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Lamentaciones 3:21-41

Lamentaciones 3:21-41 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)

Pero algo más me viene a la memoria, lo cual me llena de esperanza: Por el gran amor del SEÑOR no hemos sido consumidos y su compasión jamás se agota. Cada mañana se renuevan sus bondades; ¡muy grande es su fidelidad! Me digo a mí mismo: «El SEÑOR es mi herencia. ¡En él esperaré!». Bueno es el SEÑOR con quienes esperan en él, con todos los que lo buscan. Bueno es esperar calladamente la salvación del SEÑOR. Bueno es que el hombre aprenda a llevar el yugo desde su juventud. ¡Déjenlo estar solo y en silencio, porque el SEÑOR se lo ha impuesto! ¡Que hunda el rostro en el polvo! ¡Tal vez haya esperanza todavía! ¡Que dé la otra mejilla a quien lo hiera, y quede así cubierto de deshonra! El Señor nos ha rechazado, pero no será para siempre. Nos hace sufrir, pero también muestra compasión, porque es muy grande su amor. El Señor nos hiere y nos aflige, pero no porque sea de su agrado. Cuando se aplasta bajo el pie a todos los prisioneros de la tierra, cuando en presencia del Altísimo se le niegan al pueblo sus derechos y no se hace justicia, ¿el Señor no se da cuenta? ¿Quién puede anunciar algo y hacerlo realidad sin que el Señor dé la orden? ¿No es acaso por la boca del Altísimo que acontece lo bueno y lo malo? ¿Por qué habría de quejarse en vida quien es castigado por sus pecados? Examinemos y pongamos a prueba nuestras conductas y volvamos al SEÑOR. Elevemos al Dios de los cielos nuestro corazón y nuestras manos.

Lamentaciones 3:21-41 Nueva Traducción Viviente (NTV)

No obstante, aún me atrevo a tener esperanza cuando recuerdo lo siguiente: ¡El fiel amor del SEÑOR nunca se acaba! Sus misericordias jamás terminan. Grande es su fidelidad; sus misericordias son nuevas cada mañana. Me digo: «El SEÑOR es mi herencia, por lo tanto, ¡esperaré en él!». El SEÑOR es bueno con los que dependen de él, con aquellos que lo buscan. Por eso es bueno esperar en silencio la salvación que proviene del SEÑOR. Y es bueno que todos se sometan desde temprana edad al yugo de su disciplina: Que se queden solos en silencio bajo las exigencias del SEÑOR. Que se postren rostro en tierra, pues quizá por fin haya esperanza. Que vuelvan la otra mejilla a aquellos que los golpean y que acepten los insultos de sus enemigos. Pues el Señor no abandona a nadie para siempre. Aunque trae dolor, también muestra compasión debido a la grandeza de su amor inagotable. Pues él no se complace en herir a la gente o en causarles dolor. Si la gente pisotea a todos los prisioneros de la tierra, si privan a otros de sus derechos, desafiando al Altísimo, si tuercen la justicia en los tribunales, ¿acaso no ve el Señor todas estas cosas? ¿Quién puede ordenar que algo suceda sin permiso del Señor? ¿No envía el Altísimo tanto calamidad como bien? Entonces, ¿por qué nosotros, simples humanos, habríamos de quejarnos cuando somos castigados por nuestros pecados? En cambio, probemos y examinemos nuestros caminos y volvamos al SEÑOR. Levantemos nuestro corazón y nuestras manos al Dios del cielo y digamos

Lamentaciones 3:21-41

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