S. Juan 10:22-32
S. Juan 10:22-32 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)
Por esos días se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno y Jesús andaba en el Templo por el Pórtico de Salomón. Entonces lo rodearon los judíos y le preguntaron: —¿Hasta cuándo vas a tenernos en suspenso? Si tú eres el Cristo, dínoslo con franqueza. Jesús respondió: —Ya se lo he dicho a ustedes y no lo creen. Las obras que hago en nombre de mi Padre son las que me acreditan, pero ustedes no creen porque no son de mi rebaño. Mis ovejas oyen mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna y nunca perecerán, ni nadie podrá arrebatármelas de la mano. Mi Padre, que me las ha dado, es más grande que todos; y de la mano del Padre nadie las puede arrebatar. El Padre y yo somos uno. Una vez más los judíos tomaron piedras para arrojárselas, pero Jesús les dijo: —Yo les he mostrado muchas buenas obras que proceden del Padre. ¿Por cuál de ellas me quieren apedrear?
S. Juan 10:22-32 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)
Era invierno, y Jesús había ido a Jerusalén para participar en la fiesta del Templo. Mientras andaba por los patios del templo, cerca del Portón de Salomón, la gente lo rodeó y le preguntó: —¿Hasta cuándo nos tendrás con esta duda? Dinos ahora mismo si eres el Mesías. Jesús les respondió: —Ya les dije quién soy, pero ustedes no me han creído. Yo hago todo con la autoridad y el poder de mi Padre, y eso demuestra quién soy yo. Pero ustedes no me creen, porque no me siguen ni me obedecen. Mis seguidores me conocen, y yo también los conozco a ellos. Son como las ovejas, que reconocen la voz de su pastor, y él las conoce a ellas. Mis seguidores me obedecen, y yo les doy vida eterna; nadie me los quitará. Dios mi Padre me los ha dado; él es más poderoso que todos, y nadie puede quitárselos. Mi Padre y yo somos uno solo. Otra vez, los jefes judíos quisieron apedrear a Jesús, pero él les dijo
S. Juan 10:22-32 Reina Valera Contemporánea (RVC)
Era invierno, y en Jerusalén se estaba celebrando la fiesta de la dedicación. Jesús andaba en el templo, por el pórtico de Salomón. Entonces los judíos lo rodearon y le dijeron: «¿Hasta cuándo vas a perturbarnos el alma? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente.» Jesús les respondió: «Ya se lo he dicho, y ustedes no creen; pero las obras que yo hago en nombre de mi Padre son las que dan testimonio de mí. Si ustedes no creen, es porque no son de mis ovejas. Las que son mis ovejas, oyen mi voz; y yo las conozco, y ellas me siguen. Y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. El Padre y yo somos uno.» Entonces los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearlo, pero Jesús les respondió: «Yo les he mostrado de mi Padre muchas buenas obras; ¿por cuál de ellas me apedrean?»
S. Juan 10:22-32 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)
Era invierno, y en Jerusalén estaban celebrando la fiesta en que se conmemoraba la dedicación del templo. Jesús estaba en el templo, y andaba por el Pórtico de Salomón. Entonces los judíos lo rodearon y le preguntaron: —¿Hasta cuándo nos vas a tener en dudas? Si tú eres el Mesías, dínoslo de una vez. Jesús les contestó: —Ya se lo dije a ustedes, y no me creyeron. Las cosas que yo hago con la autoridad de mi Padre, lo demuestran claramente; pero ustedes no creen, porque no son de mis ovejas. Mis ovejas reconocen mi voz, y yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna, y jamás perecerán ni nadie me las quitará. Lo que el Padre me ha dado es más grande que todo, y nadie se lo puede quitar. El Padre y yo somos uno solo. Los judíos volvieron a tomar piedras para tirárselas, pero Jesús les dijo: —Por el poder de mi Padre he hecho muchas cosas buenas delante de ustedes; ¿por cuál de ellas me van a apedrear?
S. Juan 10:22-32 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)
Celebrábase en Jerusalén la fiesta de la dedicación. Era invierno, y Jesús andaba en el templo por el pórtico de Salomón. Y le rodearon los judíos y le dijeron: ¿Hasta cuándo nos turbarás el alma? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente. Jesús les respondió: Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí; pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho. Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. Yo y el Padre uno somos. Entonces los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle. Jesús les respondió: Muchas buenas obras os he mostrado de mi Padre; ¿por cuál de ellas me apedreáis?
S. Juan 10:22-32 La Biblia de las Américas (LBLA)
En esos días se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno, y Jesús andaba por el templo, en el pórtico de Salomón. Entonces los judíos le rodearon, y le decían: ¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Cristo, dínoslo claramente. Jesús les respondió: Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en el nombre de mi Padre, estas dan testimonio de mí. Pero vosotros no creéis porque no sois de mis ovejas. Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen; y yo les doy vida eterna y jamás perecerán, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno. Los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle. Jesús les dijo: Os he mostrado muchas obras buenas que son del Padre. ¿Por cuál de ellas me apedreáis?
S. Juan 10:22-32 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Ya era invierno, y Jesús estaba en Jerusalén durante el tiempo de Januká, el Festival de la Dedicación. Se encontraba en el templo, caminando por la parte conocida como el pórtico de Salomón. La gente lo rodeó y le preguntó: —¿Hasta cuándo nos tendrás en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo sin rodeos. Jesús les contestó: —Yo ya les dije, y ustedes no me creen. La prueba es la obra que hago en nombre de mi Padre, pero ustedes no me creen porque no son mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco, y ellas me siguen. Les doy vida eterna, y nunca perecerán. Nadie puede quitármelas, porque mi Padre me las ha dado, y él es más poderoso que todos. Nadie puede quitarlas de la mano del Padre. El Padre y yo somos uno. Una vez más, la gente tomó piedras para matarlo. Jesús dijo: —Bajo la dirección de mi Padre, he realizado muchas buenas acciones. ¿Por cuál de todas ellas me van a apedrear?