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S. Juan 11:1-14

S. Juan 11:1-14 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)

Había un hombre enfermo que se llamaba Lázaro, natural de Betania, el pueblo de María y de su hermana Marta. Esta María, que era hermana de Lázaro, fue la que derramó perfume sobre los pies del Señor y los secó con sus cabellos. Así pues, las dos hermanas mandaron a decir a Jesús: —Señor, tu amigo querido está enfermo. Jesús, al oírlo, dijo: —Esta enfermedad no va a terminar en muerte, sino que ha de servir para mostrar la gloria de Dios, y también la gloria del Hijo de Dios. Aunque Jesús quería mucho a Marta, a su hermana y a Lázaro, cuando le dijeron que Lázaro estaba enfermo se quedó dos días más en el lugar donde se encontraba. Después dijo a sus discípulos: —Vamos otra vez a Judea. Los discípulos le dijeron: —Maestro, hace poco los judíos de esa región trataron de matarte a pedradas, ¿y otra vez quieres ir allá? Jesús les dijo: —¿No es cierto que el día tiene doce horas? Pues si uno anda de día, no tropieza, porque ve la luz que hay en este mundo; pero si uno anda de noche, tropieza, porque le falta la luz. Después añadió: —Nuestro amigo Lázaro se ha dormido, pero voy a despertarlo. Los discípulos le dijeron: —Señor, si se ha dormido, es señal de que va a sanar. Pero lo que Jesús les decía es que Lázaro había muerto, mientras que los discípulos pensaban que se había referido al sueño natural. Entonces Jesús les dijo claramente: —Lázaro ha muerto.

S. Juan 11:1-14 Nueva Traducción Viviente (NTV)

Un hombre llamado Lázaro estaba enfermo. Vivía en Betania con sus hermanas María y Marta. María era la misma mujer que tiempo después derramó el perfume costoso sobre los pies del Señor y los secó con su cabello. Su hermano, Lázaro, estaba enfermo. Así que las dos hermanas le enviaron un mensaje a Jesús que decía: «Señor, tu querido amigo está muy enfermo». Cuando Jesús oyó la noticia, dijo: «La enfermedad de Lázaro no acabará en muerte. Al contrario, sucedió para la gloria de Dios, a fin de que el Hijo de Dios reciba gloria como resultado». Aunque Jesús amaba a Marta, a María y a Lázaro, se quedó donde estaba dos días más. Pasado ese tiempo, les dijo a sus discípulos: —Volvamos a Judea. Pero sus discípulos se opusieron diciendo: —Rabí, hace solo unos días, la gente de Judea trató de apedrearte. ¿Irás allí de nuevo? Jesús contestó: —Cada día tiene doce horas de luz. Durante el día, la gente puede andar segura y puede ver porque tiene la luz de este mundo; pero de noche se corre el peligro de tropezar, porque no hay luz.—Después agregó—: Nuestro amigo Lázaro se ha dormido, pero ahora iré a despertarlo. —Señor —dijeron los discípulos—, si se ha dormido, ¡pronto se pondrá mejor! Ellos pensaron que Jesús había querido decir que Lázaro solo estaba dormido, pero Jesús se refería a que Lázaro había muerto. Por eso les dijo claramente: —Lázaro está muerto.