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S. Juan 4:31-42

S. Juan 4:31-42 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)

Mientras esto sucedía, los discípulos le rogaban a Jesús: —Maestro, por favor, come algo. Pero él les dijo: —Yo tengo una comida que ustedes no conocen. Los discípulos se preguntaban: «¿Será que alguien le trajo comida?» Pero Jesús les dijo: «Mi comida es obedecer a Dios, y completar el trabajo que él me envió a hacer. »Después de sembrar el trigo, ustedes dicen: “Dentro de cuatro meses recogeremos la cosecha.” Fíjense bien: toda esa gente que viene es como un campo de trigo que ya está listo para la cosecha. Dios premiará a los que trabajan recogiendo toda esta cosecha de gente, pues todos tendrán vida eterna. Así, el que sembró el campo y los que recojan la cosecha se alegrarán juntos. Es cierto lo que dice el refrán: “Uno es el que siembra, y otro el que cosecha.” Yo los envío a cosechar lo que a ustedes no les costó ningún trabajo sembrar. Otros invitaron a toda esta gente a venir, y ustedes se han beneficiado del trabajo de ellos.» Mucha gente que vivía en ese pueblo de Samaria creyó en Jesús, porque la mujer les había dicho: «Él sabe todo lo que he hecho en la vida.» Por eso, cuando la gente del pueblo llegó a donde estaba Jesús, le rogó que se quedara con ellos. Él se quedó allí dos días, y muchas otras personas creyeron al oír lo que él decía. La gente le dijo a la mujer: «Ahora creemos, no por lo que tú nos dijiste, sino porque nosotros mismos lo hemos oído; y sabemos que en verdad él es el Salvador del mundo.»

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S. Juan 4:31-42 Nueva Traducción Viviente (NTV)

Mientras tanto, los discípulos le insistían a Jesús: —Rabí, come algo. Jesús les respondió: —Yo tengo una clase de alimento que ustedes no conocen. «¿Le habrá traído alguien de comer mientras nosotros no estábamos?», se preguntaban los discípulos unos a otros. Entonces Jesús explicó: —Mi alimento consiste en hacer la voluntad de Dios, quien me envió, y en terminar su obra. Ustedes conocen el dicho: “Hay cuatro meses entre la siembra y la cosecha”, pero yo les digo: despierten y miren a su alrededor, los campos ya están listos para la cosecha. A los segadores se les paga un buen salario, y los frutos que cosechan son personas que pasan a tener la vida eterna. ¡Qué alegría le espera tanto al que siembra como al que cosecha! Ya saben el dicho: “Uno siembra y otro cosecha”, y es cierto. Yo los envié a ustedes a cosechar donde no sembraron; otros ya habían hecho el trabajo, y ahora a ustedes les toca levantar la cosecha. Muchos samaritanos de esa aldea creyeron en Jesús, porque la mujer había dicho: «¡Él me dijo todo lo que hice en mi vida!». Cuando salieron a verlo, le rogaron que se quedara en la aldea. Así que Jesús se quedó dos días, tiempo suficiente para que muchos más escucharan su mensaje y creyeran. Luego le dijeron a la mujer: «Ahora creemos, no solo por lo que tú nos dijiste, sino porque lo hemos oído en persona. Ahora sabemos que él es realmente el Salvador del mundo».

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