 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)
Un sábado, Jesús estaba cenando en la casa de un jefe de los fariseos. Todos los que estaban presentes lo vigilaban muy atentos. De pronto, un hombre que tenía las piernas y los brazos hinchados se paró delante de él. Jesús miró a los maestros de la Ley y a los fariseos, y les preguntó: «¿Se debe, o no se debe sanar a un enfermo el día de descanso?» Ellos se quedaron callados. Entonces Jesús tomó de la mano al enfermo, lo sanó y lo despidió. Después, les preguntó a los que estaban presentes: «Si uno de sus hijos, o uno de sus bueyes, se cayera en un pozo, ¿no es cierto que lo sacarían de inmediato, aunque fuera sábado?» Pero ellos no pudieron decir nada. Jesús se había dado cuenta de que los invitados a la cena llegaban y se sentaban en los mejores lugares. Por eso les dio este consejo: «Cuando alguien te invite a una fiesta de bodas, no te sientes en el mejor lugar. Porque si llega alguien más importante que tú, el que te invitó te dirá: “Dale tu puesto a este otro invitado.” Eso sería muy vergonzoso para ti, y tendrías que sentarte en el último lugar. »Por eso, cuando alguien te invite, busca el último puesto. Así, cuando llegue el que te invitó, te dirá: “Amigo, ven siéntate aquí; este lugar es mejor.” De esa manera, recibirás honores delante de los demás invitados. El que se crea superior a los demás, será puesto en el lugar menos importante. El que es humilde será puesto en un lugar más importante.» Luego, Jesús le dijo al hombre que lo había invitado: «Cuando hagas una fiesta o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus otros familiares, ni a tus vecinos más ricos. Si haces eso, también ellos te invitarán a ti, y de esa manera te recompensarán por haberlos invitado. En el futuro, cuando hagas una fiesta, invita a los pobres, a los tullidos, a los cojos y a los ciegos. Ellos no podrán darte nada a cambio, pero Dios te bendecirá. Él te dará un premio cuando resuciten todos los que practican la justicia.» Al oír esto, uno de los invitados le dijo a Jesús: —¡La bendición más grande será participar en la gran fiesta del reino de Dios! Jesús le respondió: —En cierta ocasión, un hombre organizó una gran cena e invitó a mucha gente. Cuando llegó la hora, envió a su sirviente para que llamara a los invitados y les dijera: “Vengan, ya todo está listo.”
S. Lucas 14:1-17 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)
Aconteció un día de reposo, que habiendo entrado para comer en casa de un gobernante, que era fariseo, estos le acechaban. Y he aquí estaba delante de él un hombre hidrópico. Entonces Jesús habló a los intérpretes de la ley y a los fariseos, diciendo: ¿Es lícito sanar en el día de reposo? Mas ellos callaron. Y él, tomándole, le sanó, y le despidió. Y dirigiéndose a ellos, dijo: ¿Quién de vosotros, si su asno o su buey cae en algún pozo, no lo sacará inmediatamente, aunque sea en día de reposo?, Y no le podían replicar a estas cosas. Observando cómo escogían los primeros asientos a la mesa, refirió a los convidados una parábola, diciéndoles: Cuando fueres convidado por alguno a bodas, no te sientes en el primer lugar, no sea que otro más distinguido que tú esté convidado por él, y viniendo el que te convidó a ti y a él, te diga: Da lugar a este; y entonces comiences con vergüenza a ocupar el último lugar. Mas cuando fueres convidado, ve y siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te convidó, te diga: Amigo, sube más arriba; entonces tendrás gloria delante de los que se sientan contigo a la mesa. Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido. Dijo también al que le había convidado: Cuando hagas comida o cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos ricos; no sea que ellos a su vez te vuelvan a convidar, y seas recompensado. Mas cuando hagas banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos; y serás bienaventurado; porque ellos no te pueden recompensar, pero te será recompensado en la resurrección de los justos. Oyendo esto uno de los que estaban sentados con él a la mesa, le dijo: Bienaventurado el que coma pan en el reino de Dios. Entonces Jesús le dijo: Un hombre hizo una gran cena, y convidó a muchos. Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: Venid, que ya todo está preparado.
S. Lucas 14:1-17 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)
Un día Jesús fue a comer a casa de un fariseo prominente. Era sábado, así que estos estaban acechando a Jesús. Allí, delante de él, estaba un hombre enfermo de hidropesía. Jesús preguntó a los expertos en la Ley y a los fariseos: —¿Está permitido o no sanar en sábado? Pero ellos se quedaron callados. Entonces tomó al hombre, lo sanó y lo despidió. También les dijo: —Si uno de ustedes tiene un hijo o un buey que se le cae en un pozo, ¿no lo saca enseguida, aunque sea sábado? Y no pudieron contestarle nada. Al notar cómo los invitados escogían los lugares de honor en la mesa, les contó esta parábola: —Cuando alguien te invite a una fiesta de bodas, no te sientes en el lugar de honor, no sea que haya algún invitado más distinguido que tú. Si es así, el que los invitó a los dos vendrá y te dirá: “Cédele tu asiento a este hombre”. Entonces, avergonzado, tendrás que ocupar el último asiento. Más bien, cuando te inviten, siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te invitó, te diga: “Amigo, pasa más adelante a un lugar mejor”. Así recibirás honor en presencia de todos los demás invitados. Porque todo el que a sí mismo se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido. También dijo Jesús al que lo había invitado: —Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos, a su vez, te inviten y así seas recompensado. Más bien, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los cojos y a los ciegos. Entonces serás dichoso pues, aunque ellos no tienen con qué recompensarte, serás recompensado en la resurrección de los justos. Al oír esto, uno de los que estaban sentados a la mesa con Jesús le dijo: —¡Dichoso el que coma en el banquete del reino de Dios! Jesús contestó: —Cierto hombre preparó un gran banquete e invitó a muchas personas. A la hora del banquete mandó a su siervo a decirles a los invitados: “Vengan, porque ya todo está listo”.
S. Lucas 14:1-17 Reina Valera Contemporánea (RVC)
En cierta ocasión, Jesús fue a comer a la casa de un fariseo muy importante. Era un día de reposo, y ellos estaban acechándolo. Delante de Jesús estaba un hombre enfermo de hidropesía, y Jesús les preguntó a los intérpretes de la ley y a los fariseos: «¿Está permitido sanar en el día de reposo?» Pero ellos no respondieron. Entonces Jesús tomó al hombre de la mano, lo sanó y lo despidió; luego se dirigió a ellos, y les dijo: «¿Quién de ustedes, si su asno o su buey se cae en un pozo, no lo saca enseguida, aunque sea en día de reposo?» Y nadie podía responderle. Cuando Jesús vio que los invitados a la mesa escogían los mejores lugares, les contó una parábola: «Cuando te inviten a una boda, no vayas a sentarte en el mejor lugar, no sea que otro de los invitados sea más importante que tú, y cuando venga el anfitrión te diga: “Dale tu lugar a este otro”; porque entonces, con toda vergüenza, tendrás que ir a ocupar el último lugar. Así que, cuando seas invitado, ve más bien a sentarte en el último lugar, para que cuando venga el anfitrión te diga: “Amigo mío, ven y siéntate más adelante”. Así serás honrado delante de los otros invitados a la mesa. Porque todo el que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido.» También le dijo a su anfitrión: «Cuando ofrezcas una comida o una cena, no invites a tus amigos ni a tus hermanos, ni a tus parientes y vecinos ricos, no sea que ellos también te vuelvan a invitar, y quedes así compensado. Al contrario, cuando ofrezcas un banquete, invita a los pobres y a los mancos, a los cojos y a los ciegos, y así serás dichoso. Porque aunque ellos no te puedan devolver la invitación, tu recompensa la recibirás en la resurrección de los justos.» Uno de los que estaban sentados con él a la mesa oyó esto, y le dijo: «Dichoso el que participe del banquete en el reino de Dios.» Entonces Jesús le dijo: «Un hombre ofreció un gran banquete, e invitó a muchos. A la hora del banquete envió a su siervo a decir a los invitados: “Vengan, que la mesa ya está servida.”
S. Lucas 14:1-17 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)
Sucedió que un sábado Jesús fue a comer a casa de un jefe fariseo, y otros fariseos lo estaban espiando. También estaba allí, delante de él, un hombre enfermo de hidropesía. Jesús les preguntó a los maestros de la ley y a los fariseos: —¿Se permite sanar en sábado a un enfermo, o no? Pero ellos se quedaron callados. Entonces él tomó al enfermo, lo sanó y le dijo que se fuera. Y a los fariseos les dijo: —¿Quién de ustedes, si su hijo o su buey se cae a un pozo, no lo saca en seguida, aunque sea sábado? Y no pudieron contestarle nada. Al ver Jesús cómo los invitados escogían los asientos de honor en la mesa, les dio este consejo: —Cuando alguien te invite a un banquete de bodas, no te sientes en el lugar principal, pues puede llegar otro invitado más importante que tú; y el que los invitó a los dos puede venir a decirte: “Dale tu lugar a este otro.” Entonces tendrás que ir con vergüenza a ocupar el último asiento. Al contrario, cuando te inviten, siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te invitó, te diga: “Amigo, pásate a un lugar de más honor.” Así recibirás honores delante de los que están sentados contigo a la mesa. Porque el que a sí mismo se engrandece, será humillado; y el que se humilla, será engrandecido. Dijo también al hombre que lo había invitado: —Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; porque ellos, a su vez, te invitarán, y así quedarás ya recompensado. Al contrario, cuando tú des un banquete, invita a los pobres, los inválidos, los cojos y los ciegos; y serás feliz. Pues ellos no te pueden pagar, pero tú tendrás tu recompensa el día en que los justos resuciten. Al oír esto, uno de los que estaban sentados a la mesa le dijo a Jesús: —¡Dichoso el que participe del banquete del reino de Dios! Jesús le dijo: —Un hombre dio una gran cena, y mandó invitar a muchas personas. A la hora de la cena mandó a su criado a decir a los invitados: “Vengan, porque ya la cena está lista.”
S. Lucas 14:1-17 La Biblia de las Américas (LBLA)
Y aconteció que cuando Jesús entró en casa de uno de los principales de los fariseos un día de reposo para comer pan, ellos le estaban observando cuidadosamente. Y allí, frente a Él, estaba un hombre hidrópico. Y dirigiéndose Jesús, a los intérpretes de la ley y a los fariseos, les habló diciendo: ¿Es lícito sanar en el día de reposo, o no? Pero ellos guardaron silencio. Y Él, tomándolo de la mano, lo sanó y lo despidió. Y a ellos les dijo: ¿A quién de vosotros se le cae un hijoo un buey en un hoyo en día de reposo, y no lo saca inmediatamente? Y no pudieron responderle a esto. Y comenzó a referir una parábola a los invitados, cuando advirtió cómo escogían los lugares de honor a la mesa, diciéndoles: Cuando seas invitado por alguno a un banquete de bodas, no tomesel lugar de honor, no sea que él haya invitado a otro más distinguido que tú, y viniendo el que te invitó a ti y a él, te diga: «Dale el lugar a este»; y entonces, avergonzado, tengas que irte alúltimo lugar. Sino que cuando seas invitado, ve y siéntateen el último lugar, para que cuando llegue el que te invitó, te diga: «Amigo, ven más adelante»; entonces serás honrado delante de todos los que se sientana la mesa contigo. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille será ensalzado. Y dijo también al que le había convidado: Cuando ofrezcas una comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos, no sea que ellos a su vez también te conviden y tengas ya turecompensa. Antes bien, cuando ofrezcas un banquete, llama a pobres, mancos, cojos, ciegos, y serás bienaventurado, ya que ellos no tienen para recompensarte; pues tú serás recompensado en la resurrección de los justos. Cuando uno de los que estaban sentados con Él a la mesa oyó esto, le dijo: ¡Bienaventurado todo el que coma pan en el reino de Dios! Pero Él le dijo: Cierto hombre dio una gran cena, e invitó a muchos; y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los que habían sido invitados: «Venid, porque ya todo está preparado».
S. Lucas 14:1-17 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Cierto día de descanso, Jesús fue a cenar en la casa de un líder de los fariseos, y la gente lo observaba de cerca. Había allí un hombre que tenía hinchados los brazos y las piernas. Jesús preguntó a los fariseos y a los expertos de la ley religiosa: «¿Permite o no la ley sanar a la gente el día de descanso?». Como ellos se negaron a contestar, Jesús tocó al hombre enfermo, lo sanó y lo despidió. Después se dirigió a ellos y dijo: «¿Quién de ustedes no trabaja el día de descanso? Si tu hijo o tu buey cae en un pozo, ¿acaso no corres para sacarlo?». Una vez más, ellos no pudieron responder. Cuando Jesús vio que todos los invitados a la cena trataban de sentarse en los lugares de honor, cerca de la cabecera de la mesa, les dio el siguiente consejo: «Cuando te inviten a una fiesta de bodas, no te sientes en el lugar de honor. ¿Qué pasaría si invitaron a alguien más distinguido que tú? El anfitrión vendría y te diría: “Cédele tu asiento a esta persona”. Te sentirías avergonzado, ¡y tendrías que sentarte en cualquier otro lugar que haya quedado libre al final de la mesa! »Más bien, ocupa el lugar más humilde, al final de la mesa. Entonces, cuando el anfitrión te vea, vendrá y te dirá: “¡Amigo, tenemos un lugar mejor para ti!”. Entonces serás honrado delante de todos los demás invitados. Pues aquellos que se exaltan a sí mismos serán humillados, y los que se humillan a sí mismos serán exaltados». Luego Jesús se dirigió al anfitrión: «Cuando ofrezcas un almuerzo o des un banquete —le dijo—, no invites a tus amigos, hermanos, parientes y vecinos ricos. Pues ellos también te invitarán a ti, y esa será tu única recompensa. Al contrario, invita al pobre, al lisiado, al cojo y al ciego. Luego, en la resurrección de los justos, Dios te recompensará por invitar a los que no podían devolverte el favor». Al oír esto, un hombre que estaba sentado a la mesa con Jesús exclamó: «¡Qué bendición será participar de un banquete en el reino de Dios!». Jesús respondió con la siguiente historia: «Un hombre preparó una gran fiesta y envió muchas invitaciones. Cuando el banquete estuvo listo, envió a su sirviente a decirles a los invitados: “Vengan, el banquete está preparado”