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Jeremías 5:1-31

Jeremías 5:1-31 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)

«Recorran las calles de Jerusalén, observen con cuidado, busquen por las plazas. Si encuentran una sola persona que practique la justicia y busque la verdad, yo perdonaré a esta ciudad. Aunque juran diciendo: “Tan cierto como que el SEÑOR vive”, de hecho, juran con falsedad». SEÑOR, ¿acaso no buscan tus ojos la verdad? Golpeaste a esa gente y no les dolió, acabaste con ellos y no quisieron ser corregidos. Endurecieron su rostro más que una roca y no quisieron arrepentirse. Entonces pensé: «Ellos son pobres e ignorantes, porque no conocen el camino del SEÑOR ni las demandas de su Dios. Me dirigiré a los líderes y les hablaré; porque ellos sí conocen el camino del SEÑOR y las demandas de su Dios». Pero ellos también quebrantaron el yugo y rompieron las ataduras. Por eso los herirá el león de la selva y los despedazará el lobo del desierto; frente a sus ciudades está el leopardo al acecho y todo el que salga de ellas será despedazado, pues son muchas sus rebeliones y numerosas sus infidelidades. «¿Por qué habré de perdonarte? Tus hijos me han abandonado, han jurado por los que no son dioses. Cuando suplí sus necesidades, ellos cometieron adulterio y en tropel se volcaron a los prostíbulos. Son como caballos bien alimentados y excitados; todos relinchan por la mujer ajena. ¿Y no los he de castigar por esto? ¿Acaso no he de vengarme de semejante nación?», afirma el SEÑOR. «Suban por los surcos de esta viña y arrásenla, pero no acaben con ella. Arránquenle sus ramas, porque no son del SEÑOR. Pues las casas de Israel y de Judá me han sido completamente infieles», afirma el SEÑOR. Ellas han negado al SEÑOR y hasta dicen: «¡Dios no existe! Ningún mal vendrá sobre nosotros, no sufriremos guerras ni hambre». Los profetas son como el viento: la palabra no está en ellos. ¡Que así les suceda! Por eso, así dice el SEÑOR, el Dios de los Ejércitos: «Por cuanto el pueblo ha hablado de esa forma, mis palabras serán como fuego en tu boca, y este pueblo, como un montón de leña. Ese fuego los consumirá. Pueblo de Israel, voy a traer contra ustedes una nación lejana, una nación fuerte y antigua, una nación cuyo idioma no conocen, cuyo lenguaje no entienden», afirma el SEÑOR. «Todos ellos son guerreros valientes; su aljaba es como un sepulcro abierto. Acabarán con tu cosecha y tu alimento, devorarán a tus hijos e hijas, matarán a tus ovejas y vacas, y destruirán tus viñas y tus higueras. Tus ciudades fortificadas, en las que pusiste tu confianza, serán pasadas a filo de espada. »Sin embargo, aun en aquellos días no los destruiré por completo», afirma el SEÑOR. «Y cuando te pregunten: “¿Por qué el SEÑOR nuestro Dios nos ha hecho todo esto?”, tú responderás: “Así como ustedes me han abandonado y en su propia tierra han servido a dioses extranjeros, así también en tierra extraña servirán a gente extranjera”. »Anuncien esto en la casa de Jacob y proclámenlo en Judá: Escucha esto, pueblo necio e insensible, que tiene ojos, pero no ve, que tiene oídos, pero no oye. ¿Acaso has dejado de temerme?», afirma el SEÑOR. «¿No debieras temblar ante mí? Yo puse la arena como límite del mar, como frontera perpetua e infranqueable. Aunque se agiten sus olas, no podrán prevalecer; aunque bramen, no traspasarán esa frontera. Pero este pueblo tiene un corazón terco y rebelde; me abandonó y se fue. No reflexionan ni dicen: “Temamos al SEÑOR nuestro Dios, quien a su debido tiempo nos da lluvia, las lluvias de otoño y primavera, y nos asegura las semanas señaladas para la cosecha”. Las iniquidades de ustedes les han quitado estos beneficios; sus pecados los han privado de estas bendiciones. »Sin duda en mi pueblo hay malvados, que están al acecho como cazadores de aves, que ponen trampas para atrapar a la gente. Como jaulas llenas de pájaros, llenas de engaño están sus casas; por eso se han vuelto poderosos y ricos, gordos y elegantes. Sus obras de maldad no tienen límite: no hacen justicia al huérfano, para que su causa prospere; ni defienden tampoco el derecho de los menesterosos. ¿Y no los he de castigar por esto? ¿No he de vengarme de semejante nación?», afirma el SEÑOR. «Algo espantoso y terrible ha ocurrido en este país. Los profetas profieren mentiras, los sacerdotes gobiernan a su antojo, ¡y mi pueblo tan campante! Pero ¿qué van a hacer ustedes cuando todo haya terminado?

Jeremías 5:1-31 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)

Dios dijo: «Vayan por las calles de Jerusalén; miren bien por las plazas, y busquen a una sola persona buena, que haga justicia y diga la verdad. Si la encuentran, entonces yo perdonaré a la ciudad. Porque ellos juran en mi nombre, pero nunca cumplen sus promesas». Yo contesté: «Dios de Israel, yo sé que tú buscas gente honesta. Pero este pueblo es muy terco y más duro que una roca; no ha querido arrepentirse. Por eso lo has castigado, pero parece que no le dolió; y aunque lo has aplastado, no ha querido hacerte caso. Yo creía que solo la gente común se comportaba tontamente, y no entendía tus órdenes ni lo que tú quieres que hagan. Entonces decidí hablar con sus jefes, pues creí que ellos sí entenderían. Pero también ellos te desobedecieron y no quisieron hacerte caso. Esta gente ha pecado muchas veces, y muchas otras te ha traicionado. Sus enemigos están ahora escondidos cerca de las ciudades de Judá y están a punto de atacar. Vendrán como leones feroces, como leopardos o lobos del desierto, ¡los atacarán y los harán pedazos! Todo el que salga de la ciudad será despedazado». «Israelitas, ¿qué les hace pensar que los voy a perdonar? ¡Sus hijos me abandonaron, y han jurado por dioses falsos! Yo les di todo lo que necesitaban, pero ellos me fueron infieles; ¡no hubo uno solo de ellos que no corriera tras dioses falsos! Parecen caballos en celo: ¡relinchan de ganas por la mujer ajena! Este pueblo merece mi castigo y debo vengarme de ellos. Les juro que lo haré. »La gente de Israel y de Judá me traicionó, y ya no es mi pueblo. ¡Que los invada el enemigo! ¡Que les cause grandes daños! Pero no permitiré que los destruya del todo. Juro que así será. »Se han atrevido a negarme; ¡hasta afirman que yo no existo! Dicen que nada malo les pasará, que vivirán en paz y no pasarán hambre. Pero yo soy el Dios todopoderoso, y mis palabras, en tus labios, serán como un fuego que los hará arder como leña. »Tú, Jeremías, les dirás de mi parte: “Sus profetas no valen nada, pues no hablan de parte de Dios. Y ahora, por lo que han dicho, sufrirán la guerra y el hambre que jamás pensaron sufrir”. »Israelitas, yo les aseguro que voy a lanzar contra ustedes una nación que viene de lejos. Es una nación muy poderosa y antigua. Ustedes no hablan su idioma, así que no entenderán lo que digan. Tiene guerreros valientes y cuando disparan sus flechas, es seguro que alguien muere. Destruirán las ciudades amuralladas, en las que ustedes se sienten seguros. Se comerán sus cosechas y su comida, matarán a sus hijos y a sus hijas, acabarán con sus ovejas y sus vacas, y destruirán sus viñas y sus higueras. »Sin embargo, no destruiré por completo a Judá. Y cuando los que sobrevivan te pregunten: “¿Por qué nos hizo todo esto nuestro Dios?”, tú, Jeremías, les contestarás: “Ustedes abandonaron a nuestro Dios, y en su propia tierra adoraron a dioses extranjeros. Por eso tendrán que servir a gente extraña en un país que no será el de ustedes”. »Quiero que esto lo sepan todos en los reinos de Israel y de Judá: Escucha, pueblo tonto y estúpido, que tiene ojos pero no quiere ver, que tiene oídos pero no quiere oír. »Yo, su Dios, pregunto: ¿Ya no me quieren obedecer? ¿Ya no me tienen respeto? Fui yo quien le puso límite al mar y aunque sus olas se pongan bravas y hagan mucho ruido, no van más allá de la playa. Pero este pueblo es muy rebelde; me abandonó y se fue por mal camino. Jamás se puso a pensar: “Debemos adorar a nuestro Dios, pues él es quien nos da la lluvia cuando más nos hace falta; nos la manda en otoño y primavera, y nos deja cosechar a tiempo”. Pero todo esto ha cambiado por causa de sus muchos pecados; por eso ustedes ya no disfrutan de todos esos beneficios. Hay entre ustedes gente tan mala, que cuando ponen trampas no lo hacen para cazar pájaros sino para atrapar personas. Sus casas parecen jaulas; ¡pero no están llenas de pájaros, sino repletas de cosas robadas! Así fue como se llenaron de plata y llegaron a ser poderosos. Su maldad no tiene límites. Están demasiado gordos y demasiado llenos de orgullo. No les hacen justicia a los huérfanos, ni reconocen los derechos de los pobres. ¿Y acaso piensan ustedes que no los castigaré por todo esto? ¿Qué les hace pensar que no me voy a vengar de ustedes? Les juro que sí lo haré. »¡Miren lo que pasa en el país! ¡Esto es algo muy terrible! Los profetas solo dicen mentiras, los sacerdotes enseñan lo que quieren, y mi pueblo parece estar feliz. Pero cuando llegue el desastre, nadie acudirá en su ayuda».

Jeremías 5:1-31 Reina Valera Contemporánea (RVC)

Recorran ahora las calles de Jerusalén, y miren e infórmense. Busquen en sus plazas, a ver si encuentran alguien, uno solo, que haga justicia y que busque verdad. Entonces yo la perdonaré. Aun cuando digan: «Vive el Señor», sus juramentos son falsos. ¡Ah, Señor! ¿Acaso tus ojos no se fijan en la verdad? Los castigaste, pero no les dolió; acabaste con ellos, pero no quisieron ser corregidos; endurecieron su semblante más que la roca, ¡y no quisieron volverse a ti! Yo pensaba: «A decir verdad, estos son unos pobres locos, que no conocen el camino del Señor ni la justicia de su Dios. Voy a ir a hablar con la gente importante, porque ellos sí conocen el camino del Señor y la justicia de su Dios.» ¡Pero ellos también rompieron el yugo y reventaron las coyundas! Por lo tanto, el león de la selva los matará; el lobo del desierto los destruirá; el leopardo acechará sus ciudades, y cualquiera que salga de ellas será arrebatado. Porque sus pecados se han multiplicado, y su falta de lealtad se ha agravado. «¿Cómo voy a perdonarte por esto? Tus hijos me abandonaron, y juraron por dioses que no son dioses. Yo les di abundancia, pero ellos me fueron infieles, y en grupo se pasaban el tiempo en casa de prostitutas. Como caballos sementales, relinchaban de deseos por la mujer de su prójimo. ¿Acaso no tenía yo que castigar esto? ¿Acaso no tenía yo que vengarme de una nación así?» —Palabra del Señor. «¡Entren a sus viñedos y destrúyanlos, pero no del todo! ¡Destrocen las ramas de sus viñas, porque no son mías! ¡Con gran desfachatez se rebelaron contra mí la casa de Israel y la casa de Judá!» —Palabra del Señor. Ellos negaron al Señor, y dijeron: «Él no es Dios. ¡No va a pasarnos nada! ¡Nada sabremos de guerras ni de hambre! Los profetas son como el viento; no hay en ellos palabra, y les va a suceder lo que ellos anuncian.» Por lo tanto, así ha dicho el Señor, el Dios de los ejércitos: «Puesto que ellos han hablado así, yo pondré mis palabras en tu boca; y ellas serán el fuego, y este pueblo será la leña, y el fuego los consumirá. Casa de Israel, yo voy a hacer que venga contra ustedes un pueblo cuya lengua no conocen, así que no entenderán lo que diga. Es un pueblo ancestral y distante, de gente robusta. —Palabra del Señor. »Todos ellos son probados guerreros, y su aljaba es como un sepulcro abierto. Acabarán con todo lo que es tuyo: con tu trigo y tu pan, con tus ovejas y tus vacas, con tus viñas y tus higueras, y hasta con tus hijos y tus hijas. ¡A punta de espada reducirán a la nada las ciudades fortificadas en que tú confías! Sin embargo, cuando llegue ese día no los destruiré por completo. —Palabra del Señor. »Y cuando ellos digan: “¿Por qué el Señor nuestro Dios nos hizo todo esto?”, entonces les dirás de mi parte: “Así como ustedes me dejaron a mí, para servir a dioses ajenos en su propia tierra, así también servirán a gente extraña en tierra ajena.” »Anuncien esto en la casa de Jacob; dejen que esto se oiga en Judá, y digan: “Ahora escucha esto, pueblo necio y sin corazón, que tiene ojos y no ve, que tiene oídos y no oye: ¿No van a tener temor de mí? ¿No van a temblar en mi presencia? ¿Ante mí, que con arena le puse límites al mar? Esta es una ley permanente, que no se puede quebrantar. Aunque se levanten tempestades, no podrán rebasar esos límites; aunque bramen las olas, no pasarán de allí.” —Palabra del Señor. »Pero este es un pueblo que tiene un corazón falso y rebelde. Se apartaron y se fueron. Jamás se pusieron a pensar: “Mostremos ya temor del Señor, nuestro Dios, que a su tiempo nos da la lluvia temprana y la tardía, y que nos respeta los tiempos establecidos para la siega.” ¡Con sus iniquidades han impedido todo esto! ¡Con sus pecados han apartado de ustedes el bien! Entre mi pueblo se ha encontrado gente impía, que a semejanza de los que ponen trampas para los pájaros, se ponen al acecho para atrapar a sus semejantes. Sus casas parecen jaulas llenas de pájaros, pero están llenas de engaño. ¡Fue así como se hicieron grandes y ricos! ¡Tanto engordaron que hasta la piel les brilla! ¡Rebasaron la maldad de los malvados! ¡No les hicieron justicia a los huérfanos ni a los pobres! Y, a pesar de todo, prosperaron. ¿Y yo no habré de castigar esto? ¿Y no habré de vengarme de gente así? —Palabra del Señor. »Algo feo y espantoso ha ocurrido en la tierra: Los profetas anuncian mentiras, y los sacerdotes dirigen por su propia autoridad. ¡Pero mi pueblo así lo ha querido! ¿Y qué van a hacer cuando les llegue el fin?

Jeremías 5:1-31 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)

El Señor dice: «Recorran las calles de Jerusalén, miren bien, busquen por las plazas, a ver si encuentran a alguien que actúe con justicia, que quiera ser sincero. Si lo encuentran, perdonaré a Jerusalén. Hay quienes juran por la vida del Señor, pero juran en falso.» Señor, lo que tú buscas es gente sincera. Los castigaste, pero no les dolió; los arruinaste, pero no quisieron aprender. Tercos, más duros que la piedra, no quisieron volver al buen camino. Yo pensé: Solo los pobres se comportan como tontos, porque no saben lo que el Señor quiere, lo que su Dios ordena. Me dirigiré a la gente importante y les hablaré. Ellos, sin duda, sabrán lo que el Señor quiere, lo que su Dios ordena. Pero todos se habían rebelado contra Dios, se habían negado a obedecerle. Por eso saldrán leones de la selva y los matarán, los lobos del desierto los despedazarán, los leopardos los atacarán junto a sus ciudades y los harán pedazos cuando salgan; porque han cometido muchos pecados, numerosas traiciones. El Señor dice: «¿Cómo voy a perdonarte todo esto? Tus hijos me han abandonado, y juran por dioses que no son dioses. Les di comida en abundancia, pero me fueron infieles y en masa se entregaron a la prostitución. Como caballos sementales en celo, relinchan por la mujer de su prójimo. ¿Y no los he de castigar por estas cosas? ¿No he de dar su merecido a un pueblo así? ¡Que sus enemigos entren y arrasen el viñedo, aunque no lo destruyan del todo! ¡Que le arranquen las ramas, porque ya no es mi viñedo! ¡Israel y Judá me han traicionado! Yo, el Señor, lo afirmo.» Israel y Judá han negado al Señor; han dicho: «Dios no cuenta. Nada malo va a pasarnos, no tendremos ni guerra ni hambre.» Los profetas son puro viento, pues la palabra del Señor no está en ellos. Pues bien, esto me ha dicho el Señor, el Dios todopoderoso: «Por decir ellos esas cosas, esto es lo que les sucederá: Voy a hacer que mis palabras sean en tu boca como fuego, y que el pueblo sea como leña, y que ese fuego lo devore.» El Señor afirma: «Israel, voy a traer contra ti un pueblo que viene de lejos, un pueblo fuerte y muy antiguo. Tú no conoces su idioma ni entiendes lo que dicen. Todos ellos son guerreros valientes, y sus armas significan la muerte. Se comerán tus cosechas, tu pan, y aun devorarán a tus hijos y a tus hijas. Se comerán tus ovejas, tus reses, tus viñas y tus higueras. Con sus armas destruirán las ciudades fortificadas en que tú confías.» El Señor afirma: «En ese tiempo, sin embargo, no los destruiré por completo. Cuando te pregunten: “¿Por qué nos hizo todo esto el Señor nuestro Dios?”, respóndeles: “Así como abandonaron al Señor y se pusieron a servir a dioses extranjeros en su propia tierra, así también tendrán que servir a gente extranjera en una tierra ajena.” »Avisen al reino de Israel, y digan a Judá: “Oye esto, pueblo tonto y estúpido, que tiene ojos y no ve, que tiene oídos y no oye. Yo, el Señor, digo: ¿Es que ustedes no me temen? ¿Es que no tiemblan delante de mí? Yo puse la playa como límite del mar, un límite que el mar no puede pasar. Sus olas se agitan impotentes y rugen, pero no pueden pasarlo. Ustedes tienen un corazón terco y rebelde; me abandonaron y se fueron. No reflexionaron ni dijeron: Respetemos al Señor nuestro Dios, que a su debido tiempo nos da la lluvia en otoño y primavera, y nos reserva el tiempo señalado para la cosecha. Pero el pecado de ustedes ha cambiado las cosas, y no pueden disfrutar de esos beneficios. Porque hay en mi pueblo hombres malos que acechan como cazadores de pájaros, que ponen trampas para atrapar a los demás. Llenan sus casas de objetos robados, como se llenan de pájaros las jaulas. Así se hicieron poderosos y ricos, y están gordos y bien alimentados. Su maldad no tiene límites: no hacen justicia al huérfano ni reconocen el derecho de los pobres. ¿No los he de castigar por estas cosas? ¿No he de dar su merecido a gente así? Yo, el Señor, lo afirmo. »”Algo terrible, espantoso, está pasando en este país. Lo que anuncian los profetas es mentira; los sacerdotes gobiernan a su antojo, ¡y mi pueblo así lo quiere! Pero, ¿qué harán ustedes cuando llegue el fin?”»

Jeremías 5:1-31 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)

Recorred las calles de Jerusalén, y mirad ahora, e informaos; buscad en sus plazas a ver si halláis hombre, si hay alguno que haga justicia, que busque verdad; y yo la perdonaré. Aunque digan: Vive Jehová, juran falsamente. Oh Jehová, ¿no miran tus ojos a la verdad? Los azotaste, y no les dolió; los consumiste, y no quisieron recibir corrección; endurecieron sus rostros más que la piedra, no quisieron convertirse. Pero yo dije: Ciertamente estos son pobres, han enloquecido, pues no conocen el camino de Jehová, el juicio de su Dios. Iré a los grandes, y les hablaré; porque ellos conocen el camino de Jehová, el juicio de su Dios. Pero ellos también quebraron el yugo, rompieron las coyundas. Por tanto, el león de la selva los matará, los destruirá el lobo del desierto, el leopardo acechará sus ciudades; cualquiera que de ellas saliere será arrebatado; porque sus rebeliones se han multiplicado, se han aumentado sus deslealtades. ¿Cómo te he de perdonar por esto? Sus hijos me dejaron, y juraron por lo que no es Dios. Los sacié, y adulteraron, y en casa de rameras se juntaron en compañías. Como caballos bien alimentados, cada cual relinchaba tras la mujer de su prójimo. ¿No había de castigar esto? dijo Jehová. De una nación como esta, ¿no se había de vengar mi alma? Escalad sus muros y destruid, pero no del todo; quitad las almenas de sus muros, porque no son de Jehová. Porque resueltamente se rebelaron contra mí la casa de Israel y la casa de Judá, dice Jehová. Negaron a Jehová, y dijeron: Él no es, y no vendrá mal sobre nosotros, ni veremos espada ni hambre; antes los profetas serán como viento, porque no hay en ellos palabra; así se hará a ellos. Por tanto, así ha dicho Jehová Dios de los ejércitos: Porque dijeron esta palabra, he aquí yo pongo mis palabras en tu boca por fuego, y a este pueblo por leña, y los consumirá. He aquí yo traigo sobre vosotros gente de lejos, oh casa de Israel, dice Jehová; gente robusta, gente antigua, gente cuya lengua ignorarás, y no entenderás lo que hablare. Su aljaba como sepulcro abierto, todos valientes. Y comerá tu mies y tu pan, comerá a tus hijos y a tus hijas; comerá tus ovejas y tus vacas, comerá tus viñas y tus higueras, y a espada convertirá en nada tus ciudades fortificadas en que confías. No obstante, en aquellos días, dice Jehová, no os destruiré del todo. Y cuando dijeren: ¿Por qué Jehová el Dios nuestro hizo con nosotros todas estas cosas?, entonces les dirás: De la manera que me dejasteis a mí, y servisteis a dioses ajenos en vuestra tierra, así serviréis a extraños en tierra ajena. Anunciad esto en la casa de Jacob, y haced que esto se oiga en Judá, diciendo: Oíd ahora esto, pueblo necio y sin corazón, que tiene ojos y no ve, que tiene oídos y no oye: ¿A mí no me temeréis? dice Jehová. ¿No os amedrentaréis ante mí, que puse arena por término al mar, por ordenación eterna la cual no quebrantará? Se levantarán tempestades, mas no prevalecerán; bramarán sus ondas, mas no lo pasarán. No obstante, este pueblo tiene corazón falso y rebelde; se apartaron y se fueron. Y no dijeron en su corazón: Temamos ahora a Jehová Dios nuestro, que da lluvia temprana y tardía en su tiempo, y nos guarda los tiempos establecidos de la siega. Vuestras iniquidades han estorbado estas cosas, y vuestros pecados apartaron de vosotros el bien. Porque fueron hallados en mi pueblo impíos; acechaban como quien pone lazos, pusieron trampa para cazar hombres. Como jaula llena de pájaros, así están sus casas llenas de engaño; así se hicieron grandes y ricos. Se engordaron y se pusieron lustrosos, y sobrepasaron los hechos del malo; no juzgaron la causa, la causa del huérfano; con todo, se hicieron prósperos, y la causa de los pobres no juzgaron. ¿No castigaré esto? dice Jehová; ¿y de tal gente no se vengará mi alma? Cosa espantosa y fea es hecha en la tierra; los profetas profetizaron mentira, y los sacerdotes dirigían por manos de ellos; y mi pueblo así lo quiso. ¿Qué, pues, haréis cuando llegue el fin?

Jeremías 5:1-31 La Biblia de las Américas (LBLA)

Recorred las calles de Jerusalén, y mirad ahora, e informaos; buscad en sus plazas, a ver si halláis algún hombre, si hay quien haga justicia, que busque la verdad, y yo la perdonaré. Pues aunque digan: «Vive el SEÑOR», de cierto juran falsamente. Oh, SEÑOR, ¿no buscan tus ojos la verdad? Tú los heriste, mas no les dolió; tú los consumiste, mas ellos rehusaron recibir corrección. Endurecieron sus rostros más que la roca, rehusaron arrepentirse. Entonces yo dije: Ciertamente estos solo son gente ignorante, son necios, porque no conocen el camino del SEÑOR ni las ordenanzas de su Dios. Me dirigiré a los grandes y les hablaré, porque ellos sí conocen el camino del SEÑOR y las ordenanzas de su Dios. Pero también todos ellos a una habían quebrado el yugo y roto las coyundas. Por tanto los herirá el león de la selva, el lobo de los desiertos los destruirá; un leopardo acecha sus ciudades, y todo el que salga de ellas será despedazado, porque son muchas sus transgresiones, y numerosas sus apostasías. ¿Por qué he de perdonarte por esto? Tus hijos me han abandonado y han jurado por lo que no es Dios. Cuando los sacié, cometieron adulterio y fueron en tropel a casa de las rameras. Eran caballos cebados y fogosos, cada cual relinchando tras la mujer de su prójimo. ¿No he de castigar a este pueblo? —declara el SEÑOR. De una nación como esta, ¿no he de vengarme? Subid por entre sus hileras de vides y destruid, mas no hagáis destrucción total; arrancad sus sarmientos, pues no son del SEÑOR; porque la casa de Israel y la casa de Judá han obrado pérfidamente conmigo —declara el SEÑOR. Han mentido acerca del SEÑOR; dijeron: Él no existe; ninguna calamidad vendrá sobre nosotros, y no veremos ni espada ni hambre. Los profetas son como el viento, y la palabra no está en ellos. Que así se les haga a ellos. Por tanto, así dice el SEÑOR, Dios de los ejércitos: Por cuanto han hablado esta palabra, he aquí, pongo mis palabras en tu boca por fuego y a este pueblo por leña, y los consumirá. He aquí, voy a traer de lejos una nación contra vosotros, oh casa de Israel —declara el SEÑOR. Es una nación fuerte, es una nación antigua, una nación cuya lengua no conoces, y no podrás entender lo que hable. Su aljaba es como sepulcro abierto, todos ellos son valientes. Devorará tu mies y tu pan, devorará a tus hijos y a tus hijas, devorará tus ovejas y tus vacas, devorará tus viñas y tus higueras; a espada destruirá tus ciudades fortificadas en que confías. Sin embargo, aun en aquellos días —declara el SEÑOR— no llevaré a cabo una destrucción total de vosotros. Y cuando te pregunten: «¿Por qué el SEÑOR nuestro Dios nos ha hecho todo esto?». Les dirás: «Así como me dejasteis y servisteis a dioses extraños en vuestra tierra, así serviréis a extranjeros en una tierra que no es vuestra». Anunciad esto en la casa de Jacob y proclamadlo en Judá, diciendo: «Oíd ahora esto, pueblo necio e insensible, que tienen ojos y no ven, tienen oídos y no oyen. ¿No me teméis?» —declara el SEÑOR. «¿No tembláis delante de mí, que puse la arena como frontera del mar, límite perpetuo que no traspasará? Aunque se agiten las olas, no prevalecerán; aunque rujan, no pasarán sobre ella. Pero este pueblo tiene un corazón terco y rebelde; se han desviado y se han ido. Y no dicen en su corazón: “Temamos ahora al SEÑOR nuestro Dios, que da la lluvia a su tiempo, tanto la lluvia de otoño como la de primavera, y que reserva para nosotros las semanas establecidas de la cosecha”. Vuestras iniquidades han alejado estas cosas, y vuestros pecados os han privado del bien. Porque en mi pueblo se encuentran impíos que vigilan como cazadores al acecho; ponen trampa, atrapan hombres. Como una jaula llena de pájaros, así están sus casas llenas de engaño; por eso se engrandecieron y se enriquecieron. Han engordado y se han puesto lustrosos. También sobrepasan en obras de maldad; no defienden la causa, la causa del huérfano, para que prospere, ni defienden los derechos del pobre. ¿No he de castigar por esto?» —declara el SEÑOR. «De una nación como esta ¿no he de vengarme?». Algo espantoso y terrible ha sucedido en la tierra: los profetas profetizan falsamente, los sacerdotes gobiernan por su cuenta, y a mi pueblo así le gusta. Pero ¿qué haréis al final de esto?

Jeremías 5:1-31 Nueva Traducción Viviente (NTV)

«Corran por todas las calles de Jerusalén —dice el SEÑOR—. Busquen arriba y abajo; ¡busquen por toda la ciudad! Si encuentran aunque sea a una sola persona justa y honrada, no destruiré la ciudad. Pero aun cuando están bajo juramento diciendo: “Tan cierto como que el SEÑOR vive”, ¡todos siguen mintiendo!». SEÑOR, tú estás buscando la honradez. Golpeaste a tu pueblo, pero no prestó atención. Los has aplastado, pero se negaron a ser corregidos. Son tercos, de caras duras como piedra; rehusaron arrepentirse. Entonces dije: «¿Pero qué podemos esperar de los pobres? Son unos ignorantes. No conocen los caminos del SEÑOR ni entienden las leyes divinas. Así que iré y hablaré a sus líderes. Sin duda ellos conocen los caminos del SEÑOR y entienden las leyes de Dios». Pero los líderes también, como un solo hombre, se habían librado del yugo de Dios y roto las cadenas. Entonces ahora un león de la selva los atacará; un lobo del desierto se les echará encima. Un leopardo acechará cerca de sus ciudades, y hará trizas a quien se atreva a salir. Pues grande es la rebelión de ellos, y muchos son sus pecados. «¿Cómo puedo perdonarte? Pues aun tus hijos se han alejado de mí. ¡Ellos juraron por dioses que no son dioses en absoluto! Alimenté a mi pueblo hasta que estuvo satisfecho; pero su manera de darme las gracias fue cometer adulterio y hacer fila en los prostíbulos. Son vigorosos sementales, bien alimentados, cada uno relinchando por la mujer de su prójimo. ¿No habría de castigarlos por esto? —dice el SEÑOR—. ¿No habría de vengarme contra semejante nación? »Vayan por las hileras de los viñedos y destruyan las vides, pero dejen algunas con vida. Arranquen los sarmientos de las vides, porque esta gente no pertenece al SEÑOR. Los pueblos de Israel y Judá están llenos de traición contra mí —dice el SEÑOR—. Mintieron acerca del SEÑOR y dijeron: “¡Él no nos molestará! Ningún desastre vendrá sobre nosotros; no habrá guerra ni hambre. Todos los profetas de Dios son pura palabrería; en realidad no hablan de parte de él. ¡Que caigan sobre ellos mismos sus predicciones de desastre!”». Por lo tanto, esto dice el SEÑOR Dios de los Ejércitos Celestiales: «Debido a que mi pueblo habla de esta manera, mis mensajes saldrán de tu boca como llamas de fuego y quemarán al pueblo como si fuera leña. Oh Israel, traeré una nación lejana contra ti —dice el SEÑOR—. Es una nación poderosa, una nación antigua, un pueblo cuyo idioma desconoces, cuya forma de hablar no entiendes. Sus armas son mortíferas; sus guerreros, poderosos. Devorarán la comida de tu cosecha; devorarán a tus hijos e hijas. Devorarán tus rebaños y manadas; devorarán tus uvas y tus higueras. Y destruirán tus ciudades fortificadas que consideras tan seguras. »Sin embargo, aun en esos días, no te eliminaré por completo —dice el SEÑOR—. Y cuando tu pueblo pregunte: “¿Por qué el SEÑOR nuestro Dios nos hizo todo esto?”, debes contestar: “Ustedes lo rechazaron y se entregaron a dioses extranjeros en su propia tierra. Ahora servirán a extranjeros en una tierra que a ustedes no les pertenece”. »Anuncien esto a Israel, y díganselo a Judá: “Escucha, gente necia y sin sentido común, que tiene ojos que no ven, y oídos que no oyen. ¿No me tienes respeto? ¿Por qué no tiemblas en mi presencia? Yo, el SEÑOR, con la arena defino el límite del océano como frontera eterna que las aguas no pueden cruzar. Las olas pueden agitarse y rugir, pero nunca podrán pasar los límites que establecí. Sin embargo, mi pueblo tiene el corazón terco y rebelde; se alejó y me abandonó. No dicen de corazón: ‘Vivamos con temor reverente ante el SEÑOR nuestro Dios, porque nos da la lluvia cada primavera y otoño, asegurándonos una cosecha en el tiempo apropiado’. Su maldad les ha privado de estas maravillosas bendiciones; su pecado les ha robado todas estas cosas buenas. »”Hay hombres perversos entre mi pueblo que están al acecho de víctimas, como un cazador oculto en su escondite. Continuamente ponen trampas para atrapar a la gente. Como una jaula llena de pájaros sus casas están llenas de planes siniestros. Ahora son poderosos y ricos. Están gordos y con aspecto saludable, y sus obras de maldad no tienen límite. Rehúsan dar justicia al huérfano y le niegan los derechos al pobre. ¿No habría de castigarlos por esto? —dice el SEÑOR—. ¿No habría de vengarme de semejante nación? Algo terrible y espantoso ha sucedido en este país: los profetas dan profecías falsas, y los sacerdotes gobiernan con mano de hierro. Peor todavía, ¡a mi pueblo le encanta que sea así! Ahora bien, ¿qué harán ustedes cuando todo esto llegue a su fin?

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