S. Juan 7:25-31
S. Juan 7:25-31 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)
Algunos de los que vivían en Jerusalén comentaban: «¿No es este al que quieren matar? Ahí está, hablando abiertamente y nadie le dice nada. ¿Será que las autoridades se han convencido de que es el Cristo? Nosotros sabemos de dónde viene este hombre, pero cuando venga el Cristo nadie sabrá su procedencia». Por eso Jesús, que seguía enseñando en el Templo, exclamó: —¡Conque ustedes me conocen y saben de dónde vengo! No he venido por mi propia cuenta, sino que me envió uno que es digno de confianza. Ustedes no lo conocen, pero yo sí lo conozco porque vengo de parte suya y él mismo me ha enviado. Entonces quisieron arrestarlo, pero nadie le echó mano porque aún no había llegado su hora. Con todo, muchos de entre la multitud creyeron en él y decían: «Cuando venga el Cristo, ¿acaso va a hacer más señales que este hombre?».
S. Juan 7:25-31 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)
Algunos de los que vivían en Jerusalén empezaron a preguntar: «¿No es este al que andan buscando para matarlo? Pues ahí está, hablando con la gente; ¡y nadie le dice nada! ¿No será que nuestros gobernantes creen de verdad que él es el Mesías? Pero ¡no puede ser! Porque, cuando venga el Mesías, nadie sabrá de dónde viene; en cambio, nosotros sabemos de dónde viene este hombre.» Jesús estaba enseñando en el templo, y dijo con voz fuerte: «En realidad, ustedes no saben quién soy yo, ni de dónde vengo. Yo no he venido por mi propia cuenta. He sido enviado por alguien en quien se puede confiar, y a quien ustedes no conocen. Yo sí lo conozco, pues vengo de él, y él es quien me envió.» Algunos hombres de Jerusalén quisieron arrestar a Jesús, pero no pudieron, pues todavía no había llegado el momento de que todos supieran quién era. Sin embargo, muchos creyeron en él, y decían: «Ni el Mesías podría hacer los milagros que hace este hombre.»
S. Juan 7:25-31 Reina Valera Contemporánea (RVC)
Algunos de Jerusalén decían: «¿Qué, no es este al que buscan para matarlo? Pero véanlo hablar tranquilamente, y nadie le dice nada. ¿Será que en verdad las autoridades han reconocido que este es el Cristo? Bien sabemos de dónde viene este, pero cuando venga el Cristo nadie sabrá de dónde viene.» Mientras Jesús enseñaba en el templo, exclamó: «A mí me conocen, y saben de dónde soy, y que no he venido por mi cuenta; pero el que me envió, a quien ustedes no conocen, es verdadero. Yo sí lo conozco, porque de él procedo, y él fue quien me envió.» Y aunque procuraban aprehenderlo, ninguno le puso la mano encima, porque su hora aún no había llegado. Pero muchos de la multitud creyeron en él, y decían: «El Cristo, cuando venga, ¿hará más señales que las que este hace?»
S. Juan 7:25-31 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)
Algunos de los que vivían en Jerusalén comenzaron entonces a preguntar: —¿No es a este al que andan buscando para matarlo? Pues ahí está, hablando en público, y nadie le dice nada. ¿Será que las autoridades creen de veras que este hombre es el Mesías? Pero nosotros sabemos de dónde viene este; en cambio, cuando venga el Mesías, nadie sabrá de dónde viene. Al oír esto, Jesús, que estaba enseñando en el templo, dijo con voz fuerte: —¡Así que ustedes me conocen y saben de dónde vengo! Pero no he venido por mi propia cuenta, sino que vengo enviado por uno que es digno de confianza y a quien ustedes no conocen. Yo lo conozco porque procedo de él, y él me ha enviado. Entonces quisieron arrestarlo, pero ninguno le echó mano porque todavía no había llegado su hora. Muchos creyeron en él, y decían: —Cuando venga el Mesías, ¿acaso hará más señales milagrosas que este hombre?
S. Juan 7:25-31 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)
Decían entonces unos de Jerusalén: ¿No es este a quien buscan para matarle? Pues mirad, habla públicamente, y no le dicen nada. ¿Habrán reconocido en verdad los gobernantes que este es el Cristo? Pero este, sabemos de dónde es; mas cuando venga el Cristo, nadie sabrá de dónde sea. Jesús entonces, enseñando en el templo, alzó la voz y dijo: A mí me conocéis, y sabéis de dónde soy; y no he venido de mí mismo, pero el que me envió es verdadero, a quien vosotros no conocéis. Pero yo le conozco, porque de él procedo, y él me envió. Entonces procuraban prenderle; pero ninguno le echó mano, porque aún no había llegado su hora. Y muchos de la multitud creyeron en él, y decían: El Cristo, cuando venga, ¿hará más señales que las que este hace?
S. Juan 7:25-31 La Biblia de las Américas (LBLA)
Entonces algunos de Jerusalén decían: ¿No es este al que procuran matar? Y ved, habla en público y no le dicen nada. ¿No será que en verdad los gobernantes reconocen que este es el Cristo? Sin embargo, nosotros sabemos de dónde es este; pero cuando venga el Cristo, nadie sabrá de dónde es. Jesús entonces, mientras enseñaba en el templo, exclamó en alta voz, diciendo: Vosotros me conocéis y sabéis de dónde soy. Yo no he venido por mi propia cuenta, pero el que me envió es verdadero, a quien vosotros no conocéis. Yo le conozco, porque procedo de Él, y Él me envió. Procuraban, pues, prenderle; pero nadie le echó mano porque todavía no había llegado su hora. Pero muchos de la multitud creyeron en Él, y decían: Cuando el Cristo venga, ¿acaso hará más señales que las que este ha hecho?
S. Juan 7:25-31 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Algunos de los que vivían en Jerusalén comenzaron a preguntarse unos a otros: «¿No es ese el hombre a quien procuran matar? Sin embargo, está aquí hablando en público, y nadie le dice nada. ¿Será que nuestros líderes ahora creen que es el Mesías? ¿Pero cómo podría serlo? Nosotros sabemos de dónde proviene este hombre. Cuando venga el Mesías, sencillamente aparecerá; y nadie sabrá de dónde proviene». Mientras Jesús enseñaba en el templo, exclamó: «Es cierto, ustedes me conocen y saben de dónde provengo, pero no estoy aquí por mi propia cuenta. El que me envió es veraz, y ustedes no lo conocen; pero yo sí lo conozco porque provengo de él, y él me envió a ustedes». Entonces los líderes trataron de arrestarlo, pero nadie le puso las manos encima, porque aún no había llegado su momento. De las multitudes presentes en el templo, muchos creyeron en él. «Después de todo —decían—, ¿acaso esperan que el Mesías haga más señales milagrosas que las que hizo este hombre?».