S. Juan 11:33-43
S. Juan 11:33-43 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)
Al ver llorar a María y a los judíos que la habían acompañado, Jesús se turbó y se conmovió profundamente. —¿Dónde lo han puesto? —preguntó. —Ven a verlo, Señor —le respondieron. Jesús lloró. —¡Miren cuánto lo quería! —dijeron los judíos. Pero algunos de ellos comentaban: —Este, que le abrió los ojos al ciego, ¿no podría haber impedido que Lázaro muriera? Conmovido una vez más, Jesús se acercó al sepulcro. Era una cueva cuya entrada estaba tapada con una piedra. —Quiten la piedra —ordenó Jesús. Marta, la hermana del difunto, objetó: —Señor, ya debe oler mal, pues lleva cuatro días allí. —¿No te dije que si crees verás la gloria de Dios? —le contestó Jesús. Entonces quitaron la piedra. Jesús, alzando la vista, dijo: —Padre, te doy gracias porque me has escuchado. Ya sabía yo que siempre me escuchas, pero lo dije por la gente que está aquí presente, para que crean que tú me enviaste. Dicho esto, gritó con fuerza: —¡Lázaro, sal fuera!
S. Juan 11:33-43 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)
Cuando Jesús vio que María y los judíos que habían ido con ella lloraban mucho, se sintió muy triste y les tuvo compasión. Les preguntó: —¿Dónde sepultaron a Lázaro? Ellos le dijeron: —Ven Señor; aquí está. Jesús se puso a llorar, y los judíos que estaban allí dijeron: «Se ve que Jesús amaba mucho a su amigo Lázaro.» Pero otros decían: «Jesús hizo que el ciego pudiera ver. También pudo haber hecho algo para que Lázaro no muriera.» Todavía con lágrimas en los ojos, Jesús se acercó a la cueva donde habían puesto el cuerpo de Lázaro, y ordenó que quitaran la piedra que cubría la entrada. Pero Marta le dijo: —Señor, hace cuatro días que murió Lázaro. Seguramente ya huele mal. Jesús le contestó: —¿No te dije que, si confías en mí, verás el poder de Dios? La gente quitó la piedra de la entrada. Luego, Jesús miró al cielo y dijo: «Padre, te doy gracias porque me has escuchado. Yo sé que siempre me escuchas, pero lo digo por el bien de todos los que están aquí, para que crean que tú me enviaste.» Después de que dijo esto, Jesús gritó: «¡Lázaro, sal de ahí!»
S. Juan 11:33-43 Reina Valera Contemporánea (RVC)
Entonces Jesús, al ver llorar a María y a los judíos que la acompañaban, se conmovió profundamente y, con su espíritu turbado, dijo: «¿Dónde lo pusieron?» Le dijeron: «Señor, ven a verlo.» Y Jesús lloró. Los judíos dijeron entonces: «Miren cuánto lo amaba.» Pero algunos de ellos dijeron: «Y este, que le abrió los ojos al ciego, ¿no podría haber evitado que Lázaro muriera?» Una vez más profundamente conmovido, Jesús fue al sepulcro, que era una cueva y tenía una piedra puesta encima. Jesús dijo: «Quiten la piedra.» Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: «Señor, ya huele mal, pues ha estado allí cuatro días.» Jesús le dijo: «¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria de Dios?» Entonces quitaron la piedra. Y Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo: «Padre, te doy gracias por haberme escuchado. Yo sabía que siempre me escuchas; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado.» Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: «¡Lázaro, ven fuera!»
S. Juan 11:33-43 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)
Jesús, al ver llorar a María y a los judíos que habían llegado con ella, se conmovió profundamente y se estremeció, y les preguntó: —¿Dónde lo sepultaron? Le dijeron: —Ven a verlo, Señor. Y Jesús lloró. Los judíos dijeron entonces: —¡Miren cuánto lo quería! Pero algunos de ellos decían: —Este, que dio la vista al ciego, ¿no podría haber hecho algo para que Lázaro no muriera? Jesús, otra vez muy conmovido, se acercó a la tumba. Era una cueva, cuya entrada estaba tapada con una piedra. Jesús dijo: —Quiten la piedra. Marta, la hermana del muerto, le dijo: —Señor, ya huele mal, porque hace cuatro días que murió. Jesús le contestó: —¿No te dije que, si crees, verás la gloria de Dios? Quitaron la piedra, y Jesús, mirando al cielo, dijo: —Padre, te doy gracias porque me has escuchado. Yo sé que siempre me escuchas, pero lo digo por el bien de esta gente que está aquí, para que crean que tú me has enviado. Después de decir esto, gritó: —¡Lázaro, sal de ahí!
S. Juan 11:33-43 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)
Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió, y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve. Jesús lloró. Dijeron entonces los judíos: Mirad cómo le amaba. Y algunos de ellos dijeron: ¿No podía este, que abrió los ojos al ciego, haber hecho también que Lázaro no muriera? Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima. Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días. Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios? Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído. Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado. Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera!
S. Juan 11:33-43 La Biblia de las Américas (LBLA)
Y cuando Jesús la vio llorando, y a los judíos que vinieron con ella llorando también, se conmovió profundamente en el espíritu, y se entristeció, y dijo: ¿Dónde lo pusisteis? Le dijeron*: Señor, ven y ve. Jesús lloró. Por eso los judíos decían: Mirad, cómo lo amaba. Pero algunos de ellos dijeron: ¿No podía este, que abrió los ojos del ciego, haber evitado también que Lázaro muriera? Entonces Jesús, de nuevo profundamente conmovido en su interior, fue* al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta sobre ella. Jesús dijo*: Quitad la piedra. Marta, hermana del que había muerto, le dijo*: Señor, ya hiede, porque hace cuatro días que murió. Jesús le dijo*: ¿No te dije que si crees, verás la gloria de Dios? Entonces quitaron la piedra. Jesús alzó los ojos a lo alto, y dijo: Padre, te doy gracias porque me has oído. Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que me rodea, para que crean que tú me has enviado. Habiendo dicho esto, gritó con fuerte voz: ¡Lázaro, ven fuera!
S. Juan 11:33-43 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Cuando Jesús la vio llorando y vio a la gente lamentándose con ella, se enojó en su interior y se conmovió profundamente. —¿Dónde lo pusieron? —les preguntó. Ellos le dijeron: —Señor, ven a verlo. Entonces Jesús lloró. La gente que estaba cerca dijo: «¡Miren cuánto lo amaba!». Pero otros decían: «Este hombre sanó a un ciego. ¿Acaso no podía impedir que Lázaro muriera?». Jesús todavía estaba enojado cuando llegó a la tumba, una cueva con una piedra que tapaba la entrada. «Corran la piedra a un lado», les dijo Jesús. Entonces Marta, la hermana del muerto, protestó: —Señor, hace cuatro días que murió. Debe haber un olor espantoso. Jesús respondió: —¿No te dije que si crees, verás la gloria de Dios? Así que corrieron la piedra a un lado. Entonces Jesús miró al cielo y dijo: «Padre, gracias por haberme oído. Tú siempre me oyes, pero lo dije en voz alta por el bien de toda esta gente que está aquí, para que crean que tú me enviaste». Entonces Jesús gritó: «¡Lázaro, sal de ahí!».